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Crítica:70ª FERIA DEL LIBRO DE MADRID | ARTE
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

De lo sólido a lo etéreo

Afrontar el desmontaje de un libro que ya anuncia en su sugerente subtítulo "de las ventajas e inconvenientes del arte para la vida", supone un estimulante ejercicio imaginativo que altera los espacios conceptuales. El pensador madrileño José Luis Pardo no defrauda con su readaptación de artículos que acometen la enrevesada tarea de revelar el sentido del arte en la sociedad actual. ¿Es más importante vivir que crear, debe el arte servir para estilizar la vida o hay que vivir de manera artística, o poética, que diría un extraviado vate? Ante ello Pardo defiende la separación entre Estética e Historia del Arte, es decir, la distancia entre la apreciación y la especialización y recala en la inextinguible desestetización, que no desestatización y más bien desnaturalización, del arte contemporáneo tras el exterminio por parte de las vanguardias históricas de cualquier agente contaminante sospechoso de patrocinar lo "bello", entendida la belleza como seducción de las masas, para abonarse al ciclo de reproducción de una apología del desamparo y de lo perverso.

Estética de lo peor

José Luis Pardo

Pasos Perdidos / Barataria. Madrid, 2011

297 páginas. 21 euros

La lenta pero tenaz disipación del concepto de una Estética hegeliana, o filosofía del arte, no ha conseguido sin embargo extinguir la brecha, cada vez más considerable de un arte libre y otro servil. Ante el sempiterno debate de la premisa burguesa del factor inútil (etéreo) de arte y por ello su "valor de cambio", frente a la técnica como creadora de cosas prácticas (sólidas), pero reemplazables, Pardo determina: "La obra de arte es un signo liberado de todo contexto determinado". Esto lleva a puntualizar que el arte no soluciona nada y que solo es capaz de conjeturar dilemas. A partir de este enunciado el autor plantea que la estética está comenzando a suplantar a la ideología en una época en que la política desideologizada asfixia al ciudadano con su banal representación del poder como empeño en la denegación de lo positivo y el enaltecimiento de la deshonestidad, de vicios y maldades a la espera de que todo le vaya peor al adversario para recolectar los despojos tras pescar con granadas. Pardo opta por la intertextualidad como motor de su discurso y en su trama adscribe desde los textos de Ernst Jünger al cine de David Cronenberg, sobrevolando los pensamientos de Michel Foucault, la herencia del artista Ramón Gaya, los motivos étnicos o las viñetas de El Roto. Frente a los malos tiempos para la economía, el mercado y la igualdad, compensan obras como Estética de lo peor, que indican esplendor para con el pensamiento divergente.

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