_
_
_
_
_
EUROCOPA

El once de 'El País Semanal'

El novelista Alfredo Bryce Echenique suele contar que su infancia en Lima fue dura, porque consistía en sentarse junto a una radio a escuchar la Copa de América y oír a un locutor enfervorecido que, una y otra vez, gritaba: "¡Ataca el Perú! ¡Ataca el Perú! ¡Ataca el Perúúúúúúú... y gol de Chile!" No sabe bien el autor de El mundo de Julius lo que nos identificamos con eso los españoles, tan acostumbrados a secarnos las lágrimas con la camiseta roja de la selección en los cuartos de final de todos los mundiales y eurocopas. Igual sería buena idea cambiarla para ir siempre de azul, que es como vestían nuestros jugadores la única vez que hemos ganado algo, en aquella final de 1964 contra la Unión Soviética de la que hace tanto que las imágenes son en blanco y negro y, en sintonía con estos tiempos apresurados, todo ha cambiado de nombre para hacerse más breve: la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas ya sólo es Rusia, y la Copa de Europa de Selecciones Nacionales es, simplemente, la Eurocopa. ¿Algún día podremos vengarnos de los que se burlan de nosotros y salir a la calle a cantar lo que cantaban los seguidores del Real Madrid la noche en que ganaron la séptima, aquello de en colores, en colores, oé, oé, oé...? Ojalá, porque ya hemos tenido toda la ración de ataca España... y gol de Italia que una persona decente puede soportar. ¿Será este nuestro año? Me temo que no estamos muy convencidos: las previsiones no pueden ser optimistas en un país donde cada ciudadano es un seleccionador, pero ninguno querría ser este seleccionador. Mala cosa.

En realidad, en España no hay demasiada afición por la selección nacional, y eso sirve tanto para los futbolistas como para los espectadores. Ni siquiera hemos tenido nunca una estrella equivalente a lo que fue Maradona para Argentina, Zidane para Francia o Cruyff para Holanda, una especie de héroe o gran capitán al que empujaba y seguía el país entero, como si tuviese escrito su futuro en la punta de la bota. Al fin y al cabo, "el goleador es siempre el mejor poeta del año", según escribió Pier Paolo Pasolini, y el gol del siglo que le hizo su dieguísima a Inglaterra en el mundial de México 1986 fue una Divina comedia de 60 metros, escrita sobre el césped del Estadio Azteca a base de regatear defensas rivales, engañar al portero y tocar a la red con la misma delicadeza con que Mozart debió de ponerle el punto final a La flauta mágica. Debe de ser verdad que "ningún jugador es tan bueno como todos juntos", porque lo dijo Alfredo di Stéfano, pero qué pena que no hayamos tenido alguien así metido en nuestro uniforme, ¿no? Claro, lo tuvimos a él, pero era argentino y no nos hizo ganar ningún Mundial.

HE DICHO QUE, ADEMÁS de no haber Maradona, tampoco hay una afición, y lo mantengo. Es más, yo he estado rodeado toda mi vida de personas que, pasara lo que pasara, siempre querían que perdiese España: por ejemplo, los poetas Rafael Alberti y Ángel González, o, ahora mismo, el editor Chus Visor... Debe de ser por las sospechas que despertaba y aún despierta en nosotros nuestra bandera, tan utilizada por la derecha y la ultraderecha, pero lo cierto es que lo del gol de Marcelino a Inglaterra en el Santiago Bernabéu fue en pleno franquismo... Y también padecían una dictadura en Argentina, en 1978, y ganaron el Mundial, a pesar de Videla y sus secuaces. Por cierto, que para llegar a la final contra Holanda tuvieron que vencer a Perú por seis a cero. Pobre Bryce Echenique.

