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Reportaje:AMANCIO ORTEGA | PROTAGONISTA DE LA VIDA ECONÓMICA / PRESIDENTE DE INDITEX | LOS PROTAGONISTAS DEL AÑO | ECONOMÍA

El tendero global

Xosé Hermida

A la sombra de las torres Petronas de Kuala Lumpur y junto al delirio kitsch de los casinos de Las Vegas. De Lubliana a Moscú y de Washington a Roma, el imperio de Inditex sigue conquistando nuevos territorios para la causa de su fundador, Amancio Ortega, quien este año ha vuelto a escalar posiciones en la lista de los hombres más ricos del planeta: ya está en el puesto 19 de la clasificación elaborada por la revista Forbes. Del instinto de un viejo tendero ha nacido la principal aportación española al mundo globalizado. Un planeta en el que se puede vender el mismo jersey a las mujeres malayas de rostro velado y a las bailarinas de strip-tease de un garito nocturno del desierto de Nevada ofrece inmensas oportunidades, que ninguna otra empresa española ha sabido explotar tan bien como el grupo textil gallego. Pero es también un mundo lleno de contradicciones y peligros, de los que ni siquiera el imperio de Ortega puede librarse. El alcalde de izquierdas de Roma inaugura una tienda de ropa de una multinacional textil española. Una compañía se desploma en la Bolsa nada más conocerse que sus beneficios crecieron por encima de un 20%. Vivimos en un mundo extraño, y Zara, una criatura de esta época, suministra toda clase de imágenes chocantes y metafóricas. A sus 67 años, el emporio de Ortega ya alcanza las 1.800 tiendas y se ramifica por más de 40 países, incluido el exclusivo reducto italiano, en el que al fin ha logrado colarse la marca gallega con ocho establecimientos.

Del certero instinto de un viejo tendero ha ido surgiendo la principal aportación española al mundo globalizado: el imperio de Zara
Muy a su pesar, Ortega y su negocio se han convertido en objeto de escrutinio público. El magnate se ha resignado a ir saliendo de las tinieblas
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Discreto y laborioso

El tendero discreto, laborioso y campechano ha seguido engordando su fortuna, que supera ya los 10.000 millones de dólares, y ha ampliado sus inversiones a otros sectores, especialmente el hotelero -se ha convertido en el primer accionista de NH, con un 10%- y el inmobiliario, en el que ha desembolsado en los últimos meses unos 300 millones de euros con la compra de edificios en Madrid, Barcelona y A Coruña, en sociedad con Esther Koplowitz para algunas de las operaciones.

El vértigo de los tiempos parece jugar a favor de la fórmula Zara, esa producción y venta casi instantánea de ropa barata, fugaz y de diseño. Pero Ortega tampoco ha podido eludir los riesgos del mercado global, que le han hecho vivir un año problemático. La expansión no se frenó. Inditex ha abierto durante 2003 más de 350 nuevas tiendas, ha puesto en marcha la línea Zara Home de tejidos para el hogar y en los nueve primeros meses del año alcanzó un volumen de negocio de 3.200 millones de euros, un 16% más que en el ejercicio anterior. Los beneficios, sin embargo, han crecido discretamente, un 4%. Y en la Bolsa cerrará un ejercicio convulso, con pérdidas en torno al 30% desde principios de año.

Los sobresaltos bursátiles comenzaron en verano, cuando se conocieron los resultados del primer trimestre. Por una de esas veleidades del mercado, todo el mundo interpretó como un mal dato que los beneficios de la compañía hubiesen subido sólo un 22%. Se desató entonces una inexplicable fiebre vendedora cuyas secuelas se han prolongado. Algunos bancos de negocios han rebajado la calificación de la compañía. A la salud bursátil de Inditex no ayudaron las noticias de que su director general, Juan Carlos Rodríguez Cebrián -casado con una sobrina de Ortega-, y, en menor medida, su vicepresidente, José María Castellano, habían vendido parte de sus acciones personales. Ortega ha puesto orden aprobando un reglamento interno que somete a ciertas normas las ventas de participaciones de los directivos.

