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Crítica:cine
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Monstruos del XXI

Javier Ocaña

Detrás de los más modernos experimentos genéticos, de las combinaciones de ADN, de los juegos científicos más atrevidos, se encuentra la sabiduría del ejecutor, pero también la moral y, a un lado de ambas, incluso la ley. Conjugar erudición, atrevimiento, ética y normativa resulta casi imposible cuando hay dinero de por medio y, más aún, cuando se disparan los egos, cuando las posibilidades de convertirse en una especie de nuevo dios provocan el traspaso de la línea que separa el bien del mal. Unas disquisiciones en las que ha entrado Vincenzo Natali con Splice, experimento mortal, interesante aportación a la ciencia-ficción adulta alrededor de la creación de híbridos de especies animales por encargo de laboratorios farmacéuticos, versión ultramoderna de las películas protagonizadas por un doctor al que el ensayo se le sale de madre.

SPLICE, EXPERIMENTO MORTAL

Dirección: Vincenzo Natali.

Intérpretes: Adrien Brody, Sarah Polley y Delphine Chanéac.

Género: ciencia-ficción. Canadá, Francia, EE UU, 2009.

Duración: 104 minutos.

El retrato de los dos protagonistas, pareja afectiva y profesional, es notable, sobre todo por desarrollarlos en direcciones opuestas y por añadir el sugestivo subtexto de la maternidad como angustiosa variante emocional. Natali, autor de la más aparatosa que efectiva Cube (1997), también coguionista además de director, dedica buena parte de su primer tercio de metraje a explicar con complicada terminología médica la tarea del par de científicos que acaba de subir un importante escalón en el árbol de la evolución, lo que quizá pueda espantar al sector de público que vaya buscando un ligero entretenimiento veraniego. Sin embargo, queda claro que el objetivo no es divertir al personal sino perturbarlo, casi al estilo David Cronenberg. Natali lo consigue con sus planteamientos morales y con su inusitado atrevimiento, aunque como contrapartida en algún momento tenga que hacer equilibrismos en un alambre de cuya caída queda, a un lado, lo sublime, pero a otro, lo ridículo.

Sarah Polley y Adrien Brody, en <i>Splice.</i>
Sarah Polley y Adrien Brody, en Splice.

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Sobre la firma

Javier Ocaña
Crítico de cine de EL PAÍS desde 2003. Profesor de cine para la Junta de Colegios Mayores de Madrid. Colaborador de 'Hoy por hoy', en la SER y de 'Historia de nuestro cine', en La2 de TVE. Autor de 'De Blancanieves a Kurosawa: La aventura de ver cine con los hijos'. Una vida disfrutando de las películas; media vida intentando desentrañar su arte.
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