_
_
_
_
_
Reportaje:Primer plano

¿Unos Juegos rentables?

Brasil afronta los JJ OO de 2016 con 14.400 millones de dólares

Carmen Sánchez-Silva

Río de Janeiro está de enhorabuena desde que, la semana pasada, el Comité Olímpico Internacional (COI) seleccionara su candidatura para acoger los Juegos Olímpicos de 2016. Y no es para menos, no sólo por ser la primera capital de América Latina que los celebra en la historia, sino porque el impacto económico que genera un evento de esta magnitud impulsa el desarrollo de cualquier ciudad, la sitúa en el mundo gracias a los millones de telespectadores y visitantes internacionales que se dan cita en torno al acontecimiento. Y, por supuesto, tiene su reflejo en el resto del país.

Las inversiones ya están en marcha. Serán, según el proyecto Río 2016, 14.400 millones de dólares destinados a la organización de los 15 días de competición y a las inversiones previstas para infraestructuras deportivas, de alojamiento y, sobre todo, de transportes. Un presupuesto que servirá para cambiar la idiosincrasia de la ciudad carioca. Los principales "peros" que ha puesto el COI a la ciudad anfitriona han sido su inseguridad, la lejanía entre las instalaciones olímpicas y los alojamientos (más de 30 kilómetros) y el deficiente funcionamiento de los transportes, así como la insuficiencia de plazas hoteleras. Carencias que intentarán subsanar las inversiones y que pueden convertirse, de ser así, en el mejor legado que reciba Río después de 2016.

Más información
Brasil va a por todas
Río 2016, una oportunidad para las empresas españolas

Porque unos Juegos Olímpicos tienen un impacto económico inducido que perdura en el tiempo. "No sólo es el derivado del evento atlético y las inversiones que se ponen sobre la mesa para acogerlo, si no de las inversiones extranjeras que puedes atraer antes de la propia celebración y hasta años después". Así lo pone de manifiesto el estudio realizado por Ferran Brunet, investigador del Centro de Estudios Olímpicos y profesor de la Universidad Autónoma de Barcelona, de la que depende. Brunet cuantifica este impacto económico adicional entre los 3.050 millones de dólares que registró Sidney en 2000 y los 22.800 millones de Beijing (ver cuadro adjunto).

"Los Juegos Olímpicos estaban en la ruina hasta Los Ángeles 1984, cuando se introdujeron los derechos televisivos y el merchandising", asegura el profesor del IE Business School Gildo Seisdedos. Desde entonces, prosigue, el resto de las ciudades ha obtenido gran rentabilidad al acogerlos; algunas, sobre todo, política, como Seúl y Beijing, y otras, económica, especialmente Atlanta, Barcelona y Sidney. "Atenas fue un desastre por problemas de mala gestión", asegura, ante la única excepción que se ha dado desde entonces.

"Río tiene como grandes ventajas para la celebración de los JJ OO su grado de crecimiento económico y la necesidad de infraestructuras, cuyas obras se van a acelerar gracias a esta cita internacional", afirma Seisdedos. A su juicio, la capital carioca seguirá los ejemplos de renovación urbana de que han sido modelo, fundamentalmente, Barcelona y, después, Sidney.

Pero existen riesgos, advierte Brunet. "El primero es que el presupuesto organizativo pueda desviarse significativamente. Se les pueden disparar los costes por la inflación, que, sin duda, elevará los salarios en el área de Río. Los juegos son una oportunidad, pero también un riesgo. Hay que garantizar que el espectáculo deportivo salga a la perfección, que es lo más relevante y lo que aporta la buena o mala imagen del país", asegura el investigador. Y añade: "En Río, el impacto económico se va a diluir porque es una ciudad enorme. Pero el impacto social va a ser muy importante y se va a simbolizar en el parque olímpico, como ocurrió en Beijing 2008, que se convirtió en un icono de arquitectura modernista en la ciudad".

La organización de los máximos galardones deportivos genera 60.000 empleos en casi cualquiera de los JJ OO celebrados hasta ahora; en Brasil pueden ser más, mantiene Brunet. "Los juegos van a ser rentables para Río de Janeiro. Pero se necesita estabilidad".

El aumento del turismo y la atracción de empresas y negocios hacia el país son el mejor legado que puede recibir Río de Janeiro gracias al mayor de los eventos deportivos. Pues ese crecimiento genera consumo y empleo. "Las olimpiadas proporcionarán una exposición y promoción en el extranjero no sólo de la ciudad de Río, si no de todo Brasil. Será un beneficio incalculable para nuestro turismo y nuestra economía a largo plazo", declaró el ministro de Turismo brasileño, Luiz Barretto, tras la elección del COI. El Gobierno prevé que el número de visitantes extranjeros crezca entre un 10% y un 15% en 2016. Y hay que tener en cuenta que Brasil, con 190 millones de habitantes, sólo recibe algo más de cinco millones de turistas foráneos. Los demás están por llegar. -

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Carmen Sánchez-Silva
Es redactora del suplemento Negocios. Está especializada en Economía (empleo, gestión, educación, turismo, igualdad de género). Ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS. Previamente trabajó en La Gaceta de los Negocios, Cinco Días, Ranking, Mercado e Ideas y Negocios. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_