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Reportaje:Diez años de la moneda única

Aquellos años del entusiasmo

La incorporación al euro exigió un esfuerzo para contener el déficit, la deuda y la inflación que cumplieron con éxito los últimos Gobiernos de Felipe González y los primeros de José María Aznar

Los dos partidos que compartieron las responsabilidades de integrar a España en el euro se atribuyen el éxito de haberlo logrado. Y no les falta razón. Los agasajos recayeron en mayor medida en el primer Gobierno de José María Aznar, que era el que estaba al mando cuando se pasó el examen de los criterios de Maastricht en 1999; pero debe ser reconocida la labor que durante los años anteriores a 1996 hicieron los últimos Gobiernos de Felipe González, bajo cuyo mandato se firmó -en febrero de 1992- el Programa de Convergencia que daría lugar a la moneda única.

La realidad es así y así lo reconoce el actual ministro de Economía, Luis de Guindos, que fue uno de los que participó en el empeño con el PP, en el equipo económico que montó el vicepresidente económico, Rodrigo Rato, para abordar los últimos años del ajuste europeo. "El euro fue el objetivo de la política económica del Gobierno de Aznar, el referente tras salir de la crisis", afirma el actual titular de Economía, que precisamente tiene ahora, entre otras, la tarea de sacar a España de otra crisis mucho más virulenta y que afecta a la línea de flotación de la eurozona. "La economía estaba muy saneada", prosigue en unas declaraciones previas a ser nombrado ministro, "se habían producido cuatro devaluaciones de la peseta, no había burbuja inmobiliaria y las familias no estaban sobreendeudadas, como ahora".

Guindos: "El euro es el cielo protector; quien piense que hay vida fuera se equivoca"
Los ajustes de Solchaga y Solbes permitieron a Rato afinar el proceso

Es decir, se había aprovechado la crisis de los primeros noventa para equilibrar las finanzas públicas y cumplir los cinco criterios que exigía Maastricht: inflación, déficit público, deuda pública, tipos de interés y tipo de cambio. Las políticas de ajuste aplicadas primero por Carlos Solchaga, que realizó tres de las cuatro devaluaciones, y luego por Pedro Solbes, que hizo la otra además de poner en marcha nuevas medidas de contención, permitieron después a Rodrigo Rato afinar el proceso.

El Programa de Convergencia era material pedagógico sobre control de déficit, deuda e inflación, principalmente. Comenzó a aplicarse en una etapa de fuertes inversiones en infraestructuras (plan de carreteras, Expo de Sevilla, Juegos Olímpicos) y había que contener los desequilibrios. Se debió también controlar el gasto corriente de las Administraciones Públicas y se buscó la moderación salarial, los funcionarios, las pensiones... Unas medidas que le tocaron al Gobierno socialista.

Todo estuvo precedido por una huelga general en 1988 (el famoso 14-D) y el inicio de la negociación de la deuda social en 1989. Ese año se aceleran los ritmos en Europa con la caída del muro de Berlín y la reunificación alemana. El Pacto Social de Progreso fracasó y hubo que ponerse a trabajar en el Programa de Convergencia. Creció el optimismo en general y la afluencia al crédito a las empresas, hasta el punto de que en España, el gobernador del Banco Central, Mariano Rubio, intentó con una circular moderar el crédito al consumo para contener la inflación.

Solchaga aplicó una política para revitalizar la economía. Fue un momento de esplendor que se vino abajo en junio de 1992 con el no danés al Tratado. El escenario cambió totalmente y se incendió en septiembre con la crisis del Sistema Monetario Europeo (SME). Parecía que Europa se caía. España, con un paro cercano al 25%, aguantó como pudo y tuvo que encadenar las citadas devaluaciones (tres con Solchaga y una con Solbes).

En 1993, año en que Aznar fracasa en su segundo intento de desbancar a González de La Moncloa, la inflación superaba el doble de lo exigido en Maastricht, con el 4,6%; el déficit alcanzaba el 6,6% del PIB, cuando se pedía el 3%, mientras la deuda, para la que se fijaba el 60% del PIB como mucho, estaba en 56,1%. Solbes, que ya había sustituido a Solchaga, reforzó la política de contención del déficit y la inflación, que trató de combinar con una política de inversión, cuyo objetivo era reducir el paro, y un programa austero para 1994.

