_
_
_
_
_
Reportaje:arte

El museo imaginario de un Nobel

Wole Soyinka expone en el Niemeyer máscaras y miniaturas de su colección

Ana Marcos

A Wole Soyinka el término venganza le suena tan contundente, que aunque lleve desde mediados de los cincuenta del siglo pasado perpetrándola a través de la literatura y el teatro, prefiere sustituir esta idea por la de solidaridad con su país, Nigeria, y, por ende, con el resto del continente africano. El Nobel de Literatura -primer africano en recibirlo, en 1986- inauguró ayer en el Centro Niemeyer de Avilés su última respuesta a la barbarie colonialista y bélica que asoló durante el siglo XX este país del África Occidental, la exposición Máscaras y miniaturas. Colección personal de Wole Soyinka.

"Colecciono por el amor al objeto", dice el escritor nigeriano al otro lado del teléfono. "No se trata de una misión de restitución o venganza. He convertido una costumbre en una minúscula aportación al patrimonio cultural de mi país que nunca debió marchar". Es la primera vez que estas máscaras y objetos salen de su casa después de "una larga y parsimoniosa, aunque combativa", labor recolectora.

Soyinka (Nigeria, 1934) comenzó a coleccionar cuando el expolio colonialista le golpeó en la cara durante sus años universitarios en Reino Unido: "Me encontré en medio de una rutina de hurtos. El resentimiento tiñó mi relación con unos objetos que hasta entonces veía con distancia".

Tiempo después, a mediados de los ochenta, el escritor eligió el exilio a la guerra civil, mientras que los escuadrones optaban por el robo frente al respeto a la propiedad privada. "En 1990 cuando entré por primera vez en mi casa se me rompió el corazón. Aunque al segundo me di cuenta de que era el precio que tenía que pagar por mis ideas políticas", recuerda con apabullante templanza. Después del choque inicial, que confiesa le duró bastante, volvió a trabajar por "el mero hábito".

La exposición no sigue una disposición cronológica por imposición de los propios objetos: "No me he atrevido a ordenarlos por la dificultad de datar este tipo de tallas de madera. De hecho, todo ha sido tan rápido que yo mismo me he sorprendido al ver el resultado final".

Hasta el 4 de septiembre parte de los recuerdos que novelas como La danza de los bosques no han plasmado se liberan en el edificio polivalente del Centro Niemeyer (niemeyercenter.org). "Las formas son eternas, la intención que se les confiere es mera argumentación. Dejad que los objetos se comuniquen libremente con el espectador y viceversa".

Wole Soyinka paseando, ayer, por el Centro Niemeyer.
Wole Soyinka paseando, ayer, por el Centro Niemeyer.ALEX PIÑA (CENTRO NIEMEYER)

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Ana Marcos
Redactora de Cultura, encargada de los temas de Arte. Ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS. Fue parte del equipo que fundó Verne. Ha sido corresponsal en Colombia y ha seguido los pasos de Unidas Podemos en la sección de Nacional. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y Máster de periodismo de EL PAÍS.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_