_
_
_
_
_
Reportaje:OPRESIÓN EN IRÁN

La 'mataron'... y huyó

Una iraní se refugia en Alemania tras ser confundida con la asesinada Neda

Zahra Soltani, a la que todo el mundo conoce como Neda, nunca olvidará el día en que vio su muerte anunciada en la televisión, acompañada de la foto que ella misma había colgado en su página de Facebook. "Dijeron que me habían matado durante las protestas contra las elecciones presidenciales", explica, moviendo de un lado a otro la cabeza.

En realidad, la mujer a la que dispararon y asesinaron en una manifestación en Teherán, en junio de 2009, era otra iraní con un aspecto y un nombre parecidos: Neda Agha-Soltan. Su muerte fue grabada en vídeo y colgada en Internet, y se convirtió en símbolo de la lucha contra el represivo Gobierno del presidente Mahmud Ahmadineyad.

Al poco tiempo, Soltani se vio enredada en los esfuerzos del Gobierno por desmentir cualquier insinuación de que sus fuerzas de seguridad habían estado implicadas en el tiroteo y por negar que la mujer que aparecía en aquel vídeo hubiera muerto. Soltani declara que unos agentes la obligaron a aparecer en público para que demostrara que estaba viva y denunciara que el tiroteo había sido una farsa. La amenazaron cuando no obedeció.

Alguien colgó en Internet la foto de Zahra Soltani, sacada de su Facebook, asegurando que era una víctima de la represión

Antes de la manifestación, Soltani, de 33 años, profesora de literatura inglesa en un campus de la Universidad Islámica Azad que nunca se había metido en política, había estado preparando una presentación para una conferencia en Grecia. Pocos días después de la protesta, huyó de Irán y acabó como refugiada en Alemania, donde le fue concedido asilo político en marzo pasado, después de que las autoridades investigaran su historia.

"Nunca tuve intención de abandonar mi país y a mi familia, pero me vi obligada a hacerlo", comenta Soltani. Accedió a conceder una entrevista, la primera a un periódico anglófono, con la condición de que se ocultaran algunos detalles sobre su nueva vida, porque tiene miedo de los servicios de seguridad iraníes.

La vida de Soltani empezó a desmoronarse el 20 de junio de 2009, cuando apareció un vídeo en YouTube en el que se veía a una joven de cabello oscuro a la que habían disparado durante la manifestación. Mientras yacía a punto de morir, con la sangre manándole de la boca, un hombre mayor (en algunos informes se afirmaba que era su padre, en otros que era su profesor de música) gritó el nombre de Neda. [Cayó abatida por el disparo de un francotirador de la milicia basiyí cuando acudía a una manifestación popular contra el Gobierno tras las polémicas elecciones presidenciales].

Periodistas de todo el mundo intentaron descubrir quién era la moribunda, ya que la imagen del vídeo no era del todo clara y la mujer llevaba un velo. Al final se la identificó como Neda Agha-Soltan o Neda Soltan, una alumna de 26 años del campus de Teherán de la Universidad Islámica Azad, a la que pertenecía Soltani.

Alguien encontró el perfil de Soltani en Facebook con el nombre de Neda Soltani y copió su foto, que no tardó en aparecer en los periódicos, en programas de televisión y en páginas web de todo el mundo. "Me sorprendí mucho cuando abrí mi cuenta de correo electrónico el 21 de junio y vi que más de 60 personas de todo el mundo me habían agregado en Facebook como amiga", señala Soltani. La cifra no paraba de aumentar, lo que dejó perplejas a Soltani y a su madre, hasta que vieron su foto en la televisión, donde decían que había sido víctima de las fuerzas de seguridad iraníes.

La joven asegura que sus amigos y ella se pusieron en contacto con distintos medios de comunicación para decirles que no era la mujer del vídeo de YouTube. Incluso después de que la familia de la mujer asesinada publicara fotos suyas el 23 de junio, las fotografías de Soltani seguían apareciendo en artículos de prensa y en páginas web.

