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El mundo finito

Paul Krugman

El barril de petróleo vuelve a estar por encima de los 90 dólares. El cobre y el algodón han alcanzado máximos históricos y, en general, los precios de las materias primas mundiales han aumentado un 25% en los últimos seis meses.

Entonces, ¿qué significa este repentino aumento? ¿Se ha desbocado la especulación? ¿Es consecuencia de la creación excesiva de dinero o es el anuncio de una inflación desenfrenada a la vuelta de la esquina? No y no.

Lo que nos están diciendo los mercados de materias primas es que vivimos en un mundo finito, en el que el rápido crecimiento de las economías emergentes está ejerciendo presión sobre las limitadas reservas de materias primas, lo que hace aumentar sus precios. Y EE UU, en buena medida, no es más que un espectador en esta historia.

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Algunos antecedentes: la última vez que los precios del petróleo y de otras materias primas estuvieron tan altos, hace dos años y medio, muchos analistas atribuyeron el repunte de los precios a una anomalía causada por los especuladores. Y la caída en picado de los precios de las materias primas en la segunda mitad de 2008 pareció darles la razón.

Pero ese desplome de los precios coincidió con una grave recesión mundial que condujo a un drástico descenso de la demanda de materias primas. La prueba más importante llegaría cuando se recuperara la economía mundial. ¿Volverían las materias primas a ser caras otra vez?

Bien, en EE UU sigue pareciendo que estamos en una recesión. Pero, gracias al crecimiento en los países en desarrollo, la producción industrial mundial ha superado recientemente su pico anterior y, en efecto, los precios de las materias primas están aumentando nuevamente. Esto no significa necesariamente que la especulación no haya desempeñado algún papel en 2007 y 2008. Tampoco deberíamos descartar la idea de que la especulación esté desempeñando algún papel en los precios actuales; por ejemplo, ¿quién es el misterioso inversor que ha comprado la mayor parte de las reservas de cobre mundiales? Pero el hecho de que la recuperación económica mundial también haya provocado la recuperación de los precios de las materias primas indica claramente que las recientes fluctuaciones de los precios reflejan principalmente unos factores fundamentales.

¿Qué pasaría si los precios de las materias primas fueran un presagio de la inflación? Muchos analistas de la derecha han estado vaticinando durante años que la Reserva Federal, al imprimir una gran cantidad de dinero -realmente no está haciendo eso, pero se le acusa de hacerlo-, nos está llevando a una grave inflación. La estanflación se aproxima, declaraba el congresista Paul Ryan en febrero de 2009; Glenn Beck lleva avisando de una hiperinflación inminente desde 2008.

Sin embrago, la inflación se ha mantenido baja. ¿Qué puede hacer alguien a quien le preocupa la inflación? Una de las respuestas ha sido la proliferación de teorías de la conspiración y de afirmaciones de que el Gobierno está ocultando la verdad sobre el aumento de los precios. Pero últimamente muchas personas de la derecha han visto en el aumento de los precios de las materias primas la prueba de que siempre tuvieron razón y una señal de que una elevada inflación generalizada se encuentra a la vuelta de la esquina.

Uno tiene que preguntarse qué pensaba esa gente hace dos años, cuando los precios de las materias primas estaban desplomándose. Si el aumento del precio de las materias primas de los últimos seis meses anuncia una inflación desbocada, ¿por qué el descenso del 50% en la segunda mitad de 2008 no anunció una deflación desbocada?

Sin embargo, contradicciones aparte, el problema más importante de aquellos que culpan a la Reserva Federal del aumento de los precios de las materias primas es que están sufriendo delirios de grandeza económica estadounidense, ya que los precios de las materias primas se establecen a escala mundial y lo que haga EE UU no es un factor importante.

Concretamente, hoy día, como en 2007 y 2008, la principal fuerza impulsora que se halla detrás del aumento de los precios de las materias primas no es la demanda de EE UU, sino la demanda de China y de otras economías incipientes. A medida que un mayor número de personas de los países que antes eran pobres van incorporándose a la clase media mundial, están empezando a conducir coches y a comer carne, ejerciendo una creciente presión sobre las reservas mundiales de petróleo y de alimentos.

Y esas reservas no están siguiendo el ritmo. La producción de petróleo convencional lleva cuatro años sin cambios; en ese sentido, por lo menos, el petróleo ha tocado techo. Cierto es que las fuentes alternativas, como el petróleo de las arenas bituminosas de Canadá, han seguido creciendo. Pero el coste de estas fuentes alternativas es relativamente elevado, tanto desde el punto de vista monetario como desde el ecológico.

Asimismo, a lo largo del pasado año, el clima severo -especialmente el fuerte calor y la fuerte sequía en algunas regiones agrícolas importantes- desempeñó un papel importante en el aumento del precio de los alimentos. Y, sí, todo lleva a pensar que el cambio climático está haciendo que esos acontecimientos climáticos sean más habituales.

Por tanto, ¿cuáles son las consecuencias del reciente aumento de los precios de las materias primas? Es, como he dicho, una señal de que vivimos en un mundo finito, un mundo en el que las limitaciones de los recursos son cada vez más constrictivas. Esto no supondrá el final del crecimiento económico, y mucho menos un descenso hacia un hundimiento al estilo Mad Max. Exigirá que cambiemos gradualmente la forma en que vivimos, adaptando nuestra economía y nuestro estilo de vida a la realidad de unos recursos más caros.

Pero eso es para el futuro. En estos momentos, el incremento de los precios de las materias primas es básicamente consecuencia de la recuperación mundial. No guarda ninguna relación, se mire como se mire, con la política monetaria estadounidense, ya que esta es una historia mundial; en un nivel fundamental, no se trata de nosotros. -

Paul Krugman es profesor de la Universidad de Princeton y premio Nobel de Economía 2008. © New York Times News Service. Traducción de News Clips.

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