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Reportaje:CINE

"Marlon, ¿qué quieres hacer hoy?"

Actores, directores y amigos recuerdan en el documental 'Brando' el talento abrumador, la belleza sobrecogedora y el difícil carácter del que está considerado el mejor intérprete de la historia del cine

Rocío García

Marlon, ¿qué quieres hacer hoy?" El carácter ingobernable de Marlon Brando era conocido por todos los directores. Sabían que ya nunca más podrían dirigirle. Se había convertido en un tirano. Pero se amoldaban a él. Eran conscientes de que estaban ante el mejor intérprete de la historia del cine. Todo merecía la pena. Disgustos y desplantes incluidos. Todo por un segundo en la pantalla. Eso fue a partir de los años sesenta cuando Marlon Brando se convirtió en un excéntrico personaje, quizás cansado de sí mismo. Lo recuerda el crítico y estudioso David Thomson en el documental Brando, en el que, a lo largo de tres horas, actores, directores y amigos hablan de su talento, su influencia y su genio sin límites, aunque sin ahondar demasiado en la trágica faceta familiar de este hombre rico y poderoso, muerto con 80 años y 135 kilos de peso en Los Ángeles el 1 de julio de 2004. Y lo corrobora el realizador Bernardo Bertolucci, que le dirigió en El último tango en París. "Me dijo: 'no creo que haga otra película porque me resulta agotador dar tanto. Durante 50 años he sido capaz de esconderme detrás de Brando y ahora, quizás, doy demasiado de mí mismo".

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Brando, una producción de la cadena TCM (Turner Classico Movies) que se proyectó por primera vez en el Festival de Cannes, se podrá ver de nuevo en el de San Sebastián el próximo septiembre.

"Hay un antes y un después de Marlon Brando", declara el realizador Martin Scorsesse en el documental. "Pienso que es importante que las generaciones jóvenes vean sus películas por orden cronológico para sentir las emociones que explotaron con él en la pantalla". Brando es, en buena medida, toda una declaración de amor y de admiración por alguien del que su amigo Jack Nicholson, el único autorizado para intervenir en su funeral, dijo: "Todos somos hijos de Brando". Y si los actores se rinden ante su genio, -Al Pacino: "Él hacía lo que yo aspiro a hacer"; Jon Voight: "Marlon resultaba sensual, todo en él lo era, el modo en que cogía el gato, la manera de mover las manos", o Edward Norton: "Para mí, la más grande generación de actores como De Niro y Dustin Hoffman, Gene Hackman, Robert Duvall y Al Pacino, Morgan Freeman y Meryl Streep es producto de Brando"- los realizadores no le van a la zaga. La frase de Michael Winner que le dirigió en Los últimos juegos prohibidos (1971) lo resume todo. "Antes de Brando, los actores representaban personajes, después de Brando los vivían literalmente".

Descubierto en 1946 en Broadway por su papel en Trackline Cafe, un año después Tennesse Williams dió el visto bueno para que interpretara a Stanley Kowalski en el estreno teatral de Un tranvía llamado deseo. Brando retomó ese mismo papel en la adaptación cinematográfica que realizó Elia Kazan. Fue el comienzo de la gloria y del fervor. 39 películas, dos Oscars (La ley del silencio y El Padrino) y seis nominaciones de un hombre sexual, anárquico, airado y dolorido que sobrecogió al mundo.

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