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Tribuna:Diez años de la moneda única
Tribuna
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Buñuel en Europa

En su libro de recuerdos, Mi último suspiro, Buñuel se lamentaba por no haber podido rodar El ángel exterminador en Europa. "Lo imaginaba más bien en París o en Londres, con un escenario realmente lujoso". Ustedes conocen el argumento: una mansión, una velada dispuesta para unos burgueses a los que se ha invitado. Inexplicablemente permanecerán varios días sin poder salir. Surgen el cansancio, la suciedad, el conflicto. Se descomponen las relaciones sociales.

Ha transcurrido un decenio desde que doce países de la Unión Europea establecieron el euro como moneda única. Llegamos al aniversario con la impresión de estar ante un refrito de la obra de Buñuel. Eso sí, con una importante diferencia: mientras que en el original el servicio pudo abandonar la casa, ahora es el único que tiene seguro que no sale.

Como en 'El ángel exterminador', Alemania y Francia predican virtudes que evitan una y otra vez El nacionalismo bipolar europeo y los ajustes en España nos hundirán económicamente

Para participar en el euro se exigieron buenas credenciales: tener las cuentas, especialmente las deudas, saneadas y controladas. Así lo hicieron ¿todos? No, alguno engañó. Una vez dentro empezó el banquete, cada uno lo digirió a su manera: a algunos les produjo gases; a otros, desajustes variados. Pero el diseño intelectual de una política monetaria de talla única no contemplaba defectos. Se siguieron predicando las virtudes de la estabilidad de precios y la prudencia fiscal -aunque Alemania y Francia incumplían reiteradamente lo acordado-. Sucedió algo inesperado. Una grave crisis financiera produjo el colapso de otro diseño intelectual: el paradigma del control de riesgos. Las puertas comenzaron a cerrarse y fue entonces cuando cayeron en la cuenta de que habían olvidado la salida de emergencia. Así está, diez años después, la eurozona.

El presidente de la AEB lo describe acertadamente: "Lejos de mitigar los riesgos de la crisis, la moneda única los ha acrecentado: permitió el sobreendeudamiento, cerró los mercados al inicio de las dificultades impidiendo la refinanciación bancaria y hoy impide resolver la crisis soberana porque no tiene los instrumentos precisos para ello". Quizá hubiera ganado en rigor añadiendo las responsabilidades del sector financiero en el desaguisado.

Buñuel dio una oportunidad a los encerrados: cuando recapacitan sobre su situación logran salir ¿Qué hicieron? Encargar un tedeum. Las puertas se volvieron a cerrar y no se supo más de ellos.

La Unión Europea, o la ecuación en la que va camino de convertirse (26 menos x), vuelve a refugiarse en la fantasía. El hada de la confianza, la llama Krugman. Pretender que los recortes presupuestarios en una economía deprimida impulsaran la expansión, al aumentar la confianza de los inversores, las empresas y los consumidores es pura fantasía, porque, "por extraño que parezca, eso no ha sucedido en ninguna parte".

Los acuerdos del Consejo Europeo del 8 y 9 de diciembre harán nacer una nueva Europa, afirma el presidente Sarkozy. Prueben ustedes a buscar solidaridad en los documentos aprobados. Solidaridad es una seña de identidad de la Unión. Antes de su propia existencia. En 1953, Grecia fue uno de los 22 países firmantes del Tratado de Londres, que redujo a la mitad las deudas de Alemania anteriores y posteriores a la guerra. El pago de los intereses, comparables con los que hoy adeuda la propia Grecia, se aplazó hasta que se produjese la reunificación. Las autoridades alemanas saldaron la deuda en 2010, veinte años después de la reunificación. El Tratado de Londres estabilizó economía y democracia en Alemania. Hoy, por la deuda se desestabiliza economía y democracia en la Unión. Preocupa el nuevo afán de dominio, esta guerra, económica, solapada tras la austeridad autoritaria que se está produciendo en Europa. Delors alertaba: "No solo hay guerra con armas".

Asistimos a un escenario insólito. Por primera vez, la mayoría de los préstamos del FMI se concentran en la zona euro; las adquisiciones de deuda por China, que acumula más de 3,2 billones de dólares en reservas, son la salvación de los países europeos con problemas para colocar nuevas emisiones. Soberanos subsidiarios, así se empieza a denominar a Estados de la eurozona.

Una de las primeras potencias económicas, el primer destino de las inversiones extranjeras; la primera potencia en democracia y cohesión social del planeta está abocada a la recesión económica y a la crisis democrática por seguir recetas impuestas por un Gobierno que las ha incumplido y las incumple.

Es urgente un cambio de las políticas porque se está produciendo una degradación que costará mucho revertir. Es necesario un gran acuerdo social en favor del crecimiento económico, del empleo, pero también para defender nuestro patrimonio más valioso: el Estado de bienestar y el modelo social europeo. Son seña de identidad de la UE y están siendo erosionados.

Los ciudadanos tienen que confiar en que les irá mejor asegurando el futuro del euro. Hoy por hoy, y si nadie lo remedia, la moneda única puede ser la historia de una devastación financiera, política y social.

En este escenario de poder que se está configurando en Europa, de nacionalismo bipolar, los ajustes que pretenden imponer a España, además de hundirnos económicamente, pueden convertirnos en el socio que asegura a otros recibir financiación barata y abundante y suministra mano de obra sobrecualificada. Evitarlo es responsabilidad de todos, especialmente del nuevo presidente del Gobierno.

Cándido Méndez es secretario general de UGT.

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