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Reportaje:LA OPOSICIÓN A OBIANG

Los cinco golpes de Severo Moto

Luis Gómez

Habría que preguntarse si Severo Moto es una amenaza para la seguridad del Estado español o simplemente un personaje incómodo al que conviene tener lo más lejos posible. Informes confidenciales del servicio secreto definen a este ciudadano, de 65 años y apariencia bondadosa, como un pertinaz golpista, inductor o colaborador en cinco intentos de golpe de Estado contra el régimen del presidente Teodoro Obiang en Guinea Ecuatorial. Actualmente, Moto está preso en la cárcel de Navalcarnero como presunto organizador de un transporte de armas "de guerra" a Guinea perpetrado en marzo pasado.

Visto así su expediente, no cabrían dudas acerca de su peligrosidad si no fuera porque este hombre, extremadamente católico, de misa dominical y rezo diario, autoproclamado hace años presidente del Gobierno ecuatoriano en el exilio, carece de medios económicos. Reside en un modesto inmueble en la localidad toledana de Fuensalida (Toledo), vive de las ayudas que le proporcionan sus cuatro hijos y emplea algunas horas del día en sacar a pasear por el parque a alguno de sus siete nietos. Parece existir una distancia sideral entre el abuelo Moto y el recalcitrante golpista. ¿Estamos ante un individuo increíblemente astuto o ante un hombre fácilmente manipulable por arribistas y servicios secretos? El periodista Manu Leguineche llegó a definirle como "un pésimo conspirador, un poco gordo y bien vestido para el arquetipo". Severo Moto, que comenzó su carrera profesional como periodista radiofónico y colaboró en tiempos con Radio Nacional de España y la agencia Efe, acostumbra a llevar traje y corbata en todas sus intervenciones públicas. Viste así incluso cuando conspira; actividad que, vistos sus antecedentes, es harto frecuente.

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Tampoco se entiende del todo su reciente carrera conspirativa sin precisar antes que Guinea Ecuatorial se ha convertido en una potencia petrolera en África y ha pasado de ser un país pobre y casi olvidado a transformarse en un lugar donde se abren interesantes oportunidades para hacer negocio.

El abuelo Moto salía de su domicilio el pasado 14 de abril hacia las nueve de la noche cuando fue detenido por agentes de la Comisaría de Información de la Policía, acusado de haber dirigido una operación de transporte de armas a Guinea un mes antes. Las intervenciones telefónicas desvelaban, según el auto del juez que lo envió a prisión, su participación activa en colaboración con Francisco Roselló, un empresario español que habría recibido promesas de futuras concesiones económicas si el presidente Obiang era derrocado y Severo Moto accedía al poder. El suceso parecía indicar que Moto estaba preparando su enésimo golpe.

Los hechos estaban siendo investigados desde hacía casi dos años por el Centro Nacional de Inteligencia (CNI) español y agentes de la Comisaría de Información de la Policía, aunque fuentes de ésta niegan toda participación en el asunto: "Nos hemos limitado a detenerle por orden del juez. Esto son cosas del CNI. No tenemos nada que ver con esa investigación".

Los detalles del caso resultan tan pintorescos como para dudar de si se estaba produciendo un intento real de golpe de Estado o se trataba de una de esas conspiraciones de cafetería que no llevan a ninguna parte. Roselló, el empresario que financiaba el presunto envío de armas, resulta ser un modesto promotor inmobiliario sin demasiada suerte, a la vista de las dificultades por las que atraviesa su empresa. Adquiere un vehículo de segunda mano, sin matrícula, que es necesario transportar en una grúa hacia el puerto de Sagunto (Valencia) para su embarque hasta Guinea Ecuatorial. La policía, advertida por el CNI, interviene el vehículo, en cuyo maletero encuentra un fusil ametrallador Cetme, una escopeta Máuser, una pistola Colt, 33 cartuchos y un cargador de pistola. El informe no detalla que los cartuchos son incompatibles con unas armas demasiado viejas. La nota oficial que califica este hallazgo como "arsenal de guerra" parece algo más que exagerada.

