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Reportaje:BREAKINGVIEWS

Peligro de contagio internacional

La recesión de Europa amenaza a un mundo todavía débil

Los mercados se han alegrado mucho de la suspensión del referéndum griego y de una bienvenida bajada de los tipos por parte del Banco Central Europeo (BCE). Pero la crisis de la eurozona ya ha perjudicado el crecimiento. La gran incógnita es si Estados Unidos y Asia se mantienen en pie, o siguen a Europa en su caída.

Las fuerzas recesivas ya parecen potentes en Europa. IHS Global Insight prevé reducir su actual pronóstico de un crecimiento de solo el 0,3% en la zona euro en 2012. Hay dos problemas. Primero, la austeridad fiscal se ha vuelto esencial en la mayor parte de la eurozona. Incluso Francia promete hacer un esfuerzo. A corto plazo, los recortes del gasto gubernamental y la subida de los impuestos están perjudicando el crecimiento.

Segundo, la confianza se ha desplomado. Las empresas no invertirán ni contratarán mientras el futuro de la eurozona esté en duda. Los bancos pueden ver anunciadas las devaluaciones de activos ante sus propios ojos. Amenazados por los impagos, ordenados o no, reducirán los balances generales en vez de prestar más dinero. ¿Y quién, aparte de los Gobiernos en apuros, quiere adquirir más préstamos ahora?

El mayor peligro es que la recesión europea se extienda. La recesión en Europa equivale a menos demanda para los exportadores de Asia. La demanda de materias primas -y los precios- podría debilitarse. Y aunque los mercados financieros están muy contentos hoy, es muy probable que la siguiente etapa del drama de la eurozona provoque de nuevo el pánico y ello convierta la inestabilidad inducida de la eurozona en un problema mundial.

La pregunta fundamental será si Estados Unidos y China pueden soportar la tensión. La relativamente cerrada economía estadounidense ayuda. Las exportaciones representan menos del 13% del PIB. Y la recuperación se ve favorecida por el miedo mundial en un aspecto: los exiguos rendimientos de los bonos del Tesoro de EE UU están abaratando las hipotecas y ayudando a estabilizar el sector inmobiliario.

Pero los movimientos de capital plantean un riesgo especial para Asia y las economías emergentes en general. Los inversores se volverán a retirar de los activos del mercado emergente cuando los temores relacionados con el euro se hagan más fuertes. Esas huidas en busca de seguridad debilitan las monedas del mercado emergente y dificultan la financiación, y podrían conducir a presiones estanflacionistas, ya evidentes en Turquía.

La crisis de Europa tiene al mundo preocupado con razón y exige una respuesta mundial, pero los responsables políticos tienen que tener cuidado. Una tercera ronda de relajación cuantitativa tendría el riesgo de sumarse a la inflación que ya ha obligado a adoptar políticas más estrictas en la mayoría de las economías emergentes. Pero el G-20 acertaría empujando a China a permitir que el yuan suba más deprisa. Eso contribuiría a reequilibrar el comercio mundial y a frenar la inflación china (en lugar de bombear exportaciones chinas a un mundo afligido por la crisis).

En general, el panorama es preocupante. Un mundo que todavía lucha por recuperarse de una recesión difícilmente puede hacer frente a otra en Europa. El peligro para el crecimiento mundial es real.

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