A partir de ahí se encarriló todo, sobre todo por un gran ajuste fiscal. Eso, más los efectos de las devaluaciones (más de un 35%), hicieron que el modelo comenzara a funcionar. "Cuando llegó el PP lo único que tuvo que hacer fue el decreto de recorte de 200.000 millones de pesetas con las que tapó el agujero", sostiene José Juan Ruiz, que participó en los equipos de Solchaga y Solbes. Ruiz, que actualmente es director general adjunto del Banco Santander, formó equipo con Pedro Pérez, Toni Zabalza, Enrique Martínez Robles, Alfredo Pastor, Manuel Conthe, Luis Albentosa, Antonio García de Blas y Apolonio Ruiz Ligero, entre otros.

Ruiz se fija en los ciclos económicos y destaca la etapa de entusiasmo que se inició en el que va de 1993 a 1999 y el posterior entre 1999 y 2008. Precisamente, en el primero de ellos, que tocó dirigir a los dos partidos, la demanda restrictiva hizo que el país creciera por debajo de su potencial, pero se consiguió contener la inflación y aumentar la renta per cápita de 13.378 a 18.087 dólares. Así el país respiró.

Pero no ha habido forma humana de mejorar la cuestión del desempleo. "En los promedios de ciclos económicos de los últimos 30 años no ha hecho más que crecer, pese a que la inflación se ha controlado, se ha multiplicado la renta por cuatro y se ha logrado atajar el gasto público y el déficit, lo que demuestra que se hizo un ajuste fiscal de verdad", dice Ruiz.

Los dos primeros años del Gobierno de Aznar se centraron en el euro. Estaba próxima la fecha del examen para el inicio de la tercera fase de la Unión Monetaria (31 de diciembre de 1997), que había que superar sí o sí para aprobar el último examen en 1999. En eso se volcó el equipo que montó Rato a su alrededor con De Guindos, Cristóbal Montoro, José Folgado, Elvira Rodríguez, Jaime Caruana...

Se pusieron las pilas. La primera medida que adoptó el primer Consejo de Ministros de Aznar, en mayo de 1996, consistió en establecer el recorte de 200.000 millones de pesetas que citaba Ruiz en los Presupuestos Generales del Estado de 1996. La cuantía era relevante, ya que se trataba de unos presupuestos prorrogados y el contexto era de baja actividad, con un altísimo paro: el 23% de la población activa.

Probablemente, para aquel colectivo el momento clave que determinó que aquello iba en serio y no valían paños calientes fue la cumbre de Valencia entre España e Italia, celebrada en otoño de 1996. Entonces, Romano Prodi, primer ministro italiano, le comentó a Aznar el pacto que tenía con Felipe González de bloquear la transición al euro si iban mal las cosas. Aznar le contestó con unas declaraciones públicas en que aseguró un tajante "España cumplirá" que también hizo reaccionar a Italia.

La política de ajuste de esos dos años tenía que ser, por necesidades del guion, mucho más intensa que en otros países de la UE, concentrándose en contención del gasto y no subir impuestos. Además, el saldo primario (diferencia de ingresos y gastos, excluidos los intereses de la deuda) pasó de ser negativo en 1995 (-1,8% del PIB) a ser positivo en 1997 (1,9%) mientras ese año el déficit fue inferior a la inversión realizada por las Administraciones Públicas, uno de los objetivos más perseguidos.

A lo largo de 1997, los mercados empezaron a descontar que la trayectoria era la buena, lo que significó una rápida reducción de los tipos de interés y, consecuentemente, un estímulo a las iniciativas empresariales. Y, quizá más importante, se logró que las principales agencias de rating concedieran por primera vez la más alta calificación de solvencia para las inversiones españolas y que la prima de riesgo -lo que se tiene que pagar por la diferencia con el bono alemán- desapareciese.

"Al final llegamos haciéndolo bien, aunque raspaditos", apunta Ruiz. "El euro es el cielo protector de España, quien se crea que fuera hay vida está equivocado. Evita que nos vayamos por el desagüe; sin él, tendríamos el 75% del sistema financiero quebrado; los ahorros valdrían el 40% menos y no habría habido el proceso de internacionalización de nuestra economía", defiende Guindos.

Octubre de 1996: el ministro de Economía, Rodrigo Rato (a la izquierda), conversa con su antecesor, Pedro Solbes.
Octubre de 1996: el ministro de Economía, Rodrigo Rato (a la izquierda), conversa con su antecesor, Pedro Solbes.BERNARDO PÉREZ

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