El incidente en cuestión se produce el pasado 5 de marzo y carece de repercusión informativa, así como un suceso posterior. Dicho coche debía ser recogido por un ciudadano guineano, Saturnino Nkogo, que es detenido por la policía guineana y muere en comisaría en extrañas circunstancias durante la noche del 12 al 13 de marzo. Había pasado una semana.

Durante esos días, Severo Moto estaba a la espera de la decisión que adoptara el Tribunal Supremo sobre su caso. Era su última oportunidad de eludir una orden de extradición y ser expulsado de España (según su abogado, el Gobierno español había negociado un posible destino para él en Canadá, Irlanda, Noruega, Malta o Chipre). El Consejo de Ministros había tomado la decisión de retirarle la condición de asilado político el 30 de diciembre de 2005 y, tras un recurso de su abogado, la ratificó el 17 de marzo de 2006. El caso estaba pendiente de una última sentencia del Tribunal Supremo. Quiere ello decir que Severo Moto, sobre quien pesa una amenaza seria de expulsión de España por sus presuntas actividades golpistas, que se sabe vigilado y amenazado (su hermano fue apuñalado un año antes), habría vuelto a la actividad golpista en un momento tan delicado: la peor decisión en el momento más inoportuno.

Los hechos posteriores son especialmente significativos. El 27 de marzo de 2008, el Tribunal Supremo español anula la decisión del Consejo de Ministros de retirar el asilo político a Severo Moto, por carecer de fundamento. El Supremo considera que Moto no pone en riesgo la seguridad nacional ni está suficientemente acreditada su condición de golpista, una vez leídos los informes del CNI y de la policía. La sentencia se notifica el 4 de abril. Días después, la policía detiene a Moto por el incidente del coche y el día 16 ingresa en la cárcel.

Hay un dato más: Guinea Ecuatorial vive estos días una campaña electoral que culmina hoy, bendecida por el Gobierno español y por el Partido Popular. El ingreso en prisión significa dejar a Moto fuera de la circulación durante estas fechas.

Tanto el PSOE como el PP han elogiado discretamente la apertura democrática que está iniciando el régimen de Obiang, quien en su última visita a España (noviembre de 2006) fue recibido por Zapatero, por Rajoy y por el Rey. Los esfuerzos españoles por intensificar las relaciones económicas con Guinea Ecuatorial, al amparo de su descubierta riqueza petrolera, son evidentes. En los últimos tiempos se han producido visitas oficiales, tanto de miembros del Gobierno como de destacados dirigentes del Partido Popular (caso de Gustavo de Arístegui, portavoz de Exteriores de dicho partido); se están fomentando todo tipo de intercambios (por ejemplo, la formación de jueces guineanos en España) y se ha desvanecido toda crítica al régimen de Obiang por parte de los dos grandes partidos.

Todos esos esfuerzos de acercamiento encuentran una piedra en el camino: Severo Moto, su Gobierno en el exilio y su propensión a la conspiración. A nadie se le oculta que Teodoro Obiang ha pedido varias veces su cabeza.

De las cuatro intentonas de golpe detalladas en un informe del CNI (la quinta es este último suceso del coche con armas descubierto en Sagunto), quizá la más seria es la protagonizada entre febrero y marzo de 2004 por una serie de personajes, entre los que se encontraba un traficante de armas libanés, un reconocido mercenario y Mark Thatcher, hijo de Margaret Thatcher, la ex primera ministra británica. En aquella ocasión fueron reclutados 70 mercenarios con su correspondiente armamento, los cuales fueron detenidos en Zimbabue. Severo Moto coincidió con algunos de los instigadores en un hotel de Canarias el 7 de marzo de 2004, e incluso participó en un viaje en un avión bimotor con dirección a Bamako (Malí). Aquel intento de golpe tuvo una amplia repercusión internacional y dejó una pregunta sin respuesta: ¿qué hacían dos fragatas españolas desplazadas a las cercanías de Guinea Ecuatorial en esas fechas? El entonces ministro español de Defensa, Federico Trillo, eludió toda repuesta aludiendo a un viaje rutinario de los buques hacia Canarias.

