_
_
_
_
_
Reportaje:Laboratorio de ideas | Breakingviews

La vida después de Lula

Reducir la deuda debería ser el objetivo del nuevo presidente de Brasil

La prudencia fiscal será probablemente la perdedora en las elecciones presidenciales de Brasil del 3 de octubre. El gasto público ha aumentado drásticamente este año y los sondeos indican que más del 60% de los brasileños apoyan a los candidatos que defienden una ampliación adicional del sector público. Reducir la deuda pública debería ser el principal objetivo económico del nuevo presidente, pero no apuesten por ello.

A lo largo de los dos mandatos presidenciales de Luiz Inácio Lula da Silva se ha observado una cierta disciplina en el presupuesto oficial, a pesar de que el gasto público fue del 41% del PIB en 2009, según las cifras de la Fundación Heritage. Sin embargo, el gasto estatal también ha crecido en otros sentidos. Por una parte, el Gobierno acaba de anunciar un incremento de 10.000 millones de reales (5.800 millones de dólares), lo que equivale a un aumento de aproximadamente el 8% en el programa de préstamos subvencionados del banco de desarrollo BNDES.

Al mismo tiempo, está previsto que el gasto de las empresas controladas por el Estado aumente alrededor de un tercio en 2010. Y un plan gubernamental lanzado en marzo y destinado a acelerar el crecimiento durante los próximos siete años incluía alrededor de 900.000 millones de dólares más de gasto en infraestructuras.

La información aparecida en los medios da a entender que Dilma Rousseff, la sucesora por la que se inclina Lula, posiblemente quiera reducir la relación entre deuda neta y PIB de Brasil, que en 2009 alcanzaba un nivel superior al 40%, aunque no lo ha confirmado. Y ese objetivo choca con su deseo expreso de ampliar la participación estatal en la economía. José Serra, el candidato de la oposición, está al menos ligeramente a favor de la moderación gubernamental e incluso de la privatización, pero actualmente solo cuenta con un apoyo del 26% en los sondeos, frente al 51% de Rousseff.

Aunque la década pasada ha sido en general una excepción, el historial fiscal de Brasil está lejos de ser disciplinado y periódicamente ha provocado el pánico de los inversores y precipitado los recortes nacionales. Eso contribuye a la falta de inversión privada de Brasil, de la cual se ha quejado Rousseff, en parte porque esa historia de crisis ha hecho que los tipos de interés se mantengan persistentemente más altos de lo que está justificado por la tasa de inflación, que actualmente es moderada. La tasa SELIC a corto plazo del 10,45% supera con mucho la inflación, que ha sido del 4,6% en el primer semestre del año.

Por consiguiente, la reducción de la deuda, a fin de reducir el coste del capital invertido de Brasil, es un objetivo económico crucial. Alcanzarlo requerirá una moderación considerable en el sector público, pero eso es algo que solamente el más débil de los candidatos parece estar proponiendo de manera firme. -

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_