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Crítica:LIBROS | Narrativa
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El precio del oropel

Autor destacado de la Generación X junto a Palahniuk, Welsh, Foster Wallace o Coupland, Bret Easton Ellis (Los Ángeles, 1964) alcanzó fama en el mundo literario en 1985, con tan solo 21 años, gracias a la novela Menos que cero, en la que, dando inicio al carácter autobiográfico que marca su producción, narra las vicisitudes de un grupo de jóvenes ricos, banales y desnortados en Los Ángeles de la época: sexo, drogas, alcohol y violencia constituyen el eje de la historia, elementos que en mayor o menor medida seguirán apareciendo en el resto de sus escritos. Si aquella novela supuso su descubrimiento, American Psycho, de 1992 (con una celebrada versión cinematográfica), le valió la consagración. Después llegarían, con más o menos fortuna, Las leyes de la atracción (2002), Los confidentes (1994), Glamourama (1999) y Lunar Park (2006).

Suites Imperiales

Bret Easton Ellis

Traducción de Aurora Echevarría

Mondadori. Barcelona, 2010

160 Páginas. 16,90 euros

Easton Ellis repite fórmula y presenta otra vez una sociedad vacua que sale sin duda malparada de la revisión
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Primeras páginas de 'Suites imperiales'. de Bret Easton Ellis.

Suites Imperiales es una suerte de continuación de aquella primera entrega de 1985 (que también fue llevada al cine), protagonizada por los mismos personajes 25 años después, es decir, rondando ahora la cincuentena. Podría decirse que, por desgracia, con este volumen se confirma el dicho de que segundas partes nunca fueron buenas.

Clay se ha convertido en un guionista de éxito y viaja a Los Ángeles para participar en la producción de su nueva película. Allí se reencuentra con sus viejos conocidos y de nuevo forma parte de ese círculo superficial y patético que resulta de mezclar el dinero con el aburrimiento y el poder con la falta de valores. Una actriz voluptuosa consigue que Clay pierda la cabeza y que se vea envuelto en una trama rocambolesca en la que van y vienen escenas sexuales, asesinatos, dinero, prostitución, filmaciones snuff, borracheras, chantajes, celos e infidelidades, todo ello construido a partir de una estructura que debe demasiado a las casualidades y a los ganchos que después quedan sin ningún tipo de justificación.

Easton Ellis repite fórmula y presenta otra vez una sociedad vacua que sale sin duda malparada de la revisión. Tampoco la obra que la refleja, esta vez, parece mantenerse en pie: no consigue ir más allá de la descripción resumida de una serie de escenas algo iterativas -eso sí, de gran contenido visual y mediante un lenguaje cortante y de ritmo ágil muy bien captado por la traductora- que tal vez servirían como punto de partida para la escritura de un guión cinematográfico. Quizás por esa razón uno de los personajes se defiende así: "-Mira, no trates de encajar todas las piezas. -¿Por qué no? -Esto no es un guión. No va a aclararse. No va a cuadrar todo en el tercer acto". (Página 102).

Es cierto: ni es un guión ni cuadra. El trabajo con los personajes es insuficiente -a buen seguro porque el autor supone que hemos leído o vamos a leer Menos que cero-, y el visible manejo de hilos por parte de Easton Ellis no permite a la historia levantar vuelo y alcanzar autonomía.

Suites Imperiales podría constituir una reflexión descarnada sobre la opulencia -antónimo moral del sentido común-, pero es una fotografía de la inanidad tomada desde la inanidad.

Imagen captada en Los Ángeles.
Imagen captada en Los Ángeles.GETTY IMAGES / COLLECTION MIX

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