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EL RINCÓN

El tiempo geológico de Eduardo Punset

Delante de su escritorio, una mesa antigua, ordenada pero llena de papeles, libros, un pequeño ordenador portátil y una añeja paleta matamoscas, Eduardo Punset (Barcelona, 1936) tiene una ventana que recorta un paisaje verde dominado por una hilera de altos cipreses. La mayoría de sus libros los ha escrito aquí, en Fonteta (Girona), un pequeño pueblo del Ampurdán en el que en 1973, a su regreso a España, compró una antigua masía de auténtico aspecto rural que aún conserva un arco del siglo IX. "Está al final del pueblo y eso me permite gozar del silencio", explica este hombre simpático y extrovertido que ha conseguido conquistar a casi un millón de lectores con sus ensayos y libros de divulgación científica. El último, El poder de la mente (Destino), aún sigue en los primeros puestos de las listas con 150.000 ejemplares vendidos desde marzo. "El silencio te ayuda a abstraerte del tiempo. Cuando no hay puntos de referencia auditivos es más fácil sumirte en la perspectiva del tiempo geológico, que es en la que yo estoy normalmente". Si alguien le apremia, acaricia pausado el fósil de un dinosaurio baby de hace 150 millones de años que tiene en una repisa. Brillante conversador, solo se detiene a momentos para escuchar, emocionado, algún fragmento del O mio babbino caro en la voz de Maria Callas que está sonando. Abundan las fotos personales en su estudio y enseña una en la que aparece su añorada perra Pastora para ejemplificar que su inspiración es muy variada. "La felicidad está en la sala de espera de la felicidad", dice. "Esta idea que ha tenido bastante éxito fue Pastora quien me la enseñó cuando la veía cómo esperaba la comida exultante y cuando ya la tenía igual ni le hacía caso". Sobre la mesa están los documentos preparatorios de las próximas entrevistas de Redes, el popular programa de divulgación científica que dirige en TVE, y una carpeta con notas para un nuevo libro que deberá esperar. "Antes me gustaría hacer otro en el que pueda resumir un poco qué es lo que la gente puede hacer para estar menos preocupada, cosas como usar la intuición con más solvencia y más rigurosidad", explica mientras reconoce que su producción conocida, aunque prolífica, "es solo un 10% de los ensayos, pruebas y errores que he desechado". Orgulloso de haber sido uno de los primeros en entender que la ciencia no está reñida con el entretenimiento, Punset reivindica que "lo maravilloso del pensamiento científico es su fragilidad, el estar siempre dispuesto a que lo que defiendes es transitorio hasta que se prueba lo contrario".

"Lo maravilloso del pensamiento científico es su fragilidad", sostiene Eduardo Punset.
"Lo maravilloso del pensamiento científico es su fragilidad", sostiene Eduardo Punset.Pere Durán

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