La salsa de la vida

Segunda película de un conocido director teatral británico, con un elenco cuajado de primeras figuras y con el curioso añadido de la música latina como personaje incorporado, Born Romantic es un abigarrado, a menudo angélico y casi siempre interesante cruce de caminos, los que van trenzando un puñado de personajes que sólo comparten dos destinos: una sala de baile y el azar.

Tiene la película, que juega con estudiado descaro a situar a los personajes en el límite mismo de la credibilidad -vean: un carterista patoso, una maniática limpiadora de lápidas, un marido separado que comparte con su ex sólo la cocina de su sórdido piso, un músico fracasado que intenta enmendar errores del pasado, un taxista del que no renegaría el mismísimo Frank Capra, una chica que se acuesta con el primero que pasa-, un arranque imparable, una factura técnica y de recursos expresivos más que correcta. Si acaso, cabría reprochársele que el director demuestra querer tanto a sus personajes que acaba pasando limpiamente por encima de la lógica discursiva en que los ha metido.