Sin embargo, del informe enviado por el CNI al Tribunal Supremo se desprende que el servicio secreto español vigilaba muy de cerca los movimientos de Severo Moto y de algunos de los conspiradores: conocía su alojamiento en un hotel de la localidad canaria de San Bartolomé de Tirajana, fotografió el bimotor en el que se realizó tan extraño viaje y contaba con datos detallados de todos los movimientos de estos personajes. Pero en aquella ocasión, y a pesar de tan documentada información, las autoridades españolas no detuvieron a Severo Moto. ¿Por qué entonces no se le detuvo y ahora sí? El Tribunal Supremo, cuando estudia toda esta documentación años después, concluye que Severo Moto tuvo un papel muy secundario y que eran otros los que planificaban y financiaban la intentona. El Tribunal Supremo viene a considerar a Severo Moto como un personaje a quien todo aquel que planea un golpe en Guinea busca como coartada. Es decir, un hombre fácilmente manipulable.

Y esa interpretación no está muy alejada de la realidad, según cuantas personas de su entorno han sido consultadas. Para ello hay que situar en su exacta dimensión la capacidad real del denominado Gobierno de Guinea Ecuatorial en el exilio. Moto es su presidente. Está formado por varios vicepresidentes y ministros, todos ellos residentes en España. Pero el citado Gobierno carece de local. Tampoco lo tiene el Partido del Progreso (PP) que lidera Moto, de ideología moderada. Las siglas no responden a una casualidad: corresponden a un tiempo en el que el líder guineano mantenía buenas relaciones con José María Aznar y acudía con frecuencia a sus mítines y actos públicos.

Tanto el denominado Gobierno en el exilio como sus correligionarios se reúnen en domicilios o en cafeterías. A veces acuden a tertulias organizadas (como las del Club Colón de Madrid) por la numerosa colonia guineana en Madrid. En dichas citas se habla frecuentemente de las mil y una formas de acabar con el régimen de Obiang. "Cada día le proponen varios golpes de Estado y a todos dice que sí", confiesa una persona próxima a Severo Moto, que reconoce que su entorno está muy contaminado y Moto es una persona extremadamente ingenua.

Sin embargo, Severo Moto es una personalidad apreciada por la colonia guineana en España. Hombre muy religioso, no dispone de coche ni de medios económicos. Vive del dinero que le aportan sus cuatro hijos (tres mujeres y un varón). Al día siguiente de su detención, la policía estuvo un par de horas registrando su domicilio. Según manifiesta su hija Esther, sólo se llevaron su ordenador. "Para explicar mejor cómo vive mi padre, que miren la nevera de su casa y verán cómo vive, pero no sé si a alguien le conviene saber eso".

El guión no parece verosímil: un dirigente opositor sin dinero y amenazado de expulsión se asocia con un empresario arruinado para enviar dos fusiles antiguos con cartuchos inservibles con la intención de derrocar a un dictador que lleva 29 años en el poder, dirige una potencia petrolera y está celebrando una campaña electoral con la bendición de España.

Cuando Obiang celebra un mitin, empresas e instituciones conceden día libre a los trabajadores. Cuando lo hacen otros candidatos, no hay fiesta que valga. El dictador puede estar tranquilo estos días: Moto no puede molestarle y España calla. -

Severo Moto, fotografiado durante una conferencia de prensa en 2005.
Severo Moto, fotografiado durante una conferencia de prensa en 2005.GORKA LEJARCEGI
Teodoro Obiang saluda a los asistentes a una manifestación organizada en Malabo contra el opositor Severo Moto, en marzo de 2004.
Teodoro Obiang saluda a los asistentes a una manifestación organizada en Malabo contra el opositor Severo Moto, en marzo de 2004.EFE

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