Sueños a escala industrial
Chillida Lantoki, una antigua papelera, recrea el taller de forja del escultor vasco
Eduardo Chillida soñaba con volúmenes de hierro a gran escala que se materializaban en grandes forjas industriales. Procesos de creación en los que el escultor vasco se enfrentaba al material en estado puro en los hornos de Patricio Echeverría, en Legazpia (Guipúzcoa). La necesidad de llegar a la obra pública le llevó al artista a buscar una nueva forma de trabajo para la creación de piezas a gran escala. En ese camino, Chillida fraguó una íntima relación con la industria del hierro a golpe de fuego y sudor, que en muchos casos se convertía en procesos de trabajos titánicos de tres y cuatro meses para realizar una obra. Los operarios le seguían como quien sigue a un director de orquesta.
Chillida Lantoki, que se inaugura mañana en una antigua papelera de Legazpia, es un espacio que recoge tanto la dimensión humana de la obra de Chillida a gran escala como su contacto con la gente que colaboró con él. Un recorrido entre fotografías 4 - 4, testimonios audiovisuales a los que ha puesto música Gorka Alda, prensas de gran tonelaje, forjas caseras y pequeñas herramientas que configuran el particular mundo de Chillida. "A mi padre le gustaba el proceso de creación. Decía que una obra era suya cuando la estaba trabajando y que cuando la acababa era de los demás", recuerda Luis Chillida, presidente de la Fundación Lenbur, dedicada a recuperar el patrimonio industrial vasco.
El proyecto surge como respuesta a una cuestión que muchos se plantean frente, por ejemplo, el voluminoso Peine de los Vientos en San Sebastián: ¿Y eso cómo se hace? "Siempre me encuentro con esta pregunta cuando muestro su obra. Era importante abrir un lugar donde mostrar su proceso de trabajo con el hierro. La forja es una forma de trabajar en directo el material, mantiene la potencialidad del trabajo en vivo. Y eso a él le entusiasmaba", explica Luis Chillida.

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