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Entrevista:Oleg Deripaska | El oligarca más ambicioso de Rusia | ENTREVISTA

"El mundo occidental será otro en siete años"

Pilar Bonet

La crisis puso a prueba al magnate ruso Oleg Deripaska, de 41 años, que por haber sido uno de los más arriesgados fue también uno de los más castigados cuando se desplomaron la industria del aluminio, la construcción y el automóvil, alguno de los sectores de su imperio Basic Element (Basel), con más de 250.000 personas en plantilla. De ser la primera fortuna del país en 2008, según el baremo de Forbes, que le atribuía 28.000 millones de dólares, Deripaska se deslizó hasta el puesto décimo, de resultas de la compra del 25% de Norilsk Nikel por 13.000 millones de dólares, justo antes de que esta empresa minera -la mejor de Rusia- se hundiera en Bolsa. Los pronósticos de bancarrota no se confirmaron. Al contrario. El empresario fue socorrido por el Estado con un préstamo de 4.500 millones de dólares, redujo sus ambiciosos planes de compra y ha logrado un acuerdo para reestructurar 7.400 millones de dólares de deuda con los bancos internacionales. Mientras, el valor de Norilsk Nikel remonta y el empresario Deripaska, más seguro y con una situación financiera más estable, planea la salida de Rusal, la primera empresa de aluminio del mundo, a la Bolsa de Hong Kong.

"Yeltsin fue un constructor con una experiencia fenomenal, que entendía el país y hacia donde iba éste"
"Putin trabaja intensamente. Es una simplificación creer que él y Medvédev nos indican cómo respirar"
"Nuestro país es mucho más libre que otras democracias. Si quieres, puedes irte a conquistar Siberia..."
"No estoy afiliado a ningun partido político. Si quiero cambiar algo, lo hago sin partido político"
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Relacionado por su matrimonio con la familia de Borís Yeltsin -el primer presidente de Rusia-, Deripaska se crió en un pueblo cosaco al norte del Cáucaso, estudió física en Moscú y tiene fama de duro y obseso por el trabajo. El magnate asegura haber luchado "muy duramente" para "restablecer la ley y la justicia en torno al sector del aluminio y del automóvil" y acabar con "el mundo criminal vinculado con asesinos" que planeaba sobre esas industrias en la última década del pasado siglo. "Así eran los años noventa, pero pudimos restablecer el orden", afirma Deripaska, que niega tener algo que ver con una trama de lavado de dinero por la que Fernando Andreu, juez de la Audiencia Nacional, le citó en Madrid. De España no tiene buen recuerdo. "Hay muchas medusas", exclama en una entrevista a medianoche rodeado de mapas de la madre Rusia en la sede del grupo Basel de Moscú.

Pregunta. ¿Cómo le afectó la crisis?

Respuesta. En lugar de crecer, Rusia ha experimentado una caída de la producción y nosotros tuvimos que congelar y frenar abruptamente muchos programas e inversiones concebidos en función del crecimiento, en el sector del automóvil, en la metalurgia, en la construcción; porque producíamos con exceso para la demanda de fines de 2008 y principios de 2009. Ahora la situación se ha estabilizado. Redujimos gastos, rebajamos precios y nos sentimos bastante seguros.

P. ¿Cuánto durará la crisis?

R. Tres años como mínimo. La crisis lo ha cambiado todo, y en primer lugar el modelo anglosajón de consumismo. La gente calculará de otro modo sus gastos, cuántos metros cuadrados de vivienda, cuántos coches. El mundo occidental será otro dentro de siete años.

P. ¿Ha tocado fondo el paro en Rusia?

R. Creo que el paro continuará aumentando medio año como mínimo, siendo optimista y si la producción se estabiliza, lo que parece ser el caso. Las empresas eficaces, capaces de responder al desafío de la crisis, ya han encontrado el modelo con el que pueden trabajar.

