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Reportaje:REPORTAJE

El laberinto de los papeles de Franco

Luis Gómez

Casi 27 años después de su muerte, los papeles de Franco vuelven a ser objeto de polémica. Casi nadie pareció discutir en su momento (año 2000) que el Ministerio de Cultura concediese una subvención a la Fundación Francisco Franco, presidida por Carmen Franco, para la informatización de sus archivos. Hubo historiadores que aplaudieron la pública concurrencia para obtener fondos públicos de asociaciones tan heterogéneas como la Fundación Antonio Maura, la de Investigaciones Marxistas o la Largo Caballero, además de la de Franco. El abanico ideológico era tan amplio como para no albergar duda alguna sobre el criterio de reparto. El hecho de que la Fundación Francisco Franco obtuviese el montante más elevado tampoco era objeto de discusión habida cuenta de la importancia de su archivo documental (29.000 documentos con un total de 120.000 páginas), de que se trataba de los papeles de quien fuera jefe del Estado y detentador del poder absoluto en España durante 40 años, y de que había estado cerrado al acceso de los historiadores, salvo alguna contada excepción.

'Pienso que el contenido del archivo es fascinante, aunque creo que lo que era estrictamente de Franco sigue en manos de su familia', dice Paul Preston.

Dos años después, las felicitaciones se convierten en reproches y la oposición se pregunta si tiene objeto sufragar una fundación entre cuyos fines fundacionales está la glosa del dictador y la justificación del llamado Alzamiento Nacional y cuyos archivos siguen sin estar claramente abiertos al público. La Fundación Francisco Franco ha recibido en tres años casi 126.000 euros (21 millones de pesetas). De la refriega política subsiguiente surge una iniciativa parlamentaria del PSOE que pide la inmediata devolución de esos archivos al Estado. Y de la polémica aparecen algunas dudas: ¿Están en ese archivo todos los documentos que deben estar? ¿Dispone la fundación de fotocopias y no de los originales? ¿Es accesible el archivo a cualquier investigador?

'Hace dos años era más optimista respecto a su apertura', reconoce el historiador Javier Tusell 'porque yo no he podido tener acceso. Lo que apetece en estos momentos es irse a la puerta de la Fundación con un notario. El argumento de que no son accesibles porque todavía no están clasificados es inaceptable. Esa clasificación ya existe desde hace tiempo. Esos archivos son necesarios porque la ética del historiador es agotar todas las fuentes y no se nos permite agotarlas'.

Es de público dominio que Luis Suárez Fernández es el único historiador que ha tenido acceso total a dichos archivos, producto de lo cual ha sido una obra en cuatro volúmenes (Francisco Franco y su tiempo) editada en los años 80. Luis Suárez es un reconocido medievalista. Es Premio Nacional de Historia este año con un libro sobre Isabel la Católica. Pero se le reprocha un pasado franquista por el hecho de que fue director general de Universidades en 1972. De su amplia bibliografía sorprende, sin duda, esta incursión en la biografía de Franco. 'He sido injuriado a raíz de esta polémica. Me han ofendido. Han dicho cosas de mí que no se corresponden con mi mentalidad porque jamás he insultado a nadie. No soy un hombre de extrema derecha. Soy un historiador bastante herético. Mi doctorado lo hice sobre Richelieu'.

La cuestión es que Luis Suárez conoció esos papeles hace unos diez años, concentrados en un piso alquilado en Madrid. 'Me pidieron que echara una mano en la clasificación porque creo que la familia Franco no sabía muy bien lo que había. Del conjunto de papeles puede decirse que un 80% son documentos oficiales, la mayoría de los cuales deben encontrarse en otros ministerios. Y de algunos papeles de carácter privado creo que se ha publicado todo. Se está magnificando mucho sobre el contenido del archivo. Muchos papeles son fotocopias'.

'No he hecho ningún intento de acudir a la Fundación porque por muchas vías indirectas sabía que no iba a ser bien recibido', dice Paul Preston, autor de una de las biografías más reconocidas sobre Franco. 'Hay que tener en cuenta que en sus boletines siempre se refieren a mí como el 'cretino Preston' o el 'payaso Preston'. Incluso, no se por qué, piensan que a mí me paga el Gobierno español porque argumentan que lo que deberían hacer es retirarme el sueldo. Además, sabía que Tusell lo había intentado sin conseguirlo. Y Tussell es más conservador que yo'. Paul Preston piensa que hay una idea bastante aproximada sobre el contenido de esos archivos. 'La hay por tres obras, la de Luis Suárez, un libro del periodista Jesús Palacios sobre los papeles secretos de Franco y los cuatro volúmenes que ha editado la propia fundación. Para mi trabajo he tenido que entrar a saco en esas obras. ¿Qué conclusión se puede sacar? Que todo eso es fascinante, aunque creo que lo que era estrictamente de Franco sigue en manos de su familia'.

