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'BLOG PARTY'
Columna
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Aldea total

Xavi Sancho

"El viajero ve lo que ve. El turista ve lo que ha venido a ver" (Chesterton).

Exterior noche: las chicas con minifalda (o cinturón ancho, desde aquí no se distingue bien) y tocado con forma de pene corren despavoridas hacia un coche negro y amarillo. Tres tipos las interceptan y empiezan a pegarles patadas. Tras dejarlas en el suelo aspirando el dylaniano viento idiota, huyen con sus bolsos de Top Shop. Un hombre mayor se baja los pantalones para orinar junto a una cabina averiada y tropieza con su cinturón. Parece Andy Kauffmann tratando de empujar un elefante escaleras arriba, como cantaban REM. Cae al suelo. Se le acerca una prostituta nigeriana, que en otra vida fue plusmarquista olímpica de triple salto, y le quita las gafas. Una pareja de americanos gordos se acerca a un contenedor. Él vomita sobre sus sandalias con calcetines blancos y ella le grita: "¡Te dije que ocho platos de paella eran suficientes!". ¿La franja de Gaza con barra libre? ¿Bagdad con tiendas de Zara? No, las Ramblas barcelonesas una noche tonta cualquiera.

Cultura, alienación, aburrimiento, desesperación. Lanzaban este eslogan los galeses Manic Street Preachers cuando aspiraban a ser la única banda que jamás importó. De los tres últimos andamos sobrados. Lo primero sigue siendo, como el sexo, una cosa que le pasa a los demás. Algo totalmente erradicado de nuestra sociedad, una suerte de Second Life capaz incluso de lograr que un evento antaño elitista como la Copa América se convierta en una fiesta mayor con charanga y torito. Es que somos como Bush, llevamos la democracia allá donde vamos. Amancio Ortega juega y gana. En este afán por igualarnos por abajo, que es más cómodo, da menos vértigo y, sobre todo, nos hace sentir más listos de lo que realmente somos, decidimos acercarnos al centro de la ciudad a ver qué hacen por las noches esos turistas que vienen aquí porque les sale más barata una semana en España que dos días en su piso de protección oficial en Glasgow. Esto es taaan de los ochenta, nos recuerda Victoria Beckham.

Ahora suena: Holyday hymn; 1985 y este ex punk jibarizado, el hombre más airado de Bristol, editaba esta perla. Otra muesca en la cama del genio, otro tratado de rock low cost aplicado al legado del Rat Pack. Últimamente, viene mucho por España. No se lo pierdan.

La ruta es ciertamente espástica, casi posmoderna. Empieza en un pub irlandés, sigue en un local de kebabs y se muestra en todo su esplendor en una discoteca donde suena house y todo el mundo parece que trabaje en una peluquería. Acaba en la calle. Por cierto, con la pasta que gana, ¿por qué se pasa Amaral toda la noche en la calle? La crisis de la industria del disco es más profunda de lo que creíamos. En fin, que en el pub nos sentimos como la versión cutre de Gary Oldman en ese clásico que es El clan de los irlandeses. En el local de los kebabs no nos agachamos porque nos acordamos de Ana Belén en La pasión turca. En la discoteca recordamos a Gang of four (otra vez) justo a tiempo: "A veces pienso que te quiero, pero sé que es sólo lujuria". Al final va a resultar que no hacemos nada que no hagamos normalmente, que los guiris no hacen nada diferente, que se integran en el armagedón con extrema facilidad y que aquella extraña idea que tenemos de que los turistas son idiotas es cierta. Son tan idiotas como nosotros, porque todos somos turistas, que dirían los libros de autoayuda y las novelas de Isabel Allende. Como Tom Petty, pensamos que hacemos las cosas por las razones correctas, pero tal vez deberíamos pensar que, como Valmont, lo hacemos, "mas no podemos evitarlo".

Exterior noche: "¡¡¡Riégueme!!!". Calla, idiota, que no te gusta Almodóvar. La brigada de limpieza llega para borrar las pruebas físicas del delito, del mismo modo que mañana el Alka Seltzer y The Marvelettes borrarán las metafísicas.

Ahora suena: That's entertainment, de The Jam. La mejor canción

de la historia. Escrita por Paul Weller, borracho, en vacaciones y

en 15 minutos. Los genios, como Putin, sacan petróleo del desastre. Los demás, como Bukowski, sacamos sólo arrepentimiento.

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Sobre la firma

Xavi Sancho
Forma parte del equipo de El País Semanal. Antes fue redactor jefe de Icon. Cursó Ciencias de la Información en la Universitat Autónoma de Barcelona.

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