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El lugar preciso, en el momento justo

Estar en el momento y en el lugar preciso. Los fotógrafos de la agencia Magnum lo vienen haciendo desde hace 60 años. Por eso sus imágenes son pura historia. Henri Cartier-Bresson fue el primer fotógrafo occidental que entró en la Unión Soviética tras la muerte de Stalin en 1954; Burt Glinn supo que Batista había huido de Cuba en la Nochevieja de 1959 y salió de madrugada hacia la isla, justo a tiempo de acompañar a Fidel Castro en su entrada triunfal en La Habana... Son algunos de los hitos que recoge la exposición que recuerda las seis décadas de vida de la agencia en Les Rencontres Arles, el festival de fotografía de la Provenza francesa.

En 1947, tras la primera retrospectiva de Cartier-Bresson que organizó el MoMA de Nueva York, éste, junto con Robert Capa y David Chim Seymour, decidieron crear una cooperativa de fotógrafos para garantizar la independencia de sus trabajos. Hoy, la familia Magnum está formada por unos sesenta miembros. "Magnum nació en un momento en el que el copyright de las fotos pertenecía a las revistas. Hoy, los fotógrafos son los dueños de la agencia y también de sus fotos. Si uno de ellos se quiere marchar, se las lleva", explica Julien Frydman, director de la oficina de París, la primera en abrirse, junto con Nueva York. Londres vendría en 1986 y Tokio, la cuarta sede de Magnum, tiene ya una década de existencia.

Convertirse en fotógrafo de Magnum implica superar un ritual instituido en 1955. Cada año, llegan unos 300 portafolios de todo el mundo. De ellos se seleccionan unos quince, que los fotógrafos de la agencia revisan. Una nueva criba reduce la lista de candidatos a cinco. Entonces se vota. Si el aspirante recibe el respaldo del 50% de los fotógrafos, se convierte en nominado. Dispone entonces de dos a cuatro años para enviar más trabajo. Pero ahora deberá conseguir las dos terceras partes de los votos para convertirse en asociado. Por último, dispondrá de otro plazo igual para remitir el portafolio final que lo convertirá en miembro vitalicio de Magnum.

¿Qué se pide a un aspirante? "Las fotografías tienen que tener suficiente fuerza para que las recordemos. Buscamos gente capaz de hacer fotografías memorables, trabajos que tengan una cierta individualidad, gente que se comprometa en proyectos de una cierta dimensión", afirma el presidente de Magnum, Stuart Franklin (Londres, 1956), autor de la famosa foto del estudiante que se enfrentó a un tanque en la Plaza de Tiananmen. El carrete salió de Pekín escondido en una caja de té, gracias a una estudiante francesa. "Entonces se hacía mucho. Ibas a un aeropuerto, buscabas a alguien que te inspirara confianza y le entregabas los carretes para que los llevaran a Magnum. Hoy, te pueden arrestar por ello". Y, ¿qué tienen en común los fotógrafos de Magnum? "Un compromiso apasionado por la fotografía, un interés humano y una enorme curiosidad por el mundo que les rodea", señala Franklin.

En la era de la imagen en movimiento, Franklin defiende el valor de la captada en un instante: "La fuerza emocional de la fotografía es muy valiosa. Para lograrla en el cine o en un soporte multimedia hay que añadir un montón de trabajo, de música, de diálogo, porque se ha destruido algo, que es la emoción única de una foto, y hay que reconstruir esa fuerza".

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