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Reportaje:cine

Dr. Jeckyll y Mr. Banderas

El actor se desdobla en un sobrio médico en la nueva de Almodóvar y en un histriónico Gato con Botas

Elsa Fernández-Santos

Como en los juegos de espejos de los viejos tocadores de señora, dos películas multiplicarán este otoño el perfil más huraño de Antonio Banderas. En

La piel que habito, de Pedro Almodóvar, el actor malagueño da un giro radical para presentarse casi como antagonista de sí mismo. Una economía expresiva que hiela la sangre para interpretar a un turbio cirujano plástico sumido en la trágica deriva de todo hombre que juega a ser Dios. En el polo opuesto (aunque igualmente despojado de su gesto), El gato con botas, nos mostrará -en rutilante 3D- la otra cara de la moneda: al Banderas histriónico y pizpireto que presta su voz y su alma para una fábula de fábulas nacida de la madre-ogro Shrek y con el gato truhan como jefe de todo.

"Nada ha cambiado en cómo trabaja Pedro; pero yo lo había olvidado"
"En ese sentido, he salido del armario, porque siempre fui católico"

42La película de dibujos animados, cuyo estreno está previsto para noviembre, sigue las pautas de una promoción millonaria. Así que el actor (que se ha pasado el verano en España hablando de su regreso con Almodóvar y de vacaciones) paró antes en Ámsterdam, donde se celebró una convención de exhibidores y distribuidores para mostrar sus juguetes para la temporada que arranca. "Reírse de los propios cuentos es algo que se inventó Shrek. Luego han venido otros acoplándose a ese terreno", aseguraba en la ciudad de las bicicletas el actor malagueño.

Para él no hay nada cruel en que el personaje de Hollywood que le ha reportado más alegrías sea un mero dibujo. "Ya veo mi cara suficiente en la película de Pedro Almodóvar. O en otras, como la de Woody Allen, o la de Steven Soderbergh... a estas alturas son ya 85. No me echo de menos. Es un personaje muy bien diseñado, con un equipo enorme detrás, que te pide mucha más entrega de la que parece. El proceso es fascinante. Solo la lectura de guion implica a cientos de personas que van cambiando el texto según trabajas tú con ellos. Te permiten improvisar, adoptar elementos del personaje, es un trabajo realmente bonito".

Si la labor que rodeó a El gato con botas fue amable, los preámbulos para dar cuerpo al Doctor Ledgard (su personaje en La piel que habito, cuyo estreno es el 2 de septiembre) no fueron especialmente sencillos. Almodóvar ató en corto al actor, y eso produjo un roce inicial que pudo haber acabado en letal cortocircuito. Banderas asegura que las fricciones fueron, finalmente, positivas. "En realidad siempre fue así. Y esa ha sido la gran sorpresa para mí, que nada ha cambiado tanto en la forma de trabajar de Pedro, solo es que se me había olvidado. Yo a él se lo permito porque tiene una personalidad tremenda. Impone mucho. Él es el líder. Tiene una idea clarísima en la cabeza de adónde quiere ir. Y yo llevaba mis cosas y él las paró en seco, sí. Pero he de reconocerle algo que es muy importante: me ha utilizado para crear un personaje que no tiene nada que ver con nada que yo haya hecho antes. Un personaje absolutamente económico dentro de un espacio que va de la tragedia shakespeariana al culebrón venezolano, pasando por todo lo que hay en medio. Su mundo es totalmente poliédrico, puede parecer grotesco, pero guste o no, es un estilo, y he de reconocer que cuando veo la película digo: ¡joder, ahí hay un personaje!".