Como verán, han ido saliendo nombres de escritores, lo cual no es raro, porque la relación entre fútbol y literatura es antigua, aunque no siempre fue fácil: Borges lo consideraba "un deporte para ingleses, feo y estúpido", y Rudyard Kipling nos definió a los seguidores como "un montón de almas pequeñas que pueden ser saciadas por los tontos llenos de barro que lo juegan". Pero en el otro extremo, el de los que cantaron las emociones de un partido, hay muchos ejemplos notables, desde el de Rafael Alberti con su Oda a Platko, que era un portero húngaro del Barcelona, hasta Mario Benedetti, que tiene el honor de haber escrito uno de los cuentos sobre fútbol más conocidos de la historia, 'Puntero izquierdo', de su libro Montevideanos, pasando por Manuel Vázquez Montalbán; Camilo José Cela, que también podría haberse ahorrado sus Once cuentos de fútbol; Peter Handke, que en uno de sus libros hace un retrato maravilloso de Butragueño; Eduardo Galeano, con El fútbol a sol y sombra; Horacio Quiroga, que recrea en Suicidio en la cancha el caso real de un jugador del Nacional que se pegó un tiró en el círculo central de un estadio; o, entre otros muchos, Osvaldo Soriano, que, por cierto, tiene un cuento que se titula Maradona sí, Galtieri no. En España tenemos ahora mismo a Javier Marías, Luis Landero, Juan Cruz, Enrique Vila-Matas o Luis García Montero, que acaba de publicar un poema sobre el Real Madrid en su libro Vista cansada, y todos ellos escriben sobre fútbol, pero sólo son seguidores de su equipo, no de la selección, y uno puede imaginárselos sentados frente al televisor con una camiseta blanca o blaugrana encima del jersey, pero no roja. Qué le vamos a hacer.

YO TENGO QUE CONFESAR que sí soy seguidor de la selección, uno de esos que pegaban saltos en el sofá con el 12-1 a Malta y que se subía por las paredes con el fallo de Cardeñosa frente a Brasil, en Argentina 1978, cuando tuvo la portería vacía y le tiró la pelota al defensa Amaral; o con el gol fantasma de Michel que entró en la portería del propio Brasil, en México 1986, y no vio o no quiso ver el árbitro; o con el codazo de Tassotti a Luis Enrique en Estados Unidos 1994; o con el gol en propia meta que se metieron entre el portero Miguel Reina y el defensa Violeta en un España-Holanda cuando Holanda eran Cruyff y otros diez buenísimos; o con el famoso botellazo a Juanito en Belgrado... Qué mala suerte, qué robos, qué pena más grande. He sufrido con todo eso y, aún más, soy una de esas personas que juran que no piensan morirse sin ser campeonas del mundo, dicho así, con ese sentido de la propiedad que consiste en creer que el que mira y los que juegan pierden o ganan juntos. O sea, que la selección es mía, a pesar de su entrenador, de cuyo apodo, el sabio de Hortaleza, lo único que puedo decir es que no dudo que sea de Hortaleza, pero ni una palabra más.

SEA COMO SEA Y DIGAN lo que digan mis amigos, que en algunos casos extremos, como el del maestro Ángel González, llegaban a definirse como "hinchas del que juegue contra España", en mi opinión, no hay días más divertidos que los de un Mundial, esas horas raras del atardecer o la madrugada en las que uno se sienta con un par de amigos y 12 cervezas a mirar un partido entre dos selecciones extranjeras con la esperanza de que la débil derrote a la fuerte y nos allane el camino a la final. El problema es que la selección teóricamente más fuerte solemos ser nosotros, y la que nos elimina o nos pone el camino vertical, otra más modesta pero que termina dándonos una lección, como hizo Honduras en nuestro Mundial, el de 1982, una humilde selección en la que jugaba un centrocampista llamado Gilberto Yearwood que militaba en el Valladolid y que nos empató un partido en el que el locutor de Televisión Española empezó diciendo que convendría ganar por más de tres goles, siguió implorando una victoria por la mínima y acabó por exclamar, cuando la cosa ya se había puesto muy negra: "¡Señores: Gilberto es mucho Gilberto!".