P. En su empresa de producción de componentes de cemento en Pikalevo, en la región de Leningrado, encerraron a una sindicalista en un despacho para que no hiciera preguntas molestas al jefe de Gobierno, Vladímir Putin, cuando éste protagonizó un programa en directo en televisión. ¿Por qué?

R. [Llama por teléfono, aparentemente para enterarse]. La gente simplifica y cree que vendrá un buen zar y decidirá por ellos. Yo intento explicarle que nadie va a decidir por ellos. Estoy en contra de las organizaciones colectivas (como los sindicatos) porque considero que en nuestras condiciones hacen disminuir la responsabilidad y la gente, en lugar de aceptar su propia responsabilidad, intenta utilizar estas instituciones para transferirlas a otros. Se ha simplificado el paso del socialismo a la economía de mercado. En una época muy bella y alegre, [Ígor] Gaidar (el economista y político ruso que lideró la transición a la economía de mercado) acabó con el sistema planificado en un día y no creó nada para sustituirlo, y lo que entonces parecía una ingenuidad se ve ahora como una idiotez. En China se puede ver cómo se hacen las cosas y cómo se crea sin destruir. Cuando recordamos a los líderes de los noventa desde la perspectiva actual, comprendemos que no pudieron crear nada y que apartaron a la gente del analisis sobrio y de la búsqueda de las soluciones correctas. Hablo de los populistas, de los que sin experiencia alguna llegaban al poder y destruían la infraestructura creada durante décadas. La transición se hizo de forma irreflexiva. Toda la perestroika, comenzada por Gorbachov y los dirigentes comunistas, fue una aventura. Primero tendrían que haber modificado las relaciones económicas, porque la gente sufrió mucho y sufre hasta ahora.

P. ¿Acaso no tiene responsabilidad Borís Yeltsin?

R. Yeltsin fue un constructor con una experiencia fenomenal, que entendía el país y hacia donde iba éste. Creo que pasarán 10 años antes de que la gente comprenda lo que se hizo y valore que la transición se hizo sin sangre.

P. ¿En qué se diferencia la economía rusa de otras en Occidente?

R. El mercado financiero es muy débil y el alto coste de los capitales y recursos crediticios frena el desarrollo.

P. Usted reprocha al Gobierno ruso no invertir en infraestructuras.

R. El Gobierno tiene una política presupuestaria muy severa y lucha contra el déficit. Es un error, porque el desarrollo de la infraestructura, carreteras, aeropuertos, ferrocarriles, crearía empleo y nos permitiría un alto ritmo de crecimiento. Tenemos muchas posibilidades de atraer inversiones a estas ramas. El mundo viaja y las rutas entre Corea o Japón y Occidente son hoy muy largas. Hay que desarrollar infraestructura a través de Rusia, reforzar el ferrocarril, aumentar la velocidad.

P. ¿Qué piensa del fomento de la emigración interna para combatir el paro en Rusia?

R. Estoy a favor, pero hay que construir primero. Aquí no hay movilidad regional porque faltan viviendas vacías y la gente no puede desplazarse de una región a otra. Primero hay que estimular la construcción de viviendas, sobre todo en aquellas regiones donde los recursos laborales son deficitarios. Construimos un nuevo complejo industrial en Bogushán, en Siberia, donde hay trabajo para decenas de miles de personas y dentro de 12 años tendremos una nueva ciudad de 70.000 habitantes. Es un proyecto complejo con una inversión de más de 12.000 millones de dólares. En Francia o España es más fácil.

