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Reportaje:GASTRONOMÍA

Cinco vinos perfectos

Cinco bodegas españolas consiguen el 'oscar' de los vinos por primera vez en 25 años

Joseba Elola

Juan Carlos tenía sólo 10 años y ahí estaba su abuelo Genaro, con su traje de pana negro, con más de 60 años de sabiduría vinícola a sus espaldas; sentado en el porche de la caseta junto al tío Julián, el cura, que se estaba liando un cigarrillo de caldo con aquellos papeles amarillos que aún se usaban a principios de los años sesenta; contemplando su sueño, un viñedo propio donde hacer buenos tintos tras toda una vida trabajando para otros. A Juan Carlos se le humedecen los ojos al recordar esa imagen de infancia. Frente a él, las cepas que producen el Viña El Pisón. Huele a tierra mojada y llega el rumor de las aguas procedentes del deshielo de la sierra de Cantabria. El sol baña de naranjas la vieja caseta de piedra arenisca del abuelo, situada a las espaldas de las lujosas nuevas instalaciones de las bodegas Artadi. Genaro soñaba con hacer un vino perfecto. El que lo ha conseguido es su nieto Juan Carlos. Pero ¿qué es un vino perfecto? En la práctica, el que diga Robert Parker, el hombre que mueve el mercado del vino en el mundo.

"Conseguir los 100 puntos de Parker es como llevarse un Oscar o un Tour", dice Marcos Eguren
"El vino perfecto sabe transmitir la realidad de un suelo, un clima y una añada", cuenta el enólogo de Artadi

Parker es un señor de Baltimore que era abogado y un día decidió convertir su pasión, la cata de vinos, en oficio. Y beneficio. Pocos sectores habrá en los que la opinión de un solo hombre sea tan determinante. Los listados de notas que publica en su guía The Wine Advocate marcan el precio de cada vino en el mercado. Tan temido como respetado, Parker nunca había concedido 100 puntos a un vino español en los 25 años de vida de su publicación. Y el 26 de febrero saltaba la sorpresa. En algo habrá influido el nuevo delegado que cata para él vinos españoles. De golpe, cinco de ellos en el Top 100: dos riojas, un priorato, un ribera del Duero y un Toro (en todo 2006 concedió un total de 16 cienes). "Yo he visto a Parker catando vinos a ciegas y es increíble, tiene una memoria de cata fuera de serie", cuenta Peter Sisseck, danés cuyo Pingus 2004 está entre los cinco.

Un vino perfecto "es aquel que es capaz de transmitir la realidad de un suelo, un clima y una añada". Lo dice Juan Carlos López de Lacalle, de 50 años, enólogo, el nieto de Genaro. Dirige Artadi, una de las cinco bodegas agraciadas, fundada en 1985. Arrancó en apenas 225 metros cuadrados, en 1985. Las lujosas instalaciones que Artadi exhibe ahora a las afueras de Laguardia (Álava), puro diseño, ocupan 4.300 metros. Pero a sus espaldas sobreviven las gruesas y viejas cepas del abuelo, con más de 62 años. "El Pisón es un vino que en cata tiene una carga frutal fuerte, de fruto negro maduro", describe, "con notas de café lejanas, con matices minerales que da ese suelo de pura caliza".

Los cinco vinos son de 2004. En las bodegas apenas quedan ya botellas. Están todas en el mercado. Y sus precios son muy variables. En tienda pueden costar alrededor de 120 euros; en restaurante, unos 280. En el mercado internacional del vino, algunas pueden llegar a los 500 o 600 euros. Y más después de lo de Parker.

Pertenecen a series limitadas. Viñas antiguas, poca producción, mucha calidad. Uvas seleccionadas una por una. Numanthia Termes, la bodega de la cuarta generación de la familia Eguren, produjo tan sólo 4.200 botellas del Termanthia 2004.