Y, así, campeonato tras campeonato. No sé si serán los nervios; o que de verdad los españoles tenemos un carácter perdedor, como sostienen algunos; o que somos prepotentes y nos llevamos sorpresas como la que se llevó Inglaterra ante Camerún en el Mundial de 1990, en Italia, y que hizo exclamar al entrenador Bobby Robson: "No los subestimamos; simplemente, eran mucho mejores de lo que creíamos". Pero la diferencia entre ellos y nosotros es que, sorprendida o no, Inglaterra acabó ganando ese encuentro por tres a dos. Nosotros, en cambio, perdimos la final de la Eurocopa de 1984 ante Francia, aquella otra noche dramática en la que hasta el minuto 57 nos las prometíamos muy felices mientras cantábamos "no pasa nada, tenemos a Arconada"; pero pasó el balón por debajo del portero, se le coló de manera absurda en un tiro libre sin ningún peligro, aquella pelota inocente se volvió una película de Charlot en las manos suicidas del guardameta y acabó en el fondo de la portería. Y fíjense si aquella jugada dejó huella, que el antiguo arquero de la Real Sociedad, que era tan bueno que fue casi la mitad de bueno que Iribar, está desaparecido, mientras Michel Platini, que fue quien lanzó aquel maldito golpe franco, es presidente de la UEFA.

Hasta ese momento dominábamos, pero no sirvió de mucho, porque ésa es otra de nuestras lacras, que cuando no merecemos ganar no lo hacemos y cuando sí, tampoco, lo cual ha dado origen a que al final de cada eliminación se nos escriba en la línea de puntos una sentencia clásica que se repite hasta la extenuación y de la que, al parecer, también es autor Di Stéfano: "Jugaron como nunca y perdieron como siempre". En fin, todo tan negativo que hasta he leído por ahí una crónica de aquel tiro a cámara lenta de Julio Cardeñosa contra el cuerpo de Amaral en la que se describe aquel fiasco ni más ni menos que como "el mítico fallo de Cardeñosa". Pregunta: ¿puede un fallo ser mítico? Respuesta: en lo que respecta a la selección española, sí. Qué cruz.

AHORA LLEGA OTRA EUROCOPA y la prensa deportiva comienza a calentar los motores de siempre, que son los de la esperanza, y ya se empieza a oír lo de la furia española, lo de que viene la marea roja y todo eso, pero esta vez da la impresión de que ya estamos escarmentados y no nos lo creemos mucho. La verdad es que, a la vista de la fase clasificatoria, hay que reconocer que la selección juega mal, no tiene un estilo, no manda en los encuentros, carece de líderes dentro y fuera del campo, se achica ante los contrarios pequeños y tiene mala suerte ante los grandes, como de costumbre. Y no da la impresión de que nada de eso pueda cambiar demasiado durante este campeonato, aunque tampoco se entiende por qué no, ahora que ha desaparecido una de nuestras disculpas favoritas, la de que nuestra Liga esté llena de jugadores extranjeros y eso repercute en la falta de talentos nacionales, los relega, impide que triunfen. Bueno, pues a eso podría oponerse que en este momento también hay muchos españoles triunfando en la Premier y se podría empezar a soñar con que Fernando Torres, Xabi Alonso o Cesc lleguen a la selección española como Kempes llegaba a la argentina, o Romario a Brasil, o Zidane a Francia, o todos los italianos y los alemanes a Italia y Alemania: con la palabra estrella escrita en la frente y con el único objetivo de dar una vuelta al estadio en el que se juegue la final de la Eurocopa envueltos en su bandera. Aunque, claro, también tendrían que tener al mando lo que nunca han tenido, es decir, alguien que los dirigiese con acierto, un buen estratega y buen psicólogo que los fortaleciese en cuerpo y alma, un ganador que los convenciera de que pueden derrotar a cualquiera en lugar de ponerle una vela a un santo antes de los partidos y, después, buscar las coartadas de siempre. ¿Quién dijo a modo de excusa, después de perder un partido, aquello de que "Alemania es un equipo muy difícil porque juega con 11 internacionales a la vez?". No sé, pero si sé que he oído muchos pretextos parecidos a ése a lo largo de mi larga e infructuosa carrera como forofo de la selección española.

