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Reportaje:DÍA DE INTERNET

El reto del 'Internet de las cosas'

El investigador del MIT Neil Gershenfeld defiende un humilde Internet 0 para interconectar las cosas

Tomàs Delclós

Internet nació conectando personas a través de máquinas. Ahora una parte importante de su Red, un 12% del tráfico, conecta máquinas que hablan entre ellas para cumplir una tarea sin necesitar al hombre. El siguiente paso es el llamado Internet de las cosas. Se trata de que el actual Internet salte del universo en que se mueve al de los objetos, identificados y capaces de conectarse e intercambiar información. Las explicaciones sobre este futuro Internet de las cosas están llenas de metáforas y no es extraño que, junto a científicos, también hayan escrito sobre este futuro novelistas como Bruce Sterling.

Uno de los investigadores que con más persistencia trabaja y teoriza este horizonte es Neil Gershenfeld, del MIT.Uno de los investigadores que con más persistencia trabaja este horizonte es Neil Gershenfeld, del MIT. En 1999, publicó Cuando las cosas empiecen a pensar (Granica) donde, junto al relato de experiencias de laboratorio, había un lado estrictamente programático. "Además de intentar que los ordenadores estén en todas partes, deberíamos intentar que no estorbaran", escribía. En su tesis fijaba los derechos de quienes emplean las cosas ("hacer uso de la tecnología sin atender las necesidades de ésta") y también los derechos de las cosas: tener identidad, acceder a otros objetos y detectar su entorno.

El mes pasado, Gershenfeld estuvo en Barcelona donde el Institut d'Arquitectura Avançada ha abierto uno de los fablabs que él promueve, laboratorios-fábrica en los que los ciudadanos utilizan máquinas para inventar y fabricar cosas que les interesan, a su medida. Frente a las profecías que no creen que podamos ver un mundo con objetos interconectados hasta dentro de 30 años, Gershenfeld cree que hay que "diferenciar el largo plazo y los sorprendentes pasos que se dan a corto plazo. Entender el largo plazo permite comprender lo que supone la revolución digital" . Y explica que en los años cuarenta del siglo pasado, Claude Shannon demostró que la codificación digital da la posibilidad de comunicación perfecta a pesar de que exista ruido. En los cincuenta, Neumann demostró el mismo principio en el mundo de los ordenadores: el ensamblaje de piezas imperfectas no impide disponer de una máquina que cumple perfectamente su función. Y este mismo principio se aplica a la fabricación digital. "Nuestro propio cuerpo, de hecho, está construido por pequeños ordenadores en las proteinas. El actual estadio de la investigación sobre la fabricación digital consiste en que los ordenadores no controlen las herramientas sino que sean herramientas y que los programas no diseñen cosas sino que sean las cosas".

Internet 0

Un mundo interconectado parece exigir un ciudadano muy competente en nuevas tecnologías. Gershenfeld considera que "la clave es que cuando la gente puede crear su propia tecnología es entonces cuando se despierta la pasión. La solución no es solo una mejor educación o software más amigable sino dar la posibilidad de que la gente pueda crear tecnología por sí mismos".

Un concepto asociado al Internet de las cosas es el Internet 0. Frente al Internet que crece y exige más ancho de banda, el Internet 2 para grandes maniobras telemáticas, Gershenfeld habla del Internet 0 porque una bombilla no necesita tanto ancho de banda. "La expresión de Internet 0 nace precisamente del proyecto Media House que se llevó a cabo en Barcelona. Se levantó una estructura con la idea de una vivienda programable basada en microchips que son servidores web, sensores que controlan la energía y pueden comunicarse de muy distintas maneras. Cuestan un dólar. El nombre de Internet 0 procede del empleo de una comunicación lenta para hacer más fácil su implementación. Lo que los dispositivos hacen en la Internet 0 se acerca más al código Morse, el usado en telegrafía". Gershenfeld comenta que si la domótica no ha avanzado lo que se esperaba es porque la industria de la construcción no se da cuenta de que además del departamento de electricistas necesita una sección de IT. "El coste no está en los dispositivos sino en la red, si hay que rehacerla".

