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Entrevista:TOM DRURY | LIBROS

"Mis personajes tienen cierta sabiduría interior"

El escritor Tom Drury acaba de mudarse a Nueva York después de haber pasado casi una década viviendo en Los Ángeles y, por lo tanto, encadenado a un coche. "Y aunque te suene a locura, en cierto modo, y salvando las distancias, es como haber regresado al pueblo de mi niñez. Podría vivir perfectamente sin salir de mi barrio, todo está a dos manzanas de distancia y eso no me ocurría desde que abandoné Swelldel. He regresado a la vida en su sentido más sencillo". Su infancia la pasó en ese remoto lugar de apenas un millar de habitantes, en el corazón de Iowa, uno de esos Estados de la llamada América profunda, de donde la mayoría de los jóvenes con inquietudes culturales suelen huir cuando crecen y adonde nunca piensan en regresar. Drury tampoco lo ha hecho. Sin embargo, ha convertido el recuerdo de aquel lugar en el contexto central de toda su obra. Su primera novela, En el condado de Grouse, acaba de publicarse en España, aunque actualmente ya está escribiendo su cuarto libro y otro de ellos, La región inmóvil, llegó ya hace algunos años a las librerías españolas.

"¡Me encantan los editores, no quiero trabajar sin ellos! Un buen editor es lo mejor que le puede ocurrir a un novelista"
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Falsa tranquilidad en el condado de Grouse

"En el condado de Grouse nació precisamente de esas memorias que siempre me han acompañado. La acción no transcurre en un lugar real, pero está construido con esos recuerdos, que configuran el escenario en el que se mueven los personajes. Es un lugar poblado por mucha gente, quizás porque de niño siempre quise que en mi pueblo hubiera mucha más vida y como era imposible, ahora lo puedo hacer posible en mis libros. Son personajes imbuidos de cierta sabiduría interior y a los que el lector acompaña en su día a día, en sus alegrías y sus tristezas, con todo lo que eso implica. Nunca he estado de acuerdo con quien piensa que la gente de pueblo no es tan inteligente como la gente de ciudad. Creo que nuestras expectativas de la vida y las personas normalmente no se corresponden con la realidad y creo que ese concepto es clave en toda mi obra".

Drury, de 55 años, lo explica sentado a la mesa de un bar irlandés en su barrio del Upper East Side neoyorquino, donde escritor y periodista saborean un té helado para huir del calor. Es un hombre de mirada cálida, cortés y que al menos en apariencia destila felicidad. "Supongo que como los directores de cine, los escritores somos sobre todo felices mientras estamos escribiendo, construyendo nuevos mundos. Y yo ahora estoy completamente enfrascado en escribir una nueva novela. Pero es una situación que también puede ser peligrosa porque esa pulsión creativa a veces no te deja disfrutar del mundo real". No obstante, Drury parece disfrutar tanto del té como de la conversación, que intercala constantemente de preguntas, dejando traslucir su antigua profesión. "La verdad es que decidí estudiar y ejercer como periodista como un camino para ser novelista. No veía muy claro el ponerme a escribir sin más. Como periodista hice de todo, era un generalista, pero eso me permitió tocar muchas ramas, hacer muchas entrevistas y observar a mucha gente. Escuchar es fundamental para aprender a escribir diálogos y en mis libros hay muchos, y creo que el periodismo fue una buena escuela".

Drury asegura que muchos de los personajes que nacieron en The end of vandalism le siguieron acompañando durante mucho tiempo y por eso decidió recuperarlos e introducirlos en otras obras, como la que se encuentra escribiendo actualmente, para la que aún no hay título. "Pero por primera vez uno de ellos saldrá del pueblo para ir a la gran ciudad, Los Ángeles". Allí escribió varios relatos para la revista The New Yorker, entre ellos, Path lights, que el director Zachary Sluser transformó en un cortometraje protagonizado por John Hawkes. "La experiencia de adaptar el relato al cine me fascinó. No entiendo a esos escritores que se quejan de que luego sus libros no se parecen en nada a la película. Yo creo que no deberían parecerse. Me gusta que tomen la forma de otro animal". Sluser también quiere llevar al cine La región inmóvil, "pero tenemos que encontrar dinero y hoy eso es complicado".

En sus libros, y en particular en The end of vandalism, los personajes están impregnados de una sutil tristeza vital, pero al mismo tiempo la prosa de Drury está salpicada de humor. Y no es precisamente ironía lo que utiliza, puesto que en ningún momento fuerza situaciones o se ríe de sus personajes. Al contrario, es un humor más cercano al surrealismo, por cómo presenta las situaciones o cómo los personajes se desenvuelven en ellas. "Yo creo que siempre tiene que ser el lector el que decide si algo es divertido o no lo es. Y a mí no me gusta darle pistas sino simplemente presentar los hechos. Sin más. A veces pueden ser divertidos, pero supongo que el nivel de empatía con los personajes es algo que cada lector construye de forma muy personal".

A Drury tampoco le gusta demasiado situar sus novelas en un tiempo excesivamente concreto porque le interesa la sensación de intemporalidad. "Son novelas que ocurren en la contemporaneidad, pero sin fechas concretas. Apenas aparece algún teléfono móvil y ninguna computadora. Son objetos que no me interesan porque también trato de evitarlos en mi vida real". Jura no haber leído jamás un libro electrónico, "me sigo resistiendo, me gusta el olor y el tacto del papel", y no le interesan las puertas comerciales que Internet le pueda abrir, como el poder editar sin la mediación de un editor. "¿Estás loca? ¡Me encantan los editores, no quiero trabajar sin ellos! Un buen editor es lo mejor que le puede ocurrir a un novelista, te ayuda a mejorar el trabajo, a encontrar una dirección y a publicar el mejor libro posible. No quiero publicar sin editor, creo que ningún escritor debería hacerlo".

El escritor estadounidense Tom Drury (Iowa, 1956).
El escritor estadounidense Tom Drury (Iowa, 1956).

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