"En 2004 hubo un invierno muy lluvioso y un verano muy fresco, lo que permitió una madurez lenta", explica en el bar Alegría, en Toro, Marcos Eguren, de 47 años, enólogo que lleva años haciendo vino en La Rioja, pero que ha conseguido la consagración en los viñedos que compró en Toro hace ya siete años. Sobre la mesa de esta casa de comidas de manteles a cuadros y motivos taurinos en las paredes reposa una botella de Termanthia 2004. "Os traigo un poco de jamón para que se os quite el mal sabor del vino", bromea Juanito, el dueño del bar, con su pajarita azul, un figura. A la mesa están sentados dos sommeliers e importadores mexicanos, que se chupan los dedos ante el plato de judías que llega a la mesa. Dicen que cada vez se importan más vinos españoles en México.

"Conseguir los 100 puntos de Parker es como llevarse un Oscar o ganar un Tour", cuenta poco después Eguren a bordo de su todoterreno, mientras cae una tremenda granizada sobre Los Carriles, el viñedo de 140 años de antigüedad que adquirió hace siete años la familia en el vecino pueblo de Argujillo, el que da la uva del Termanthia. Los saltos térmicos que ofreció 2004 sobre estas 4,78 hectáreas situadas en un altillo, esos ocho días de agosto que dieron 15 grados de noche y 35 de día resultaron una bendición. "Ese estrés al que se somete a la planta hace que su supervivencia sea más difícil, pero que la calidad luego sea superior".

¿Vino perfecto? "El vino sale del viñedo y, una vez que se tienen las uvas, lo que hay que hacer es no estropearlo". Una opinión de Marcos Eguren que comparte sin reservas Benjamín Romeo, hombre de campo que tiene su feudo en San Vicente de la Sonsierra, La Rioja. Viendo sus instalaciones, cualquiera diría que aquí se gesta uno de los caldos más exclusivos del mundo. En un "puto garaje", como él mismo dice. Una vieja canasta de baloncesto llena de polvo descansa en una estantería junto a unos bidones con telarañas. Tinos, elegantes estuches de botellas, palés y azadas conviven hacinados en este espacio de apenas 200 metros cuadrados.

Más singular resulta el espacio en el que su fino vino pasa 20 meses: en las cuevas situadas en lo más alto del pueblo, adonde ya subían hace 300 años los campesinos, cuando no existía ninguna técnica, cuando no había profesionales del ramo. La temperatura allí es invariable todo el año: 13 grados, 65% de humedad. El espacio de entrada a la cueva, donde se contaba lo que entraba y salía, se llamaba contador. Y así bautizó Romeo la joya de su corona. Por eso y porque encima de la cueva está el reloj del castillo. Que al fin y al cabo, "es un contador de tiempo".

Benjamín Romeo, en la cueva en la que reposan sus mejores vinos, en San Vicente de la Sonsierra (La Rioja).
Benjamín Romeo, en la cueva en la que reposan sus mejores vinos, en San Vicente de la Sonsierra (La Rioja).SANTOS CIRILO

La enoteca 100

CONTADOR 2004

Rioja que Benjamín Romeo cultiva junto al río Ebro, en San Vicente de la Sonsierra (La Rioja). Uvas de cuatro de sus viñedos. Precio variable.

VIÑA EL PISÓN 2004

Juan Carlos López de Lacalle elabora este vino de las bodegas Artadi en Laguardia, Rioja alavesa. De la añada 2004 salieron 10.600 botellas.

TERMANTHIA 2004

La familia riojana Eguren triunfa con su nueva bodega en la denominación de origen de Toro. Viñedo de 140 años. Unos 140 euros.

PINGUS 2004

El danés Peter Sisseck, que llegó a España hace 17 años, consigue en la Ribera del Duero este vino bautizado con su apodo. Precio variable.

CLOS ERASMUS 2004

La suiza Daphne Glorian llegó al Priorato en los noventa, y con las bodegas Clos i Terrases logra su vino de culto. A partir de 110 euros.

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Sobre la firma

Joseba Elola
Es el responsable del suplemento 'Ideas', espacio de pensamiento, análisis y debate de EL PAÍS, desde 2018. Anteriormente, de 2015 a 2018, se centró, como redactor, en publicar historias sobre el impacto de las nuevas tecnologías en la sociedad, así como entrevistas y reportajes relacionados con temas culturales para 'Ideas' y 'El País Semanal'.

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