NO TENEMOS LA MENTALIDAD que hace falta para sentirse superiores, según se puede deducir de tanta apelación al infortunio; o tal vez sea que nos sobra vanidad y nos falta orgullo, que confundimos uno con la otra y gastamos en fanfarronear el tiempo que deberíamos gastar en prepararnos, porque de otra manera no se entiende que un país que llega a todas las competiciones con la seguridad de poder ganarlas o, al menos, estar entre los favoritos, esté tan acostumbrado a perder que, si le dieran una copa a nuestros jugadores, no serían capaces de encontrarle las asas. Aunque aquí cabría poner otra pega a la teoría de la supuesta falta de carácter congénita de los españoles: será de los españoles futbolistas, porque los del baloncesto, la fórmula uno, el ciclismo o el tenis ganan que se las pelan: Gasol, Fernando Alonso, Induráin o Rafa Nadal no parecen tener ninguna españolitis que les impida ser grandes campeones. Incluso los futbolistas de las divisiones inferiores, que ya han conseguido todos los éxitos que dejan de lograr en cuanto cumplen los 20 años. ¿Por qué? Nadie lo sabe, es un auténtico misterio. ¿Habrá alguna bacteria extraña en el jamón que en caso de necesidad paraliza los músculos?

El termómetro del fútbol son los bares, y, si me apuran, diría que la mezcla de las dos cosas, bares y fútbol, es el termómetro de la realidad: que se lo pregunten a Jorge Semprún, que estuvo a punto de ir a la cárcel por no saber de fútbol. La anécdota sucedió en los años de la clandestinidad, cuando el futuro escritor y ministro de Cultura era un dirigente en el exilio del Partido Comunista de España y en una de sus visitas a Madrid, donde se hacía pasar por un trabajador que vivía en la capital, no se le ocurrió otra cosa que preguntarles a las personas que tenía al lado "¿quién es ese tal Di Stéfano del que tanto hablaban...?". El silencio lleno de sospechas que se hizo en la cafetería donde se encontraba le hizo comprender que, si quería parecer un auténtico madrileño, debía tomar urgentemente unas lecciones sobre fútbol. Bueno, pues 50 años después de eso, los bares siguen siendo el lugar donde se le mide la temperatura al fútbol, y la verdad es que ahora mismo no pasamos de los treinta y tres o treinta y cuatro grados, ni frío ni calor. No hay más que meterse a desayunar en cualquier parte y sacar el tema de la Eurocopa para descubrir que la gente no parece muy optimista. De hecho, vayas donde vayas, la frase que más se repite, dicha siempre con un tono que hace equilibrios entre la ironía, el desaliento y la impotencia, es la tradicional "nos volvemos a casa en cuartos".

Así está la cuestión. Es verdad que también se habla de por qué no van Raúl y Guti a la Eurocopa o por qué van otros que no parecen mejores que ellos, en especial, mejores que el 14 del Real Madrid; pero tampoco hay demasiada pasión en los argumentos que se emplean y, por lo general, lo que parece es que en el fondo todo da igual porque no existe absolutamente nadie que confíe en el seleccionador, ni en su criterio, ni en su capacidad para elegir y decidir, ni en sus conocimientos tácticos. Más bien se habla de él como de un profesional del pasado y un perdedor que nunca logró un título con ninguno de los equipos que tuvo entre las manos, entre ellos, el Barcelona y el Atlético de Madrid, un hombre en el que se tiene menos confianza que en un cirujano con Parkinson.

No es una disculpa, pero lo cierto es que tampoco es Luis Aragonés la excepción que confirma la regla, ni nada por el estilo. Más bien, la opinión común es que en España se es seleccionador por eliminación; que ése es un trabajo que les interesa únicamente a quienes no encuentran un buen equipo. No hay más que mirar la lista de los últimos titulares del puesto y ver dónde estaban antes y donde están después de su paso por el equipo nacional, desde luego, no en un conjunto puntero: si miramos a los dos anteriores, Clemente estuvo a punto de entrenar a Irán y atracó en el Murcia para ayudarlo a descender, y Camacho ha fracasado en el Benfica... La conclusión más lógica, quizá, sería empezar a pensar en algún extranjero de prestigio, alguien que consiguiera lo que no logran los españoles, que los preparase bien física, mental y tácticamente. Vamos a sentarnos a esperarlo, por si llega.