Inditex también ha tenido que tomar medidas para afrontar otra de las miserias del mercado global, las denuncias sobre las condiciones laborales en los países pobres donde los contratistas de las grandes compañías reclutan mano de obra barata. Sobre la empresa gallega habían circulado las leyendas más delirantes, en parte propiciadas por su tradicional hermetismo, como aquella que aseguraba la existencia de talleres clandestinos en barcos fondeados en alta mar. Pero lo cierto es que Inditex se ha librado de los escándalos que han perseguido a otras grandes compañías textiles, especialmente las de ropa deportiva. El emporio de Ortega ni siquiera aparece citado en No logo, el famoso libro de la periodista canadiense Naomi Klein, que documenta minuciosamente las prácticas de semiesclavismo en países asiáticos. Inditex sigue concentrando en Europa alrededor del 80% de la producción, que en su mayor parte gestiona directamente. Pero ahora, por vez primera, le han salpicado algunas denuncias por las prácticas de sus suministradores.

En Barcelona y Santiago de Compostela, la policía desmanteló en los últimos meses talleres clandestinos donde se explotaba a inmigrantes chinos indocumentados y en los que se encontraron prendas con etiquetas de Zara. El Gobierno mexicano también abrió un expediente a la compañía gallega, al sospechar que estaba haciendo pasar por prendas fabricadas en Europa productos importados desde China para eludir el pago de aranceles. La dirección de la compañía reaccionó aprobando un código ético y ordenando una auditoría sobre las empresas a las que se contrata parte de la producción y que, en ocasiones, a espaldas de Inditex, ceden trabajo a sus subcontratistas. De los 1.900 talleres que trabajan en todo el mundo para la firma gallega, se inspeccionaron más de 1.000 y se encontraron "irregularidades" en alrededor de un centenar.

Muy a su pesar, Ortega y su fantástico negocio se han convertido en objeto del escrutinio público. El magnate se ha ido resignando a salir de las tinieblas en que se ocultaba hasta hace apenas dos años. Ya no evita las fotografías, y, aunque sigue sin conceder entrevistas, tampoco tiene inconveniente en hablar en privado con algunos periodistas. Este hombre que jamás usa corbata, que desconcierta a sus interlocutores por su aplastante normalidad y que confiesa que sus publicaciones favoritas son Hola y Marca, hasta se ha permitido algunas excepciones a su norma sagrada de no hacer la menor ostentación pública de riqueza. Por el hipódromo que montó en las proximidades de A Coruña, para satisfacer su afición y la de su hija Marta, han pasado algunas figuras de la familia real y de la prensa rosa. También se compró un yate, atracado en el puerto de Sanxenxo, en las Rías Bajas. Pero, en lo esencial, Ortega será siempre el viejo tendero al que le gustaría pasar plenamente inadvertido mientras sigue vistiendo a millones de personas.

Amancio Ortega, presidente del grupo Inditex.
Amancio Ortega, presidente del grupo Inditex.XOSÉ CASTRO/ LA VOZ DE GALICIA

Y además

Florentino Pérez, José Manuel Loureda y Luis del Rivero, protagonizaron las fusiones del año en el sector inmobiliario y de la construcción. El primero reforzó ACS con Dragados. Los otros dos fusionaron Sacyr y Vallehermoso.

Francisco Álvarez Cascos, ministro de Fomento, fue protagonista a su pesar por el alto precio de la vivienda, que siguió disparada sin que él pudiera corregir la tendencia, y por el AVE a Lleida, que acabó el año sin alta velocidad.

Enrique Aldama, ex subsecretario de Economía, encabezó la comisión de expertos que elaboró la Ley de Transparencia, conocida como Código Aldama, que regula el buen gobierno y la trasparencia de las empresas.

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Sobre la firma

Xosé Hermida
Es corresponsal parlamentario de EL PAÍS. Anteriormente ejerció como redactor jefe de España y delegado en Brasil y Galicia. Ha pasado también por las secciones de Deportes, Reportajes y El País Semanal. Sus primeros trabajos fueron en el diario El Correo Gallego y en la emisora Radio Galega.

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