Almodóvar presenta a un Banderas despojado de Banderas. "Probablemente", asiente. "Él estaba convencido de lo que quería y terminó convenciéndome a mí también. En el fondo, había algo que me decía: `tío, déjate llevar, déjate llevar". Un personaje perverso y loco por el que, sin embargo, late un hilo de sangre vulnerable y desamparada. Extrañamente, ese hilo conecta con el personaje de Átame, quizá su más célebre trabajo junto al director manchego: "No sé por qué, pero Pedro ve en mí personajes así. En realidad, ni lo sé, ni quiero saberlo. Lo cierto es que sacó una parte de mí que a lo mejor no es de mí sino que es de él. Algo suyo que él ve en mí, algo suyo que él quiere rescatar. Pero yo no puedo meterme en ese terreno cuando trabajo. No puedo intelectualizar. El peor enemigo para un actor es darse cuenta de por qué funcionan las cosas. Si lo analizo, lo pierdo. Si encuentro una respuesta, se va. Hay cosas en la vida que es mejor dejar que sean así, y para mí esta es una de ellas".

Banderas es un malabarista de su oficio, una persona dotada para moverse con naturalidad entre contradicciones: de los perfumes navideños para hombres-hombres a las tablas de Broadway, del compromiso con las causas sociales a la compra de una escudería de motos, del cine independiente al Hollywood más grueso. "Yo soy como aquellos cómicos que hacían a Alfonso Sastre por la mañana y a Shakespeare por la noche. He hecho de todo, y no me parece malo". De todas esas contradicciones ha cobrado peso la que cada Semana Santa le lleva de la pajarita al capirote. "Digamos que en ese sentido he salido del armario: siempre fui católico. Para mí tiene que ver con mi identidad, es tradición y es arte popular, tiene que ver con el teatro, con la ópera, el happening. Es una fiesta aglutinadora. Va gente de todas las pieles que se puedan imaginar: abogados, mecánicos, transportistas, gente de Izquierda Unida, del PP y del PSOE. Es un espacio en el que no se habla de política. No me he transformado en cofrade, salí por primera vez con seis años. Es hereditario".

Por "desfachatez o inconsciencia", el actor dice que jamás fue un emigrante en Estados Unidos. Su suegra, Tippi Hedren, aseguró una vez públicamente que si en algo le estaba agradecida a su yerno español era por haber llevado a su casa el sentido de la familia. Casado desde 1996 con la hija de Hedren, la actriz Melanie Griffith, juntos han tenido a Stella del Carmen, que se suma a los hijos que ella aportaba de sus matrimonios anteriores, Dakota y Alexander. A ellos, Banderas se refiere así: "Nuestros hijos".

"He apostado fuerte por la familia y ha merecido la pena porque hay recompensas. Momentos muy hermosos a la salida de los túneles. Vivimos una época muy orgásmica, la gente busca el rush del principio y cuando lo pierden lo abandonan por otro rush del principio. Se pierden lo que ocurre después del tiempo. Yo no pensaba así antes, pero hemos tenido mucha paciencia y hoy sentimos satisfacción al ver el camino recorrido". Ahora, confiesa con ese desparpajo que le permite mezclar acentos, idiomas y rostros, "hasta Don [Johnson] y yo somos amigos". "Sí, nos llevamos ahora muy bien, quedamos para cenar o para ir a esquiar todos juntos, hasta hacemos chistes y nos reímos. A veces hay que hacer un ejercicio de madurez por los demás. En esta vida es importante saber que uno no está solo en la foto".

El actor Antonio Banderas, retratado en Washington.
El actor Antonio Banderas, retratado en Washington.DARIO ACOSTA (CORDON PRESS)
Fotograma de <i>El gato con botas, </i><b>cuyo estreno está previsto para el 4 de noviembre. </b>
Fotograma de El gato con botas, cuyo estreno está previsto para el 4 de noviembre.
Pedro Almodóvar (izquierda) dirige a Antonio Banderas en el rodaje de <i>La piel que habito.</i>
Pedro Almodóvar (izquierda) dirige a Antonio Banderas en el rodaje de La piel que habito.EL DESEO

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Elsa Fernández-Santos
Crítica de cine en EL PAÍS y columnista en ICON y SModa. Durante 25 años fue periodista cultural, especializada en cine, en este periódico. Colaboradora del Archivo Lafuente, para el que ha comisariado exposiciones, y del programa de La2 'Historia de Nuestro Cine'. Escribió un libro-entrevista con Manolo Blahnik y el relato ilustrado ‘La bombilla’
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