_
_
_
_
_
Reportaje:CULTURA Y ESPECTÁCULOS

TRAS LAS HUELLAS DEL CHE EN MADRID

En junio de 1959, un joven Ernesto Guevara hizo una fugaz escala en Madrid camino de El Cairo. Cuarenta y cuatro años después, una exposición reúne en una galería de Santander 22 fotos, la mayoría de ellas inéditas, del reportero gráfico César Lucas.

Elisa Silió

La cámara no puede moverse, la cámara no puede moverse". Un único pensamiento martirizaba al fotógrafo César Lucas la madrugada del 13 al 14 de junio de 1959: no podía temblarle el pulso. Al amanecer había quedado con el revolucionario Ernesto Che Guevara (Rosario, Argentina, 1928-Higueras, Bolivia, 1967) en el hotel Plaza de Madrid y pasarían unas horas juntos. Lucas tenía 18 años y llevaba unos meses trabajando para la agencia Europa Press. "No tenía apenas experiencia y lo recuerdo como angustioso", dice. Unos meses antes había encontrado el cuerpo del atleta Joaquín Blume cuando fotografiaba a los muertos de un accidente de aviación en Cuenca y durante tiempo había tenido pesadillas. Ni esa noche ni las posteriores se planteó que sus fotos pudiesen hacer historia. "Los fotógrafos luchamos por el día a día, por conseguir algo que no tienen los demás, pero no para pasar a la posteridad", asegura. "Y más en este caso que el Che no era aún el icono del siglo XX". Ahora se alegra de que la galería de arte El Cantil de Santander (Andrés del Río, 7) exponga, del 9 de agosto al 3 de octubre, 22 imágenes, 19 de ellas inéditas, de las 38 que tomó al entonces director del Servicio de Industria del Instituto Nacional de Reforma Agraria de Cuba. Al otro lado del Atlántico, Fidel Castro, en el poder desde hacía seis meses, anunciaba la sustitución de cinco ministros contrarios a la reforma de la ley agraria y Estados Unidos se adhería a la causa de los ganaderos y los productores de tabaco y azúcar que se oponían al cambio.

Galerías Preciados y la plaza de toros de Vista Alegre se abrieron expresamente para el comandante

Esa noche en la que César Lucas daba vueltas a la almohada, el periodista del diario Pueblo Antonio D. Olano, que había conocido al Che en Sierra Maestra, hacía de cicerone de éste por Madrid. "Él hacía una escala de horas en Madrid camino de El Cairo, donde iba a asistir a la Cumbre de Países No Alineados. Me llamaron de la Embajada cubana de su parte y por la noche le llevé a la Feria del Campo, en la Casa de Campo, como haría con cualquier amigo", relata. "Era lo más importante que tenía España por entonces, tomamos pulpo, lo pasamos bien...", recuerda.

A las seis de la mañana del domingo, en el que el revolucionario argentino cumplía 31 años, César Lucas y Olano recogieron al comandante en el hotel y le llevaron al campus universitario de la Complutense. Aunque era festivo, "quería ver cómo vivían los estudiantes, los campos de deporte, las facultades... y posó delante de la Facultad de Medicina", rememora Lucas. Siguieron ruta y, a petición de el Che, visitaron la plaza de toros de Vistalegre en Carabanchel, propiedad de Domingo Dominguín, hermano de Luis Miguel, que, "como era de izquierdas, se mostó encantado de abrirla". El comandante dio una vuelta al ruedo y dos albañiles le pidieron un autógrafo. "Hay una foto de otro viaje posterior, que no es mía, del Che viendo una corrida desde la barrera", señala Lucas.

De vuelta al centro pasearon por la plaza de Oriente y el Palacio Real. "Por la calle nadie le reconocía. No se difundían imágenes en la televisión y lo poco que había era de Castro. El Che y sus dos acompañantes iban vestidos de militar, y como su revolución se conocía como la de los barbudos la gente decía: 'Éstos deben ser revolucionarios", relata el fotógrafo, que fue el primer jefe de fotografía de EL PAÍS y actualmente trabaja en el Grupo Zeta. "Incluso al ver a uno de los acompañantes del Che que llevaba una gorra con visera un señor dijo: 'Mira, ése debe ser Fidel Castro". Desayunaron en la cafetería California de Gran Vía y una camarera se hizo una foto con él.

