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Crítica:LIBROS
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La rutina de vivir

Manuel Cruz

La palabra rutina es sinónimo, en numerosos contextos, de aburrimiento. En muchos más, de monotonía. Ante ella se alzan, con connotaciones opuestas, términos como aventura, descubrimiento o novedad. En realidad, la contraposición en cuanto tal tiene mucho de artificiosa. Me atrevería a decir que el que se ufana de su incapacidad para organizar nada o seguir disciplina alguna ("a mí lo que más me gusta es salir a la aventura", acostumbra a ser una de sus frases favoritas) termina agotando todas sus energías en resolver aquellas cuestiones de orden material, práctico, que se obstinó en no solucionar con antelación, en tanto que el disciplinado rutinario lo que de veras persigue es automatizar lo secundario -dedicarle el mínimo de atención- para conseguir quedarse a solas y de frente con lo esencial, con lo que de veras le importa. Chantal Maillard advierte bien temprano al lector de su Bélgica que "Itaca, cualquier Itaca, es un lugar interior". De la misma forma que le hace saber que "hay viajes que pueden contarse y otros que no", inscribiéndose a veces estos últimos dentro de los primeros "al modo de esas inscripciones que grabamos en el interior de un anillo". Los presentes cuadernos de memoria deben ser vistos como el esforzado trabajo, por parte de la autora, de descifrar unos signos hasta el momento ocultos a los ojos del resto de los mortales. Con el delicado gesto de quien muestra a un ocasional confidente la inscripción oculta del anillo, Maillard se dedica a lo largo de su libro a revelarle al lector el sentido, el orden (y el desorden) secreto de su vida, el néctar de experiencia que han ido destilando anécdotas y episodios a menudo inanes en apariencia, pero a los que la pluma y la mirada de la autora convierten en fogonazos de inteligencia y de belleza. Que nadie espere, pues, encontrar aquí recorridos por territorios exóticos, lugares de ensueño o remotos parajes. Tampoco confíe en tropezar con el relato de encuentros con personajes novelescos, figuras de deslumbrante hermosura o de hechizante maldad. Ni es el propósito de la autora ni probablemente estemos ya para soportar más capítulos de esas aventuras/imposturas a las que algunos émulos de Indiana Jones -con su salakov de juguete bien calado- son tan proclives. Lo que nos ofrece Maillard, por el contrario, es algo que apenas por unos pocos instantes el lector puede considerar que es una pretensión más modesta: un viaje al territorio de la infancia. Pero de inmediato ese mismo lector comprobará que anida en la mencionada pretensión una ambición extremadamente limpia, poderosa y esclarecedora. No hay aquí trampa alguna. Conviene reconocerlo: no existe realidad que consiga materializar por completo nuestros proyectos. Cualquier acción, por definición, deja un residuo de insatisfacción. Pero esa no puede ser nunca la última palabra (y no lo es en este libro). Por lo que se impone preguntarse es por la calidad de dicha insatisfacción: ¿es sólo la tristeza (post cohitum, vamos a decir) por haber alcanzado lo largamente esperado? ¿O bien, sin que terminemos de darnos cuenta de ello, es la constatación de la distancia entre lo obtenido y lo realmente anhelado? Tampoco en este Bélgica se halla la respuesta a tales preguntas, pero es una delicia recorrer sus páginas buscándola.

Bélgica. Cuadernos de memoria

Chantal Maillard

Pre-Textos. Valencia, 2011

344 páginas. 25 euros

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