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Crítica:ópera
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Sobriedad e intensidad

Al fin llegó a Madrid la producción de Luc Bondy y Erich Wonder que inauguró la temporada de La Scala de Milán de 2005 -abriendo la etapa Lissner al frente del teatro italiano- y después recaló en el Palais Garnier de París. Bondy plantea un espectáculo sobrio y despojado, de tonos oscuros, naturalezas sombrías y atención prioritaria a los sentimientos y evolución de los personajes, en sintonía total con los ecos de la tragedia griega en que se apoya la historia. Ayuda a sacar a la luz el sentido dramático que contiene la música de Mozart y deja los edulcoramientos y la estética colorista para otra ocasión. Es coherente. El impresionante cuarteto del tercer acto alcanza tintes sobrecogedores por su desnudez y los coros adquieren un protagonismo a la altura de su belleza musical. Una espectadora cercana a mi localidad aludía a que la escenografía se inspiraba en una pintura nocturna de Friedrich. No he podido comprobarlo.

IDOMENEO

De Mozart. Con Kurt Streit, Bernarda Fink, Emma Bell, Cinzia Forte y Charles Workman. Director musical: Jesús López Cobos. Director de escena: Luc Bondy. Coro y Orquesta Sinfónica de Madrid. Teatro Real, 17 de julio.

En el Real, tras la última nota, el público sale despavorido. En ningún otro lugar he visto este fenómeno

Como en Milán, la gran triunfadora vocal de la noche fue la temperamental y poderosa Emma Bell, como Elettra. En París, la estrella fue Joyce di Donato, que en Madrid está en el segundo reparto. Tuvo más dificultades de las esperables el tenor Kurt Streit; dio a su personaje un tono de dulzura Cinzia Forte, sin caer en la cursilería, pero también sin transmitir del todo la energía que Ilia lleva dentro; y volvió a hacer un despliegue de musicalidad y buen gusto la extraordinaria Bernarda Fink, aunque sin alcanzar la entidad dramática exigible para Idamante. Fue una magnífica cantante y una anodina actriz. Mala cosa, tratándose de una ópera y no de un concierto. Más que correcto Charles Workman como Arbace y un lujo la voz grabada de René Pape como Neptuno.

El maestro López Cobos dirigió la orquesta con pulcritud. Y la Sinfónica de Madrid respondió a la altura de sus posibilidades. Hubo en todo momento sentido de la organización, atención a los matices y concentración. Se echó en falta una mayor tensión dramática en algunas escenas, un juego de contrastes más acusado. Pero, en conjunto, orquesta y director no defraudaron. A menor altura se movió el Coro, sobre todo en los momentos decisivos.

El público del estreno se mostró más bien distante. El que se quedó para la ceremonia de los aplausos. Porque una parte del público de la première del Real de Madrid aporta con frecuencia a la ópera europea el fenómeno de la estampida. En cuanto suena la última nota, salen despavoridos. Les aseguro que no he visto reacción semejante en ningún otro teatro del mundo. Así, en la división de opiniones sobre el equipo escénico anteayer, detrás de mí -estoy hacia la mitad del teatro- no quedaba un solo espectador en el patio de butacas. Los aplausos sonaban suavecitos, y los abucheos, casi ridículos. Y es que quedábamos en la sala cuatro gatos. Asistió a la representación el director de La Scala de Milán, Stéphane Lissner.

Representación de <i>Idomeneo</i> en el Teatro Real de Madrid.
Representación de Idomeneo en el Teatro Real de Madrid.JAVIER DEL REAL

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