En noviembre de 2005, la Unión Internacional de las Telecomunicaciones, una agencia de Naciones Unidas, presentó su informe sobre el Internet de las cosas. "El próximo paso es integrar cosas en una red de comunicación. Ésta es la visión de una verdadera red ubicua: en cualquier lugar, a cualquier hora, por cualquier persona y con cualquier cosa". Y las cuatro tecnologías que enumeraba para hacerlo posible eran las etiquetas de identificación por radiofrecuencia (RFID), los sensores inalámbricos, la inteligencia embebida y la nanotecnología. En un capítulo donde imagina el futuro describen la vida de "Rosa, una estudiante española, en el 2020". Quiere irse un fin de semana a los Alpes y los sensores de los neumáticos le avisan de una avería, compra una chaqueta multimedia con ajustes de temperatura, tiene una videoconferencia con su novio a través de las gafas y se encuentran en el camino gracias a sus navegadores...

El informe destaca que la adopción de estándares y la interoperabilidad han de resolverse para facilitar el camino. El documento insiste en las RFID lo que conlleva la desconfianza del ciudadano. ¿Cómo controlar la recolección inadvertida de datos? Para Gershenfeld, "las RFID tienen bastantes problemas. El mayor es que el usuario puede leer la etiqueta pero necesitaría un ejército de consultores para programar una y hacer algo con ella. El actual RFID no tiene nada que ver con Internet, pero en el mundo del Internet 0 el usuario puede comunicarse físicamente con las etiquetas. Porque ahí cada etiqueta tiene una función y está en la red. Las RFID están aisladas, en el vacío. En el Internet 0, las etiquetas son un paquete físico que forma parte de la red y ello rebaja las preocupaciones sobre la privacidad".

Josep Paradells, investigador de la Politècnica de Catalunya y de la fundación I2cat, comenta que el futuro de Internet de las cosas no reside sólo en conectar cosas sino en dar inteligencia ambiental. "Además de la automatización de los hogares o la vigilancia de enfermos, de lo que se habla mucho, están aplicaciones para el control y la salvaguarda del entorno". Y matiza el papel de la actuales etiquetas RFID. "Las más conocidas son pasivas, sólo dan información cuando son activadas externamente. Luego hay las RFID con baterías que pueden tener un papel más activo, pero siempre se trata de responder a una pregunta externa. En cambio los sensores tienen cierta capacidad para captar datos, procesarlos, hacer algo con ellos. El problema es que las RFID más sencillas pueden costar céntimos. Las activas, entre 20 y 30 euros y los sensores más. Otro cuello de botella es la alimentación de los mismos. Si hay que recargar sus baterías periódicamente pierden mucha utilidad. De ahí los estudios para alimentarlos de forma permanente por vibración, presión o energía lumínica".

Paradells ha trabajado en prototipos que cambian la imagen tradicional de la domótica. "Habitualmente se piensa en sistemas para controlar el hogar, pero si quieres colocar una bombilla en un lugar imprevisto...es un problema. La alternativa es establecer la comunicación con el interruptor por el cable eléctrico o por radio. En el primer caso, conectas el interruptor en cualquier enchufe, más que instalar interruptores instalas enchufes. En el segundo, los interruptores están alimentados por baterías y pueden estar en cualquier lugar, sin necesidad de enchufe". Al dotar a la bombilla de una dirección IP y estar conectada a la red puede ser controlada desde cualquier lugar. Otras investigaciones se refieren al control de electrodomésticos en función del perfil del usuario (que la televisión se encienda por el canal preferido de quien quiere verla, baje el volumen si suena el teléfono, etcétera) o a la mejora de los mecanismos de teleasistencia.

Los 'spimes' de Sterling

Bruce Sterling, en su libro Shaping Things, llama Spimes a la próxima generación de objetos en el universo de la tecnocultura. Se trata de "información mezclada con sostenibilidad". En Wikipedia resumen claramente que son los spimes: tienen una identidad única legible digitalmente; son localizables y trazables; pueden ser buscados desde buscadores; reciclables; diseñados y almacenados virtualmente y en muchos casos pueden ser fabricados por el propio usuario.

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