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Reportaje:DEPORTE Y ESPECTÁCULO

Peligro, llega la Premier

La liga inglesa se globaliza, desplaza a la española, atrae a los mejores jugadores y técnicos de fútbol, y se convierte en el mayor espectáculo del mundo

Siempre hay un nostálgico lamentándose de que la inmigración extranjera contamina la pureza de la vida nacional. Es el caso de Howard Wilkinson, presidente de la Asociación de Entrenadores de la liga inglesa, que reaccionó indignado al nombramiento de Juande Ramos como entrenador del Tottenham Hotspur, club londinense por el que acaba de abandonar el Sevilla. "¡Esto se está convirtiendo en Hollywood!", explotó Wilkinson.

Se equivoca. Ya lo es. La Premier League inglesa se ha convertido en el espectáculo más grande del mundo, y si la gente que lleva las riendas del fútbol español no se espabila la liga de las estrellas quedará relegada a un oscuro segundo plano. La primera división inglesa ya es, con diferencia, la blockbuster televisiva más taquillera entre Seattle y Shanghai, vía El Cairo; la Primera División española va rumbo a ser lo más grande entre Barcelona y Cádiz, y punto. En cuanto a proyección global, el fútbol español podría despertar un día de su somnífera autocomplacencia y descubrir que ha descendido a las tinieblas de las películas B.

Los sueldos no son mayores en España que en Inglaterra, pero allí se generan ingresos más allá del fútbol

Veamos el partido de hace un par de fin de semanas entre el Arsenal y el Manchester United. Poco dependía del resultado, ya que la temporada acaba de arrancar. Pero el encuentro lo vieron por televisión mil millones de personas, el mismo número que ve la ceremonia anual de los Oscar; el doble de gente que ha visto la película más taquillera de todos los tiempos, Titanic.

No fue casualidad que el partido empezara a las 12.45. Es la hora planetaria en la que hay más seres humanos despiertos. La liga inglesa le debe ese horario a los australianos, los chinos, los hindúes y los neoyorquinos. Y no sólo porque haya más aficionados chinos del Manchester en China (23 millones) que en Inglaterra, sino más bien porque los canales de televisión extranjeros pagan mucho dinero por transmitir la Premier en directo. Más de 300 millones de euros al año. Sumado a lo que la liga percibe por los derechos británicos, los ingresos anuales televisivos llegan a 1.300 millones. Lo que ha negociado la Liga española para los derechos de televisión a partir de la temporada que viene se queda en 500 millones.

Si la tendencia se mantiene, la brecha entre el nuevo Imperio Británico y los demás se ampliará. Un informe de Deloitte, consultora especializada en estos temas, dice que la Premier se está distanciando de las demás ligas "a pasos acelerados". Partidos de este campeonato se transmiten a 600 millones de hogares en 202 países. Según Deloitte, cuando se vuelvan a negociar los derechos de la Premier en 2010, es posible que el resto del mundo supere los mil millones de euros anuales que paga ahora la televisión británica.

Las consecuencias para el fútbol español son potencialmente calamitosas, porque los mejores jugadores dejarán de optar por los clubes nacionales. Y los mejores entrenadores. No hablemos de los países africanos, asiáticos, escandinavos, ni tampoco de Francia y Alemania (hay 331 jugadores extranjeros en la Premier representando a 66 países, con lo cual, la tercera parte del planeta tiene sus ídolos en Inglaterra). Hablemos de la poderosa España. Los dos mejores entrenadores españoles, medido por resultados, están en Inglaterra. Ramos, en el Tottenham, y Rafa Benítez, en el Liverpool. Hay tantos buenos jugadores españoles en la Premier que casi se podría confeccionar una selección mundialmente competitiva basada en ellos. El portero Pepe Reina, los centrocampistas Cesc Fábregas y Xabi Alonso, y el delantero Fernando Torres forman, por citar a algunos, una espina dorsal imponente.

Y hablando de Fábregas, es notable que el prodigio, de 20 años, en vías de convertirse en el mejor jugador español de todos los tiempos, rechazara la opción en el verano de irse al Real Madrid, para quedarse en el Arsenal. Esta misma semana declaró que deseaba quedarse en la "vibrante" Premier League el resto de su carrera. Es verdad que en España todavía hay jugadores carismáticos como Ronaldinho, Messi y Robinho. Los mejores latinoamericanos han tendido hasta ahora a optar por España o Italia. Ronaldinho tuvo que elegir hace cuatro años entre el Barcelona y el Manchester. Eligió el Barça, entre otras cosas, por el mejor tiempo y por la cultura latina. En 2003 la cosa estaba clara. Hoy no tanto. Los agentes de los cracks van comprendiendo que aunque los sueldos sean iguales en el Real Madrid y el Barça que en Londres o Manchester, las posibilidades de generar ingresos más allá del fútbol -de agrandar las imágenes de marca- van a ser mayores para los que participen en el Minimundial semanal en el que se está transformando la Premier. Gillette, American Express y Coca-Cola pagarán más dinero a un jugador planetario, con penetración en el efervescente mercado asiático, que a uno admirado sólo en Europa y las Américas.

Por todo esto, y más, resulta curiosamente provinciano que cada verano se siga insistiendo en España en la polémica (ya desaparecida en Inglaterra) sobre las ventajas y desventajas de hacer viajes de pretemporada a California o China. Los futboleros de toda la vida, entre ellos los mismos jugadores (Ronaldinho, por ejemplo), insisten en que una semana en Los Ángeles, Pekín y Tokio produce un desgaste físico cuyos efectos repercuten a lo largo de todo un año. Tal es la fuerza de este argumento, que el Real Madrid descartó este verano ofertas sobre la mesa de Estados Unidos y Corea del Sur y se limitó a viajar a Suiza y Moscú. Ronaldinho quizá no lo entienda, pero el Barça le hizo un gran favor en agosto, aumentó el valor de su marca, al insistir en que se tomara la molestia de volar en primera clase a Tokio y Hong Kong.

Tal es la vocación internacionalista de la Premier League, que, según el Times de Londres, se contempla la posibilidad en un futuro no lejano de disputar partidos entre equipos ingleses fuera de Inglaterra, e incluso de Europa. Es decir, un Arsenal-Manchester (partido en el que figuraron jugadores de 16 nacionalidades el otro día) en Nueva York. En Inglaterra, donde ocho de los dueños de los 20 clubes de primera ya son extranjeros, la idea no parece tan descabellada. En España se clamaría al cielo. Ese aperturismo es la diferencia y la razón por la que la Premier se ha convertido en el centro de gravedad global del pasatiempo favorito (con la ropa puesta, como diría Woody Allen) de la raza humana; la nueva máquina de los sueños del mundo. Y por eso la Liga española, empantanada en la nostalgia antiglobalizadora del despistado Howard Wilkinson, corre el riesgo de que, de aquí a cinco años, sea de interés sólo para los nacionales. -

Fernando Torres, del Atlético al Liverpool.
Fernando Torres, del Atlético al Liverpool.REUTERS
Juande Ramos: del Sevilla al Tottenham.
Juande Ramos: del Sevilla al Tottenham.REUTERS

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