DE TODAS MANERAS, algunos ilusos pondremos la televisión cuando empiece la competición y nos diremos: "¿Por qué no iba a ser esta vez?". Nunca se sabe; más raro fue aquel verano que no paró de nevar, como dice la canción de Joaquín Sabina. Y, además, hay ejemplos como el de Dinamarca, que no estaba clasificada para la Eurocopa de 1992, fue repescada a última hora, al no poder competir Yugoslavia a causa de la situación que se vivía en los Balcanes "y lo de repescada tiene aquí todo el sentido del mundo porque sus jugadores estaban de vacaciones y hubo que ir a buscarlos por las playas de medio mundo para que se quitaran el bañador y se volviesen a poner el chándal", y terminó ganando por dos a cero a Alemania en la final y proclamándose campeona. ¿Nos pasará a nosotros algo así un día, quizá en esta misma Eurocopa? Ojalá.

De momento, mi recomendación es que nos olvidemos de toda esa retórica de la furia española y la marea roja, tiremos la etiqueta de favoritos a la basura y vayamos a los campos silbando otra canción, en este caso, de Bob Dylan, que dice que cuando no tienes nada, no tienes nada que perder. Igual cuela y nos llevamos una segunda alegría, esta vez en colores: oé, oé, oé.

ELPAÍS.com te muestra el 'making off' de la sesión de fotos con Eva Amaral (Cantante) para El País SemanalVídeo: DAVID JORGE
ELPAÍS.com te muestra el 'making off' de la sesión de fotos con Carles Francino (Director y presentador de 'Hoy por hoy' de la Cadena Ser) para El País SemanalVídeo: DAVID JORGE
ELPAÍS.com te muestra el 'making off' de la sesión de fotos con Marta Etura para El País SemanalVídeo: DAVID JORGE
ELPAÍS.com te muestra el 'making off' de la sesión de fotos con Jesús Almagro (Jefe de cocina del restaurante Pedro Larumbe) para El País SemanalVídeo: DAVID JORGE

EVA AMARAL. Penalti a puerta vacía

EVA AMARAL. Cantante del dúo AmaralAcaban de cumplirse 10 años de la publicación de su primer álbum. Y la vida ha girado en todo este tiempo para Juan Aguirre y Eva Amaral como esa pelota que ella está a punto de estampar contra la red. De los garitos a las salas. De las salas a los estadios. Cuatro discos que han vendido más de un millón y medio de copias. El quinto, recién publicado. Estrellas indiscutibles del pop nacional, el dúo maño va a tener un verano calentito. Están a punto de embarcarse en la gira de su nuevo trabajo, Gato negro. Dragón rojo. Las 19 canciones de este disco doble van a viajar por España hasta noviembre. El primer partido, en casa. El 12 de junio, concierto a cubierto de la tormenta de la Expo del Agua de Zaragoza. ¿Amaral nació de penalti? En cierto sentido, sí, de un cúmulo de casualidades entre dos personas que se conocieron hace más de una década y hoy siguen siendo los mismos, pero menos inocentes y más viajados. ¿Verán durante la gira los partidos de la selección española? Espero que sí, aunque no somos muy futboleros.

RODOLFO CHIKILICUATRE. Hasta en la sopa

RODOLFO CHIKILICUATRE. Representante de España en Eurovisión¿Para cuándo un himno de Chikilicuatre para la selección española? ¡España, golea, golea!, / que el chikicuartos disgusta mogollón, / nos eliminan en Alemania, en Francia y en Japón; / lo llora mi abuela, lo llora mi hermano, / y también los jugadores al verse sin las primas en la mano. No contento con pegar el pelotazo al versionar su eurovisivo chiki-chiki para un anuncio de la ONCE, este invento de la factoría de El Terrat pretende seguir dando la matraca. Mi manager quiere que sea una estrella más extravagante. Entre Prince y Michael Jackson. Convertido en personaje de tebeo por el actor David Fernández, Rodolfo Chikilicuatre nació, según su biografía autorizada, en Buenos Aires, en 1972. Las mismas fuentes surrealistas hablan de un aterrizaje en España tras tocar en los locales más chics de Ciudad Juárez y Albania. ¿Qué papel cree que va a jugar la selección española en la Eurocopa? Veo a Aragonés algo desconcentrado: se lleva a Casillas, Reina, Torres... Dudo si va a jugar al fútbol o al ajedrez.

