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Crónica:patrimonio
Crónica
Texto informativo con interpretación

Dos 'gladiadores' luchan por el Coliseo romano

El Estado italiano y el Ayuntamiento de Roma, enfrentados por los derechos de propiedad del anfiteatro Flavio

Si los antiguos vecinos de la Ciudad Eterna hubieran imaginado que 1.700 años después el mismo lugar al que iban a disfrutar con peleas entre gladiadores se transformaría en el colosal objeto de una disputa, probablemente se hubieran echado a reír.

El Coliseo se encuentra en el centro de una lucha que tensa el verano romano. Los contrincantes en la arena son el Estado italiano y el Ayuntamiento de Roma. Las dos instituciones lidian por los derechos de propiedad del anfiteatro más visitado en el mundo y que fue construido por la voluntad del emperador Flavio entre los años 72 y 80 después de Cristo.

El Coliseo romano es patrimonio nacional, así que el Estado se queda con la recaudación de las entradas, mientras que al Ayuntamiento le toca el trabajo sucio: limpiar y restaurar (en parte, no por completo), algo que ya no aceptan los administradores locales.

Los turistas pagan más de 30 millones anuales por entrar en el monumento El Consistorio pide el 30% de las ganancias para su mantenimiento

Lo que resulta atractivo para los representantes del Campidoglio son los más de 30 millones de euros que los turistas pagan cada año por visitar el anfiteatro, recaudación que se mete en el bolsillo el Estado. En 2009, tres millones y medio de personas pasearon por sus escaleras elípticas. Pagaron entradas por un total de 30,4 millones de euros. De esta suma, el Ayuntamiento pide "al menos un 30% para invertir en el mantenimiento de otros bienes arqueológicos".

El Estado no está dispuesto a ceder y responde con un no rotundo. "El Coliseo es nacional al 100% y me sorprende esta voluntad de lucro", declara Francesco Giro, subsecretario de Cultura.

En junio pasado, municipio y ministerio presentaron a bombo y platillo una convocatoria para buscar patrocinadores privados que echaran una mano en la restauración del anfiteatro. El maquillaje más representativo de la Ciudad Eterna va a costar 25 millones de euros, según un presupuesto previo, y los patrocinadores cubrirían una parte.

La cuestión es vieja, pero ha resurgido con fuerza esta semana. Parte de la responsabilidad la tiene el David de Miguel Ángel, conservado en un museo estatal de Florencia. El agraciado joven de mármol hizo saltar la chispa entre el titular de Cultura, Sandro Bondi (gran devoto de Silvio Berlusconi), y el alcalde Matteo Renzi (joven delfín del Partido Democrático elegido hace un año). Para esquivar los requerimientos del regidor, que pide una gestión compartida de beneficios y obligaciones, el ministro sacó del baúl los documentos con que la República florentina pagaba la escultura en 1504. "Demuestran que la actual República italiana es la legítima dueña", dijeron los abogados estatales. "Florencia encargó la obra y es nuestra", respondió Renzi. Pero la disputa sigue sin solución y ahora se abre un nuevo frente 250 kilómetros más al sur, en la capital.

Las dos batallas de Florencia y Roma podrían transformarse en una guerra civil sobre la gestión de los monumentos y museos autóctonos: Italia es el país del mundo más rico en obras de arte. Cada pueblo tiene las suyas.

En una época de vacas flacas como la actual, en la que tanto los ministros como los administradores hurgan con preocupación en sus propias arcas, la cuestión llega a tener una importancia crucial. Por eso la contienda se expande. No sólo el Coliseo necesita ser restaurado. Por ejemplo, el Panteón de Agripa está actualmente en este proceso.

Roma está llena de áreas arqueológicas. No tiene que buscar mucho el alcalde, Gianni Alemanno, para encontrar pretextos en su cruzada. Basta con que se asome a la ventana de su despacho. Lo insinúa el presidente de la Comisión Municipal de Cultura, Federico Mollicone: "Es paradógico que la ventana del alcalde tenga vistas a los foros imperiales y que no tengamos ninguna competencia sobre ese lugar". Quién sabe en qué bando desplegaría sus legiones el emperador Flavio.

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