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Reportaje:MODA

Dos en la pasarela

Si existiera eso que llaman envidia sana, Oriol Elcacho y Davinia Pelegrí la darían toda. Son jóvenes, guapos y están en su mejor momento. Ambos se confiesan encantados con su trabajo como modelos, y no es para menos: han conseguido portadas y campañas internacionales, han viajado y han hecho amigos en el mundo de la moda. Por si eso no fuera suficiente, están enamorados. ¿Hemos dicho ya lo de la envidia sana?

Davinia llega la primera a la entrevista y, muy emocionada, enseña en su iPhone las primeras pruebas de la sesión fotográfica que se ve en estas páginas. La experiencia fue uno de esos momentos en los que se juntan trabajo y placer, algo que llevaban tiempo planeando con el resto de los profesionales que forman el equipo. Oriol, que llega un rato después y con el mismo aspecto de chico sano y naturalmente guapo, se muestra igual de emocionado: "Ha sido una gran oportunidad, porque todos nos respetamos mucho profesionalmente, el ambiente durante la sesión fue muy relajado".

"Este oficio te hace replantearte el hogar: tu casa está donde esté el otro"

Posar desnudos por primera vez, y además juntos, ha sido toda una experiencia. Oriol reconoce que a él le ha costado un poco más ponerse en situación. "Yo para estas cosas soy muy pudoroso. Los chicos siempre pensamos que nuestro cuerpo es menos estético. Además, no es el tipo de trabajo que hago habitualmente: casi siempre poso con trajes, cerrados hasta el último botón y con corbata. Me siento muy cómodo así". Para Davinia fue mucho más sencillo de lo que esperaba: "Como estábamos entre amigos, me sentía muy cómoda. No tuve ningún pudor. Y como todos son grandes profesionales, tampoco tengo ninguna duda sobre el resultado, así que lo disfruté mucho". Trabajar juntos siempre es un añadido cuando la profesión te hace vivir separado de tu pareja la mayoría del tiempo. "Eso te obliga a replantearte el concepto de hogar: nuestra casa ahora está donde esté el otro", afirma Davinia. De todas formas, compartir oficio es para ella una ventaja: "Compartimos consejos y experiencias, y eso es bueno para la pareja y para el trabajo. Además, cuando hacemos viajes más largos, intentamos hacerlos juntos, aunque después allí cada uno esté a lo suyo". Los viajes son para Davinia la mejor y la peor parte de su trabajo: "He conocido sitios increíbles: Kenia, Madagascar, Maldivas... Conoces culturas y sitios nuevos, pero a la vez eso te aparta de tus amigos, tu familia y tu casa". A Oriol este trabajo también le ha servido para algo: "Para superar la timidez. Cuando tenía 18 años era muy cortado, y eso no me dejaba evolucionar. Todo me daba vergüenza, y tener un trabajo en el que si no te espabilas se te comen me ha ayudado mucho". Para Davinia, una habitual de los desfiles de Cibeles que ha trabajado para Massimo Dutti, L'Oréal, Pronovias o Garnier, la moda es un mundo adulto y como tal te hace madurar más rápido: "Si empiezas con 16 años, vives rodeado de gente mayor. Pasas mucho tiempo fuera de casa, haciendo castings... Muchas veces estás solo, y esto te hace desarrollarte de otra forma que si estuvieras rodeado de tu grupo de familia y amigos".

Advierten de que hay que ser psicológicamente resistente para vivir en ese casting constante que es el trabajo de modelo. "Tienes que ser muy fuerte para poder soportar el rechazo, porque los noes son más habituales que los síes", reflexiona Davinia. Ella (Gerona, 1982) lleva 12 años trabajando. Él (Barcelona, 1979) ya ha cumplido una década. ¿Hasta cuándo piensan ejercer? Ninguno da una fecha concreta. "Me dedicaré a esto mientras siga viendo que los retos son cada vez mejores y que no hay pasos atrás", apunta Oriol. "Lo cual es difícil, sobre todo cuando has pasado momentos de gran éxito laboral difíciles de superar. Como el Barça de los seis títulos. Después de eso, ¿qué te queda por hacer?". Oriol ha desfilado en las principales citas de la moda internacional, ha sido imagen de Ralph Lauren o Bvlgari y ha posado para Karl Lagerfeld. "Lo importante es ser objetivo y saber dónde están tus límites", añade Davinia. "Cuando ves que la respuesta del cliente ya no es la misma, hay que ser consciente y saber buscar otra opción".

Su relación con las joyas es peculiar: les gustan, dicen, pero nunca piensan en comprárselas para sí mismos, sino como regalo. La pieza favorita de Davinia es un anillo de Carrera y Carrera que le regaló Oriol, y él reconoce que le gustan bastante los relojes. Pero el verdadero lujo, "ese que no se puede comprar con dinero", como dice Davinia, "son esas pequeñas cosas que normalmente no podemos hacer por falta de tiempo: pasar una noche juntos en un hotelito del Empordà, desayunar tranquilamente, ir a comer una paella". Oriol no puede estar más de acuerdo, y añade: "El lujo para mí es lo menos evidente. Las cosas demasiado obvias me cansan".

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