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Reportaje:ESCÁNDALO EN TURQUÍA

Sexo, vídeos y chantajes políticos

Las grabaciones sexuales de candidatos turcos pueden influir en los resultados de las elecciones

Un nombre de mujer, Emine, podría convertirse en la mejor aliada del primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, en su intento de renovar, por tercera vez, su mandato en las elecciones generales turcas del próximo domingo. Las imágenes de Emine, joven, estudiante y turca, manteniendo relaciones sexuales con el vicepresidente del Partido Nacionalista (MHP), Bülent Didinmez, casado y con tres hijos, ha puesto en aprietos al segundo partido de la oposición en su carrera al Parlamento. Pero Emine no es la única. También están Kamelya, Selvi, Betül y Niva.

Todo comenzó a principios de mayo, cuando un grupo chantajista autodenominado Idealismo Diferente anunció que poseía material comprometedor de los políticos del MHP y que lo haría público si el líder de la formación, Devlet Bahçeli, no dimitía. No lo hizo, y uno a uno, los vídeos fueron apareciendo en la red. Vicepresidentes, un consejero del comité ejecutivo, secretarios del partido, en compañía de varias jóvenes, algunas menores de edad y otras identificadas como prostitutas, fumando y bromeando sobre los privilegios de su cargo o lo envidiable del trabajo de una meretriz. Y así, uno a uno, los altos cargos fueron cayendo. Hasta 10 a finales del mes.

El partido de Erdogan es la única formación política a la que no le ha salpicado el escándalo de los vídeos
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La dimisión de la casi totalidad de la cúpula de un partido político es un hecho sin precedentes en la historia de la democracia turca. Sin embargo, el uso de vídeos sexuales para chantajear a políticos se está convirtiendo en todo un clásico. La primera vez ocurrió hace un año, cuando Deniz Baykal, el entonces líder de la segunda fuerza política de Turquía, el Partido Republicano del Pueblo (CHP), se vio obligado a dimitir por unas imágenes en las que mantenía relaciones sexuales con una diputada de su propia formación. Su caída supuso la llegada del actual líder de los socialdemócratas, Kemal Kiliçdaroglu. Unos meses más tarde le llegó el turno a Akif Hamzaçebi, otro cargo del mismo partido CHP.

Hasta la fecha, el gobernante Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP), es la única gran formación política a la que el escándalo no le ha salpicado. Además, como se encargó de señalar Bahçeli tras las primeras imágenes, es el gran beneficiado de todo esto. Los turcos son muy dados a las teorías conspirativas, tengan o no fundamento, pero lo que a nadie se le escapa son las repercusiones que puede tener el escándalo para los resultados del próximo día 12. Según los analistas, la polémica podría hacer que el MHP no consiga el 10% de los votos necesarios para entrar en el Parlamento. Algo muy posible, ya que contaba con una intención de voto del 13% antes de desatarse el escándalo, según un sondeo realizado por la agencia IKSara. Este mismo sondeo daba AKP el 45,5 % de los sufragios y al principal partido de la oposición, el socialdemócrata CHP, el 30,5 %

La salida de los nacionalistas del Parlamento podría dar a los islamistas moderados del AKP el control de los dos tercios de la Cámara. Una mayoría suficiente para reformar la Constitución y, como se rumorea, llevar a cabo una reforma que implante un régimen presidencialista.

"Quien se beneficia de un crimen da una buena idea de su autoría", escribió el analista Yusuf Kanli en su columna del diario Hurriyet. Para Osman Gür, uno de los líderes municipales del MHP en Estambul, la cosa está clara: "Quien quiera que fuera tenía un amplio conocimiento de la agenda política y quería impedir que el MHP llegara al Parlamento", asevera.

Estas teorías, que habrían sido rechazadas de plano hace unos meses, cobran hoy fuerza ya que, como asegura la Fundación Europea por la Democracia, "hay una erosión de la confianza en la retórica democrática del AKP", tanto dentro como fuera de Turquía. Los escándalos de las escuchas ilegales, las recientes detenciones de periodistas y la censura en Internet hacen que para los detractores del primer ministro sea fácil dirigir el dedo acusador hacia el Gobierno. Aún así, como explica de forma anónima un diplomático, "buscar la verdad llenando los huecos, como se hace muchas veces en este país, no es la manera más adecuada de encontrar a los responsables".

Por su parte, el primer ministro turco ha negado su implicación en la trama. "El MHP intentar echar la culpa al Gobierno de sus problemas internos. Lo que el país necesita es una política limpia y una investigación policial y judicial del asunto", advierte.

Muchos se preguntan si es lícito hacer política con la vida privada de un diputado. Según Osman Gür, "se trata de un asunto personal que debería permanecer al margen del debate público". Sin embargo, no todo el mundo piensa igual. Algunos, como Erdogan, consideran que no se ha vulnerado la intimidad de los diputados porque "intimidad es cuando uno está con su esposa".

Tanto nacionalistas como los islamistas moderados abogan por una ética basada en los valores tradicionales y la religión, lo que les han transformado en aliados en varias ocasiones. Los votantes nacionalistas del MHP, que son también conservadores y religiosos, podrían decantarse por el AKP el próximo domingo.

El presidente de Turquía, Abdulá Gül, dijo esta semana: "Lo que ocurre hoy de esta forma

puede repetirse mañana de otra. Hoy es contra una persona, pero puede volverse contra otra mañana. Debemos evitar que esto se instale [en el sistema político], unirnos, decir no e ir tras los autores". Pero el sistema político turco lleva cuatro décadas siendo víctima de conspiraciones y combates sucios: tres golpes de Estado con miles de muertos, asesinatos no resueltos de líderes de opinión, apasionados intentos del poder judicial para ilegalizar al AKP. En este contexto, los videos podrían llegar a ser vistos como una mejoría ya que no hay derramamiento de sangre, pero ponen en evidencia qué fácil es cambiar el curso de la política turca. Tal vez, las palabras del presidente llegan demasiado tarde.

Partidarios de Devlet Bahçeli, líder del Partido Nacionalista Turco (MHP), durante una manifestación en 2007, haciendo el signo de la ultraderecha.
Partidarios de Devlet Bahçeli, líder del Partido Nacionalista Turco (MHP), durante una manifestación en 2007, haciendo el signo de la ultraderecha.LOUISA GOULIAMAKI/AFP

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