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La siesta de M. Andesmas

Narrativa. Nos adentramos en el territorio literario de La siesta de M. Andesmas queriendo el "paso prudente y medido" que Valérie Andesmas aconsejó a su anciano padre. Porque sabemos que en la prosa de Marguerite Duras la contención de las acciones externas, sostenida con prodigiosa destreza de funámbula, enmascara una profusión de sucesos emocionales y estados de conciencia (incapacidad, urgencia, crueldad, abandono) que tendrán un correlato de trascendencia vital, y que la casi ausencia de movimiento exterior solo anticipa el alud interior que se aproxima. Estamos en una tarde de verano, en un bosque del Mediterráneo, al pie de una casa que M. Andesmas ha comprado para Valérie, su niña, "cuyo amor reina sin piedad sobre su vida declinante". El anciano espera a Michel Arc, contratista encargado de construir un mirador que tiene por horizonte el mar y desde el que se divisa la plaza del pueblo. En esta exquisita novela, reeditada con mimo por Demipage y traducida con precisión poética por Amelia Gamoneda, la escritura durasiana alcanza la genialidad: en constante desplazamiento, los tiempos y los puntos de vista confluyen al final para que, a través de los personajes en escena (la mujer de Michel Arc revelando a M. Andesmas la incerteza sobre la que se construye el relato), tengamos noticia de lo que marca el destino de los ausentes (Michel y Valérie), aunque ellos mismos no puedan saberlo aún. Presencia y ausencia, luz y sombra, pasado y futuro, comienzo y acabamiento componen la geometría estructural de La siesta de M. Andesmas, perfecta como un poema que contuviera todo: la vida y la muerte, un mismo abismo.

La siesta de M. Andesmas

Marguerite Duras

Traducción y prólogo de Amelia Gamoneda

Demipage. Madrid, 2011

119 páginas. 18 euros

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