El 24 de junio, el servicio secreto iraní empezó a buscarla. Presa del pánico, se puso en contacto con Amnistía Internacional de Londres. "Estaba muy asustada y tenía mucho miedo, y no sabía qué hacer", declara Ann Harrison, una investigadora de Amnistía Internacional que trabaja en Irán. "Daba la impresión de ser una persona que no estaba interesada en la política y que solía llevar una vida tranquila", agrega.

La organización, que considera que la historia de Soltani es creíble, publicó posteriormente un informe sobre la represión de la disensión en Irán; y en una sección sobre el caso de Neda Agha-Soltan mencionaba el hecho de que la foto se había utilizado por error. También apareció un artículo sobre la confusión en un blog de la BBC.

Soltani cuenta que agentes del servicio secreto fueron a buscarla a su casa a las afueras de Teherán y se la llevaron para interrogarla. "Me pidieron que dijera ante la cámara que seguía viva, que la Embajada griega en Teherán había filtrado mi fotografía a los medios de comunicación y que la historia era mentira", explica. Su foto en Facebook era idéntica a la que entregó unas semanas antes en la Embajada para que le dieran un visado para la reunión académica.

"Querían utilizarme para denunciar la muerte de Neda", añade. "Querían que la gente centrara su atención en mí para decirle al mundo: 'Mirad, es mentira". También pretendían que echara la culpa de lo sucedido a los conspiradores de Occidente. Soltani asegura que algunos de los hombres, que iban armados, la amenazaron: "Me dijeron que por mi seguridad era mejor que hiciera lo que querían".

Fueron a buscarla y siguieron presionándola en otra sesión unos días después, prosigue Soltani. Harrison, de Amnistía Internacional, asegura que la descripción que hace Soltani de su interrogatorio coincide con otros casos que han conocido. "Las autoridades iraníes llevan mucho tiempo coaccionando a la gente para que hagan confesiones o declaraciones grabadas en vídeo, que a veces se emiten por la televisión nacional y otras se guardan como medio para seguir presionando a una persona", añade.

Finalmente, el 1 de julio de 2009, el servicio secreto pidió a Soltani que explicara las llamadas de teléfono que había hecho a países occidentales (a fuentes de medios de comunicación, a amigos que había conseguido que le ayudaran y a Amnistía Internacional) y la acusó de espionaje, comenta. Al día siguiente, decidió huir de Irán. "Todo lo que tenía era mi mochila, mi portátil y un bolso pequeño", dice. Se quedó nueve días en Turquía, luego viajó a Grecia y siguió hasta Alemania, país al que llegó a mediados de julio de 2009.

Un portavoz de la Embajada iraní en Alemania refutó la historia de Soltani, pero se negó a dar más explicaciones.

Enrico Manthey, portavoz de la oficina federal de emigración y refugiados, asegura que al Gobierno federal le convenció la historia de la profesora. "Si no hubiéramos creído que lo que nos había contado era cierto y exacto, no le habríamos concedido asilo político", asegura Manthey. "Tenemos nuestras propias fuentes para comprobar si una historia es verdad o no".

Soltani, que actualmente vive en un pueblo de las afueras de Frankfurt, está en paro y busca trabajo. Dice que echa de menos a su familia y su vida de profesora. "Tengo mucha morriña", dice. "Tenía una buena vida hasta que empezó la pesadilla".

Y esa confusión con su identidad sigue atormentándola: la foto suele aparecer en las noticias y en páginas web con informes sobre la muerte de Neda Agha-Soltan. "Los medios de comunicación occidentales y el servicio secreto iraní me han destrozado la vida", dice Soltani, mirando por la ventana de su piso. "Pero sigo albergando la esperanza de que al menos los medios de comunicación se den cuenta de lo que han hecho".

© The New York Times

La profesora Zahra Soltani, a finales del pasado julio en su casa de un pueblo próximo a Frankfurt (Alemania).
La profesora Zahra Soltani, a finales del pasado julio en su casa de un pueblo próximo a Frankfurt (Alemania).HANS RUDOLF OESER / NYT

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_