GERVASIO DEFERR. Pasar a la historia

GERVASIO DEFERR. GIMNASTA OLÍMPICOOro en Sidney 2000. Oro en Atenas 2004. Oro, oro, oro. A por la tercera en Pekín 2008. A convertirse en el primer español que consigue tres medallas de oro olímpicas. Por ahora, permanece concentrado en la residencia deportiva Blume, con las manos embadurnadas de magnesia. Y, por un día, convertido en esta especie de increíble Hulk. ¿Cree que ésta es su última oportunidad para ganar un oro olímpico? No lo sé. Pero no estoy nervioso, al menos por el momento. La responsabilidad de conseguir el tercer oro es sólo mía. ¿Va a tener tiempo de ver algún partido de la selección? Sí. No vivo en una cárcel. Algunos los veré en mi habitación; otros, en algún bar con los amigos. Según me pille.

JOSÉ CORBACHO. Un baño de pelotas

JOSÉ CORBACHO. DIRECTOR DE CINE, ACTOR Y PRESENTADOR¿Con quién le hubiera gustado compartir este jacuzzi balompédico? Con mi pareja. Y si nos ponemos mitómanos, con Rita Hayworth y Camarón de la Isla cantando por bulerías. Muchos le odiábamos desde que le vimos estampar los morrazos a Elsa Pataky en la pasada edición de la gala de los Premios Goya. Se lo propuse antes de salir y me dijo: ¿Cómo lo hacemos para que quede bonito?. Pero cuando uno habla con José Corbacho, enseguida se da cuenta de que detrás del showman histriónico hay un gran tipo. Un hombre sencillo al que le gusta contar historias. Como hizo con Tapas (2005), su primera película, codirigida junto a Juan Cruz. El tándem ha vuelto a la carga este año con Cobardes y anda con la mirada puesta en su tercer largometraje. Y en una serie que tratará sobre fútbol. Se llamará Pelotas. Cuenta las peripecias de un equipo de Segunda Regional.

MARTA ETURA. El rostro del deseo

MARTA ETURA. ACTRIZA quien de verdad le habría hecho ilusión verla con esta camiseta de la selección española hubiera sido a su abuelo, ex jugador de la Real Sociedad. Guipuzcoana como él, la joven Marta pronto tuvo claro que quería ser actriz y peregrinó a Madrid, al calor de las enseñanzas de Cristina Rota. Y como el destino es así de caprichoso, ahora prepara, a las órdenes del hijo de la profesora, Juan Diego Botto, el papel de Ofelia en Hamlet. El 15 de julio, estreno en el Festival de teatro Clásico de Almagro. Acaba de terminar el rodaje de Flores negras. Apenas le queda tiempo para su otra pasión, la danza. Rostro codiciado por directores de cine de diverso pelaje, todavía se le resiste el Premio Goya. ¿Le va a tocar ver los partidos de la selección con trajes del siglo XVII? Bueno, con el vestuario de Hamlet no nos van a dejar. Pero sí veré algún partido. El fútbol siempre me recuerda a mi abuelo.

JESÚS ALMAGRO. Desafío en la cumbre

JESÚS ALMAGRO. JEFE DE COCINA DEL RESTAURANTE DE PEDRO LARUMBE, EN MADRIDNoveno puesto en el Bocuse dOr 2007. La mejor marca de un español en el certamen gastronómico más prestigioso del mundo. Una hazaña retratada en El pollo, el pez y el cangrejo real, documental realizado por José Luis López Linares. El futbolín con frutas que ha preparado para la foto no es ocioso. Llegué a jugar al fútbol en Tercera Regional. Pero con 20 años, si ya no estás en un buen equipo. La cocina le rondaba la cabeza desde los catorce, cuando preparó una ensaladilla rusa para la familia con todo lo que encontró en la nevera. Descubrí dos cosas: nuevos universos que nacían al mezclar distintos ingredientes y la belleza artesanal de trabajar con las manos. Debe de estar hartito de coles al salir del restaurante, pero los chicos de la selección necesitan un menú para venirse arriba. No sé, no sé... ¿Y si les damos alegría con un postre? Frambuesas, papaya, fresas, grosellas, kiwi, piña Todo bien mezclado. ¡Y acompañado de un sorbete de frutos rojos, que es nuestro color!.

