El impuesto negativo sobre la renta

La cuestión de la distribución de la renta, de los bajos niveles de ingresos, a numerosas escalas -regionales, nacionales, mundiales-, ha apasionado siempre. Tanto que ha llevado a decir muchas tonterías a personas llenas de buenas intenciones, pero que se lanzaban a la investigación huérfanas de conocimientos estadísticos, y a veces de sentido común, recuerda el profesor Juan Velarde Fuertes en el prólogo de esta obra.

Por eso, resulta interesante el esfuerzo realizado por Martínez Álvarez en este libro, que está estructurado en tres partes bien definidas. La primera responde a un estudio de la pobreza en el contexto de los países industrializados, de sus causas y de su extensión. Esta primera parte concluye con una definición de la metodología que sirve de base para el desarrollo posterior de la investigación. El autor señala, a nivel conceptual, que no hace falta entrar en discusiones sobre si pobreza es "tener menos", "ingresar menos", "consumir menos de lo necesario del nivel mínimo considerado". Pobre, afirma, será quien tenga insatisfechas sus necesidades básicas de forma duradera e involuntaria.

La segunda parte estudia las políticas de protección social y, más especialmente, aquellas dirigidas a paliar el problema de la pobreza. Estudia, compara y ofrece una posible alternativa para solucionar este problema desde dos ópticas claramente identificadas: eficacia y efiencia en el desarrollo del programa operativo propuesto. Martínez Álvarez señala que el sistema de pensiones español parece tener un desarrollo garantizado durante los próximos 15 años, al menos, y que el problema fundamental de la Seguridad Social es su financiación, ya que su coste podría provocar distorsiones en el sistema. Para evitar este riesgo, se muestra partidario de aumentar la edad de jubilación a los 70 años.

Finalmente, la tercera parte estudia el conjunto de modelos llamados de impuesto negativo sobre la renta (INR) y ofrece una alternativa, a bajo coste, a la que denomina proyecto INR, que intenta solucionar el debate abierto en los años sesenta por Milton Friedman y James Tobin, premios Nobel de Economía, que constituye la elección de un modelo con tres pilares básicos: el compromiso de doble vía, una alternativa viable y la posibilidad de abrir una puerta a la refundación del Estado de bienestar. Ante la aplicación de este proyecto a nuestro país, el autor aclara que se trata de paliar, no de suprimir, el problema de la pobreza y sin desincentivos al esfuerzo laboral. Es un proyecto integral que trata de insertar a los marginados en la sociedad, a la que pertenecen. No sólo les proporcionaría una prestación económica, sino que se exigiría al perceptor la aceptación de cualquier trabajo se se le ofrezca. Además, el proyecto INR se integraría en el sistema fiscal a través del IRPF: establecería un punto de mínimo exento que identificaría la línea de la pobreza. Separaría a los pobres de los que no lo son. Pero sería, además, el vínculo que integraría el impuesto negativo con el positivo.

El autor reconoce que el coste de este proyecto es relativamente caro en comparación con los programas de rentas mínimas, pero tiene muchas ventajas y pocos inconvenientes, y que ofrece una altertativa a lo existente.