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FUGA DE CAPITALES

Desde Rusia con dinero

Rusia parece incapaz de poner freno a sus fugas de capital, en constante aumento. Las estadísticas dicen que ascendían a 43.000 millones de dólares durante los seis meses previos a marzo, y que se les sumaron otros 7.800 millones de dólares en abril. Las autoridades están desconcertadas. Deberían estar preocupadas.

En teoría, la reciente subida de los precios del petróleo debería estar atrayendo más inversión. Pero el aumento del precio del petróleo puede de hecho haber contribuido a la fuga de capital: las empresas petroleras rusas colocan una parte de sus beneficios en el extranjero. Pero las estadísticas oficiales muestran que la repatriación retardada de beneficios -7.000 millones de dólares en el primer trimestre del año- no es más alta de lo habitual, lo que plantea dudas sobre esta teoría.

Otra explicación, relativamente benévola, es la liquidez del rublo. A lo largo del último año, las empresas rusas pudieron adquirir préstamos en rublos a tipos relativamente baratos, lo que hacía que fuera ventajoso usar la deuda local para liquidar las deudas extranjeras o financiar adquisiciones en otros países. Esta explicación se queda un poco corta: en las últimas semanas, la liquidez nacional se ha reducido, los tipos de interés han subido y las fugas de capital han aumentado.

Algunas fuentes oficiales rusas proponen otra razón más: la incertidumbre política, ya que nadie sabe si el presidente Dmitri Medvédev o el primer ministro Vladímir Putin seguirán ocupando el Kremlin tras las elecciones presidenciales de 2012. Puede que algunos grupos empresariales teman un cambio en el equilibrio de poder, o la posibilidad de conflictos dentro de la élite. Sin embargo, las elecciones anteriores no fueron acompañadas de fugas de capital de semejante magnitud.

Lo cierto es que la mejor explicación, y la más inquietante, podría ser el mal entorno para la inversión en Rusia. El crecimiento económico, que se prevé que sea del 4% este año, se ha reducido a la mitad de lo que era antes de la crisis financiera. Mientras tanto, la fuerte subida que han experimentado últimamente las retenciones a cuenta sobre el IRPF se ha sumado a la carga que soportan las empresas. Es inevitable que haya más subidas de impuestos, y las distintas facciones del Gobierno se pelean ahora por los detalles.

No hay ninguna solución sencilla para el lento crecimiento económico, la carga fiscal en constante aumento y los viejos problemas de la corrupción y la burocracia. Hasta que Rusia consiga hacer frente a estos problemas, el capital tendrá muchos motivos para huir.

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