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Crítica:Cine
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El encuentro con el otro

Javier Ocaña

Siempre apegado a los conflictos de la emigración y al análisis de lo que Ryszard Kapuscinski llamaba "el encuentro con el otro", entendido como el individuo que se contrapone a los demás individuos, Rachid Bouchareb, director francés, nacido en París y de familia argelina, compone con London river una oda a la tolerancia centrada en los atentados sufridos en el metro y en autobuses de Londres el fatídico 7 de julio de 2005. Una película sincera y dolorosa, sencilla y respetuosa que, sin embargo, en uno de sus aspectos, deja un regusto un tanto maniqueo.

En su primera mitad, Bouchareb cuenta, en paralelo, la doble historia de un musulmán que vive en Francia y de una cristiana que reside en una isla inglesa del Canal de la Mancha que, tras la explosión de las bombas en la capital británica, acuden en busca de sendos hijos que no contestan al teléfono. Con esta elemental pero muy eficaz premisa, el director de Little Senegal (2001) y de la magnífica Días de gloria (2006), sus únicos productos estrenados comercialmente en España, se acerca al típico prejuicio del occidental ante la visión de lo diferente, ya sea en el aspecto físico, en el cultural o en el religioso. Un (in)evitable choque de sensibilidades que irá en aumento conforme se vaya descubriendo que el árabe y la cristiana pueden estar unidos no solo por el dolor de, con toda probabilidad, haber perdido a sus hijos en los atentados, sino también por el hecho de que estos estuviesen relacionados sentimentalmente.

LONDON RIVER

Dirección: Rachid Bouchareb.

Intérpretes: Brenda Blethyn, Sotigui Kouyaté, Francis Magee, Sami Bouajila.

Género: drama. Francia, Reino Unido, 2009.

Duración: 87 minutos.

Ayudado por las excelentes interpretaciones de Brenda Blethyn y de Sotigui Kouyaté (mejor actor en el Festival de Berlín de 2009), el director Bouchareb juega siempre limpio, con cadencia de drama de calidad e infinito respecto por las víctimas del atentado. Así, en una de las secuencias más desgarradoras, utiliza dos recursos tan cinematográficos como el fuera de campo y la elipsis para evitar entrar en territorios físicos problemáticos en torno a la identificación de los cuerpos de las víctimas. Sin embargo, el guionista Bouchareb, sensible y doliente casi en todo momento, se ve arrastrado a un error lamentable, impropio de un cineasta de su calidad: jugar a un cierto suspense a lo largo de buena parte del metraje, con la posibilidad de que ambos, el inmigrante árabe y la inglesa de pura cepa, sean dos de los autores de los atentados. Poner en paridad esa probabilidad, sobre todo tratándose de una película inspirada en hechos reales, no ayuda al examen de sucesos como este. Es como si el analista Bouchareb, templado y tolerante, se viera traicionado por el creador de historias Bouchareb, al que dramáticamente le convenía confeccionar tal posibilidad.

Sotigui Kouyaté y Brenda Blethyn, en un momento de<i> London river.</i>
Sotigui Kouyaté y Brenda Blethyn, en un momento de London river.

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Sobre la firma

Javier Ocaña
Crítico de cine de EL PAÍS desde 2003. Profesor de cine para la Junta de Colegios Mayores de Madrid. Colaborador de 'Hoy por hoy', en la SER y de 'Historia de nuestro cine', en La2 de TVE. Autor de 'De Blancanieves a Kurosawa: La aventura de ver cine con los hijos'. Una vida disfrutando de las películas; media vida intentando desentrañar su arte.
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