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Crítica:ARTE / Exposiciones
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Más obra que interacción

De la penumbra surge un cajón de tierra, sobre el cual se desliza una estructura que sostiene unos focos. Su movimiento es controlado por un programa de inteligencia artificial que dirige la luz de forma que sólo permita el crecimiento de determinadas zonas de césped. Si el experimento funciona, al final la hierba formará una palabra secreta. "Espero que no se le olvide regarla", comenta Tommaso Lanza, autor de la pieza, titulada Everything Is Under Control, una de las obras producidas expresamente para la exposición El proceso como paradigma, organizada por el centro de arte Laboral de Gijón.

El planteamiento es sumamente atractivo. Los tiempos de la contemplación han acabado. El público quiere actuar, participar, involucrarse. El fetichismo de la obra única, máxima expresión del genio creativo, deja paso a la fascinación por lo imprevisible e incierto, lo que se va generando, crece y cambia bajo la mirada o incluso con la complicidad del público. Esta es la tesis de los comisarios Susanne Jaschko y Lucas Evers, que se plasma en 25 obras "vivas y en constante evolución", hasta el punto que, para apreciar sus transformaciones, se podrán realizar tres visitas con una sola entrada. Así se podrá comprobar cómo crece el Red Fungus, una obra colectiva con pegatinas (al entrar cada visitante recibe cuatro elementos gráficos autopegantes) de Luna Maurer. También se podrá admirar cómo se deconstruye la reproducción de una célebre pintura de Mondrian, realizada por Marta de Menezes con bacterias que destruyen lentamente los pigmentos. O cómo crece un enorme mosaico de Allison Kudla, formado por hojas de lechuga encerradas en placas de Petri y alimentadas con hormonas.

El proceso como paradigma

Laboral. Los Prados, 121. Gijón

Hasta el 30 de agosto

La lectura de las cartelas resulta imprescindible para apreciar las obras. Sólo así se entiende que el diálogo de la pareja del vídeo de Gregory Chatonski está vinculado a los datos en tiempo real del flujo del tráfico rodado de determinadas metrópolis, lo cual significa que la relación interpersonal entre los dos jóvenes se complica a medida que se incrementa el tránsito de coches. Hay incluso una obra, La Huella de Adrián Cuervo, que delata la afluencia de visitantes en la exposición. Se trata de una animación abstracta generada por las huellas sonoras del público, por lo que si durante varios días nadie visitara la muestra, la pieza desaparecería. No todas son obras interactivas, muchas transcurren ajenas a su entorno, como Sandbox de Driessens & Verstappen, un asombroso diorama donde un lecho de arena es sometido a una transformación continua por efecto del viento.

La muestra es interesante, entretenida y a menudo sorprendente. Sin embargo, la idea del proceso no llega a afectar a todos los aspectos del planteamiento y a menudo se centra en la dinámica temporal, corriendo el riesgo de cristalizarse en un estereotipo. Es cierto que cada vez con más frecuencia el formato expositivo tradicional se queda corto, y tanto el público como los artistas y las propias obras demandan nuevos enfoques. Así que una muestra con un título tan prometedor hubiese tenido que ser algo más permeable a la participación en todas sus fases, incluso previas a su apertura. El descontrol del tráfico aéreo por la erupción del volcán, que afectó la llegada de artistas y obras a la inauguración, pudo haber sido la ocasión ideal para convertir el concepto en una práctica.

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