El Ministerio de Cultura se defiende diciendo que no tiene constancia de que la Fundación haya vetado el acceso a ningún historiador 'porque somos garantes de que haya un acceso público y, de lo contrario, perderían la subvención'. Elisa de Santos, subdirectora general de Archivos, asegura que el ministerio ha prestado asistencia técnica y le consta que desde el pasado invierno están terminados los listados de los índices. 'Habrá así mismo una copia de seguridad del archivo en este ministerio'.

La Fundación remite toda respuesta a un comunicado, donde niega haber impedido el acceso a nadie y como prueba ofrece un listado de 30 personas, entre historiadores o particulares, que han accedido al fondo documental.Existe, además, un convenio firmado entre las partes el 4 de octubre de 2001 (un año después de comenzar a recibir la subvención), en cuyo punto tercero la Fundación se compromete a facilitar el acceso a 'quienes posean la tarjeta nacional de investigador'.

Buscar una aguja en un pajar

Este periódico ha localizado a dos de los historiadores citados en la nota de la Fundación. Uno de ellos es Eduardo González Calleja, del Centro Superior de Investigaciones Científicas. Su acceso no fue directo. 'Pude hacerlo gracias a la gestión de un amigo que era miembro de la Fundación. Pero sólo pude ver los catálogos, que eran bastante confusos. Era como buscar una aguja en un pajar. Y no pude acceder al fondo documental porque decían que estaban en labores de informatización'. González Calleja visitó la fundación esta primavera. Si los índices estaban informatizados desde finales de año, ¿cómo es posible que tuviera que enfrentarse a confusos catálogos de 500 páginas cada uno? González Calleja es especialista en violencia política en España 'y estoy muy lejos de una afinidad ideológica'. A pesar de constar en la nota de la Fundación, no tuvo acceso a los archivos.

Otro caso es el de José Manuel Sabín, profesor de la UNED. Aquí tampoco puede hablarse de afinidad política. Tiene dos obras publicadas, Prisión y muerte en la España de la posguerra yLa dictadura franquista. 'Estuve en varias ocasiones y el trato fue correcto, pero lo tuve que dejar porque me dijeron que estaban con mucho jaleo por las labores de informatización. Lo que me llamó la atención fue que todos los documentos que había allí eran fotocopias. La fundación no disponía de los originales, por lo que deben seguir en manos de la familia. Supongo que la digitalización la estarán haciendo sobre los documentos originales que, sinceramente, pienso que deben ser devueltos al Estado'. Elisa de Santos aseguró a este periódico que la digitalización se está haciendo sobre los originales y estará acabada en la primavera de 2003. 'Quizás la familia tuviera miedo a que se perdieran documentos y por eso han dejado las copias en la Fundación'.

Imagen de unos documentos del archivo de la Fundación Francisco Franco.
Imagen de unos documentos del archivo de la Fundación Francisco Franco.RAÚL CANCIO

La familia intentó vender documentos

EXISTE LA SOSPECHA entre los historiadores de que una parte de los papeles de Franco sigue en manos de la familia y fuera de la Fundación. El propio Luis Suárez afirma que el archivo no oculta grandes sorpresas sobre lo ya conocido.

'Tuvimos constancia en la década de los 90 de que Cristóbal Martínez Bordiú intentó vender algunos documentos de Franco, lo que hace pensar que hay papeles que siguen en manos de sus herederos'. Esta aseveración de Paul Preston es confirmada por otros historiadores. 'En algunas subastas han aparecido objetos personales de Franco, que sólo podrían haber salido del entorno familiar', asegura Tussell. Otro historiador, Santos Juliá, es de la misma opinión. 'La familia se lleva el archivo de El Pardo y en la época se decía textualmente 'que el Generalísimo se hacía servir copias de todos los documentos importantes'. Se tiene noticia de que existió una correspondencia entre Franco y Hitler y entre Franco y Mussolini. Y esos papeles no están. Y son papeles cuyos originales tendrían un valor muy alto en el mercado. Su cuñado, Serrano Súñer, publica en sus memorias documentación sobre su correspondencia con Franco. Y esa correspondencia no está en la Fundación'. Los historiadores recuerdan a este respecto el tiempo que hubo de pasar entre que se reclamaron los cuadernos de Azaña y su definitiva devolución al Estado por parte de Carmen Franco, presidenta de la Fundación.

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