P. ¿Representan los chinos un peligro de expansión demográfica para Siberia?

R. A los chinos les gusta el Sur. No les atrae el frío de Siberia.

P. ¿Frena la corrupción el desarrollo económico de Rusia?

R. No se puede vencer la corrupción con palabras. Hay que mejorar la calidad del funcionariado estatal, crear un funcionariado de carrera, hacer que la gente pueda alcanzar puestos directivos con concursos de ascenso. El mejor sistema es el francés. Con la Universidad de Moscú, la Academia de Ciencias y la Escuela Nacional de Administración de Francia (ENA), hemos creado una escuela que preparará cuadros nacionales. Lo primero debe ser la responsabilidad y un sistema moral de obligaciones. Ningún sistema de castigo dará resultado positivo. Se necesita tiempo. No se puede vencer la corrupción en uno o dos años con una campaña. Además, para luchar contra la corrupción habría que trasladar la capital a Yekaterinburg, a Novosibirsk. Pedro I tuvo que huir de Moscú porque los gastos de la burocracia, incluso en su época, eran una carga para el desarrollo.

P. Antes de la crisis, usted era muy expansivo en sus compras internacionales. ¿Revisará esa estrategia?

R. Para acelerar los ritmos de desarrollo necesitamos acceso a la tecnología y asociarnos con compañías occidentales. Todo lo que hacemos lo hacemos por Rusia, nuestras inversiones en el extranjero son para resolver nuestros problemas internos. Como grupo industrial podemos desarrollarnos durante cien años sin salir de Rusia.

P. ¿Qué cualidades aprecia en Putin, y en el presidente ruso Dmitri Medvédev?

R. Putin persigue objetivos y trabaja intensamente. A Medvédev lo conozco menos, pero es una simplificación creer que Medvédev y Putin nos indican cómo respirar. Nuestro país es mucho más libre que otras democracias desarrolladas. Si quieres, puedes irte a conquistar Siberia, puedes trabajar y realizarte.

P. ¿Está afiliado a algún partido político?

R. No. Si quiero cambiar algo, lo hago sin partido político.

P. ¿Tienen rasgos comunes los oligarcas rusos?

R. Crecí en un pueblo del sur de Rusia y mis profesores me enseñaron el amor a las matemáticas, la física, la literatura, a pensar y a desarrollarme. Fui a la universidad, hice el servicio militar. Jodorkovski (el ex dirigente de la petrolera Yukos, hoy en prisión), por ejemplo, no hizo el servicio militar y me gustaría saber por qué, y tampoco tenía muy buenas notas. Al volver de la mili, me dijeron que no podían financiar mis investigaciones fundamentales y que me buscara la vida.

Un oligarca es el que utiliza a las instituciones de poder, pero yo a estas instituciones sólo las ayudo y no les pido nada. Si hay que resolver un problema en una fábrica o desarrollar una región, lo hago. Lo único que quiero es que el país se desarrolle y cuanto antes mejor, porque la gente nota que la vida desde la desintegración de la URSS ha empeorado, aunque eso tiene que ver con ellos mismos, porque hasta ahora viven en un mundo paternalista pensando que las cosas les tienen que caer del cielo.

La prensa occidental mide con el mismo rasero a los oligarcas y los asocia con villas y yates, pero hay quien trabaja y hay quien, siendo miembro de las Juventudes Comunistas, buscó el amparo de un buen tío que se lo regaló todo. La prensa no diferencia entre los que trabajan 20 horas al día y tratan de crear algo, y los que lo recibieron todo hecho.

P. Dicen que a usted le gusta la filosofía japonesa.

R. Me gusta el enfoque japonés de la vida y su constante anhelo de perfeccionamiento. El modelo norteamericano está basado en el logro del beneficio a cualquier precio y Rusia es un país cristiano por donde el comunismo pasó con los tanques. En el siglo veinte mi país perdió casi 80 millones de personas, las más activas, pero dos décadas después del fin del comunismo, aún se le hacen constantes reproches. Veremos qué pasa dentro de 30 años, aquí y en Occidente. El tiempo dirá si Rusia puede reencontrarse a sí misma y esto depende en gran parte del éxito económico y de la rapidez en crear condiciones para una vida cómoda.

Vladímir Putin junto a Oleg Deripaska, en septiembre de 2008.
Vladímir Putin junto a Oleg Deripaska, en septiembre de 2008.FOTO: AFP

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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