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Reportaje:ÓPERA

Calma después de la batalla

Los debutantes se imponen en el Festival de Bayreuth en una representación de 'Tannhäuser' que termina entre aclamaciones, tras la resaca de 'Los maestros cantores'

No había conversación en Bayreuth en la que no se hablase ayer de la osadía de Katharina Wagner en su puesta en escena de Los maestros cantores, el pasado miércoles. Por ello, la representación de Tannhäuser, el jueves, suponía un momento de tregua, casi un bálsamo ante tanto estado de excitación.

Había cierto desencanto previo por las cancelaciones del director musical, Fabio Luisi, y de Wolfgang Millgramm, el protagonista que da título a la obra. Falsa alarma. Está viéndose que esta edición del festival es la de los debutantes, y al igual que en Los maestros cantores, el mayor éxito individual había correspondido a Klaus Florian Vogt y Michael Volle, nuevos en la plaza.

Tannhäuser ha supuesto la entronización de los dos sustitutos, el tenor holandés Frank van Aken, y el joven director alemán Christoph Ulrich Meier, también por primera vez en el teatro de la verde colina.

Las entradas se ofrecen actualmente con un plazo de nueve años, según los medios locales de comunicación

El tenor sacó a base de empuje su complicadísimo personaje y aunque prácticamente se quedase sin voz al final del segundo acto, remontó en el tercero con una actuación fabulosa, que encendió los ánimos de la sala.

La representación estuvo marcada por el éxito, a pesar de la discreción de las dos mujeres -mejores, en cualquier caso, que las del día anterior- y se coronó con un cuarto de hora de aclamaciones y pateos, la expresión más contundente de aceptación.

El Coro del Festival volvió a estar impresionante, a las órdenes de Eberhard Friedrich. Y la orquesta, tan rica de matices. La puesta en escena de Philippe Arlaud no causó controversia. Es colorista, naïf, bien desarrollada desde el punto de vista rítmico y tiene un aire de encantamiento. Lo ideal para una resaca después de la batalla conceptual y política del día anterior.

Asistió también a la representación la canciller Angela Merkel, esta vez no en un palco de situación privilegiada, sino fundida con el público en ese anfiteatro apto para la redención por el sufrimiento, con bancos corridos, sin reposabrazos y con un respaldo que cubre solamente los riñones. Ello no es obstáculo para que la Festspielhaus de Bayreuth sea el teatro más codiciado del mundo. Con un plazo de nueve años se ofrecen actualmente las entradas, según datos de esta semana suministrados por los medios locales de comunicación. Los que consiguen localidades por otros medios no sueltan prenda de cómo. Este año, en cualquier caso, se oía hablar más español que nunca entre el público. Por algo será.

Frank van Aken (a la izquierda) y Roman Trekel, durante un ensayo de la ópera <i>Tannhäuser,</i> en Bayreuth.
Frank van Aken (a la izquierda) y Roman Trekel, durante un ensayo de la ópera Tannhäuser, en Bayreuth.EFE

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