El Che le dijo a Olano al llegar que tenía que hacer compras en domingo. Las tiendas iban a estar cerradas y el reportero decidió hurgar en los recuerdos de José Pepín Fernández, dueño de Galerías Preciados. Había medrado en La Habana, donde trabajó de botones en los grandes almacenes El Encanto, y con capital indiano había fundado en 1929 Sederías Carretas, germen de Galerías. Agarró el teléfono:

-Don Pepín, tengo que pedirle un favor.

-Dígame, Olano.

-Una persona allegada a usted, venida de La Habana, necesita comprar el domingo. Es el Che Guevara.

-No se preocupe, Olano, les estarán esperando en los almacenes de Preciados dos dependientes.

La nostalgia funcionó y el Che compró material de fotografía, una máquina de escribir portátil, cosas de aseo y dos libros, enumera el fotógrafo. Volvieron al hotel de Plaza de España, cogieron un taxi al aeropuerto y allí se despidieron. "¿Qué les ha contado? ¿Dónde han ido? ¿A quienes han visto? No mienta que les hemos seguido". El régimen franquista había autorizado la escala en Madrid a condición de que el dirigente no tuviese contactos con la oposición y la policía tenía muchas preguntas que hacerles a los dos reporteros. Sus contestaciones bastaron y nadie se acordó de las fotos.

El diario Pueblo, que dirigía Emilio Romero, tan sólo publicó una reseña dos días después en la que, bajo una foto del Che, se informaba de su paso fugaz por Madrid. Europa Press metió las fotos en un cajón y fue en 1995 cuando, en la exposición Las fuentes de la memoria, se colgó otra imagen en la que aparecía el comandante junto al Arco del Triunfo de Moncloa, en Madrid. Fue entonces cuando Adolfo Fernández-Punsola comenzó a tirar del hilo que le ha permitido organizar la muestra de Santander.

En marzo de 1960, durante el duelo a 136 personas muertas al explotar un barco cargado de armas, Alberto Díaz Korda tomó un

a foto del Che que editada posteriormente fue impresa en camisetas y banderas de todo el mundo. César Lucas no tiene la propiedad de sus fotos pero no le importa."Me fumé los tres puros que me regaló. Si lo llego a saber los meto en una vitrina".

Ernesto Che Guevara, en la cafetería California, en la calle Gran Vía de Madrid.

/ CÉSAR LUCAS (EP)
Ernesto Che Guevara, en la cafetería California, en la calle Gran Vía de Madrid. / CÉSAR LUCAS (EP)
El Che, en la plaza de Vista Alegre.
El Che, en la plaza de Vista Alegre.CÉSAR LUCAS (EP)

Unas fotos ingenuas de lectura sencilla

Estas 22 fotos son un retrato de España. Por ejemplo, en una el Che se sorprende al ver a tres chicas de los coros y danzas de la Sección Femenina vestidas de segovianas", comenta el comisario, Adolfo Fernández-Punsola, que el año pasado organizó en la galería El Cantil una sesión inédita de Marilyn Monroe hecha en 1962 por el fotógrafo Arnold Newman. "Las fotos del Che están hechas a los seis meses de tomar el poder los castristas. Tiene una ingenuidad que pierde luego en otras sesiones. Aún no había aprendido a posar y resulta más natural. Hay una imagen en el interior de la cafetería California en la que posa con una camarera y en vez de mirar a la cámara la mira a ella", continúa. César Lucas, muy preocupado en ese momento en no agotar los pocos rollos que llevaba, asegura que las fotos son "de una lectura muy sencilla, sin doble intención en ningún caso", afirma. "La verdad es que no seguí mucho las conversaciones. Yo iba distanciado unos metros haciendo fotos sin preocuparme de más cosas. Pero le recuerdo como alguien amable", añade. En esa época, Lucas, de 18 años, se sentía "cercano a los progresistas" pero no militaba. Su foto preferida es una en la que el comandante posa junto al Arco del Triunfo de Moncloa a las siete de la mañana. "Sólo había un autobús, estaba vacío... Ahora es imposible reconstruirlo porque se ha hecho un paso subterráneo y hay árboles".

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Elisa Silió
Es redactora especializada en educación desde 2013, y en los últimos tiempos se ha centrado en temas universitarios. Antes dedicó su tiempo a la información cultural en Babelia, con foco especial en la literatura infantil.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_