CARLOTA CASTREJANA. Salto a la gloria

CARLOTA CASTREJANA. CAMPEONA DE EUROPA EN 2007 DE TRIPLE SALTO. ATLETA OLÍMPICA EN PEKÍN 2008De la cancha a la arena. A los catorce ya rondaba el metro noventa. Vistió muchas veces la camiseta de la selección española de baloncesto y con 18 años formó parte del quinteto titular en Barcelona 1992. Las piernas infinitas de esta riojana volaron después hacia el atletismo. Primero, en la modalidad del salto de altura. Y hasta hoy, como especialista en triple salto de longitud. También ha tenido tiempo de licenciarse en Derecho y cursar un master en Derecho Deportivo. Ya queda poco para viajar a Pekín. Su mejor aval: 14,60 metros, la marca que la convirtió el año pasado en campeona de Europa de triple salto. Del baloncesto al atletismo. ¿No colaba una? Lo mío eran los rebotes y el contraataque. Todavía echo hoy alguna pachanga con mi marido [el ex jugador de baloncesto Jerónimo Bucero]. ¿Verán juntitos los partidos de la selección? Sí. No somos especialmente futboleros, pero no creas que se parecerá a cuando vemos una película con palomitas. El deporte no se ve tranquilo. Se vive.

CRISTINA GRANDE. De la botica a la imprenta

CRISTINA GRANDE. Escritora. Acaba de publicar Naturaleza infiel (RBA)Algunos personajes de sus exitosos libros de relatos, La novia parapente y Dirección noche (Xordica editorial), nacieron tras observar a muchos clientes de la farmacia que su madre regenta en Zaragoza. Ahora irrumpe con fuerza con Naturaleza infiel, su primera novela, escrita en parte con el ordenador de la botica. Relegó a un segundo plano la filología inglesa de su licenciatura universitaria por el negocio familiar, y desde entonces su vida transcurre entre guardias. La farmacia es un laboratorio de ficción. Por allí pasa todo el espectro social. La trama de Naturaleza infiel transcurre por un desgarrador paisaje de los ochenta. En mi caso, aquellos años en Zaragoza fueron tiempos de mucho estudiante, mucha monja y mucho militar. ¿Cuál sería su once ideal de escritores? No me atrevería a darte la alineación completa, pero el goleador sería Chéjov. Creo que no seguiré mucho a la selección este verano. El fútbol no me apasiona. Y soy un poco gafe con el Zaragoza; suele perder cuando veo sus partidos.

CARLES FRANCINO. Goleador de las ondas

CARLES FRANCINO. Director y presentador del programa Hoy por hoy, de la cadena SERCampeón de las mañanas de la radio española. La última oleada del estudio general de medios ha vuelto a confirmar su liderazgo. Aterrizó en la SER en 2005 para recibir el testigo de Iñaki Gabilondo tras 19 años al frente de Hoy por hoy. En estos años, ha ido ajustando el traje del magacín a su medida. Espero que tengamos Francino para rato; me estoy divirtiendo mucho. Futbolero convencido, a los 20 años compaginaba los partidos en Tercera División con sus primeras incursiones radiofónicas en Reus (Tarragona). La pasión pelotera ha quedado reducida hoy a las pachangas con sus compañeros de la radio y con el equipo de su hijo, actor en la serie televisiva Hospital Central. Entre un Pulitzer y la Copa de Europa, ¿con cuál se quedaría? Hubiera dado lo que fuera por haber jugado en la Champions League. ¿Qué posibilidades vislumbra para el equipo español en la Eurocopa? Este año tengo un buen feeling con la selección. Ya van muchos años de mala suerte. Creo que Luis se va a despedir a lo grande.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_