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NEUROCIENCIA

Cosquillas en el cerebro Una extraña masa cerebral no cancerosa provoca un irreprimible deseo de reír

Hoy se divulga en la revista científica Neurology un triple caso médico tan raro como incomprensible. Tres pacientes adultos afectados por un pequeño tumor cerebral no canceroso, conocido como hamartoma hipotalámico, padecen desde su juventud unos extraños e intempestivos ataques de risa, además de otros de tipo epiléptico. Las crisis epilépticas pueden ser controladas con fármacos, pero no así las ganas de reír. Los pacientes no son los únicos desconcertados, pues médicos y neurocientíficos ignoran casi todo lo relativo a los mecanismos cerebrales de la risa.

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Las ganas de reír no siempre acaban en carcajadas. Pero los pacientes cuyos casos se refieren hoy en la revista de la Academia Americana de Neurología deben hacer auténticos esfuerzos para contener los ataques de risa, hasta 10 o 15 diarios, aunque no siempre lo consiguen. Uno de los afectados explica que cuando se presenta el acceso debe evaluar la situación en la que se encuentra para optar por morderse los labios o dar rienda suelta a la risa. La risa patológica de este hombre es muy similar a la normal, la que surge por algo concreto e identificable. Pero hay una pequeña diferencia: la normal llega a producirle lágrimas y enrojecimiento de la cara, lo que no ocurre cuando se trata del impulso provocado por ese gnomo tumoral que habita en su cerebro. En otro de los casos, una mujer describe la sensación "como un cosquilleo dentro de la cabeza" y explica que debido al cambio de voz que experimenta cuando le entran ganas de reír tuvo que dejar de cantar.

Los tres pacientes, estudiados por el neurólogo Samuel Berkovic, del Austin and Repatriation Medical Center, de Victoria (Australia), tienen una inteligencia y un desarrollo cerebral normales. En principio consideran agradable ese deseo de reír, pero saben que la risa puede desencadenar un ataque epiléptico. La sensación es ambivalente, según Berkovic, porque confluyen "la alegría del síntoma y el miedo de lo que puede ocurrir después".

¿Por qué se produce la risa? El neurólogo australiano reconoce que es algo "no completamente conocido". Pero más bien parece un misterio o una laguna de la ciencia. Los tratados actualizados de neurobiología no tratan la risa; los neurocientíficos se ocupan de otros temas, y la mayor base de datos de biomedicina, Medline, que recoge millones de investigaciones, sólo tiene registradas unas decenas de trabajos en las últimas décadas. "Es un campo virgen", admite Alberto Ferrús, neurocientífico del Instituto Cajal de Madrid, quien observa que tampoco se estudia la risa con las modernas técnicas de visualización de las funciones cerebrales, quizá porque "es un fenómeno anárquico al que no es fácil meterle mano".

Pedro C. Marijuán, ingeniero y neurocientífico del Centro Politécnico Superior (CPS) de la Universidad de Zaragoza, está convencido de que el estudio de la risa es una inmejorable vía, "oscura y sencilla a la vez", de acceso a una teoría general del procesamiento de la información en el cerebro. Él entiende la risa como "un medio extraordinario del cerebro para eliminar el desorden y los desajustes de información". En su opinión, el bienestar que produce la risa y el que produce la solución de un problema tienen una misma base biológica.

Marijuán, que se ha ocupado de modelizar matemáticamente la risa y ultima una máquina capaz de reír, explica que es un fenómeno con un alto nivel de anarquía. "La risa fingida no sale", dice, "porque no se puede producir mentalmente un fenómeno tan aleatorio". Afirma que hay que entender la risa como "una herramienta de la especie para lidiar con los problemas y desajustes" que provoca el hecho de que seamos animales de lenguaje. A Marijuán no le sorprende que un tumor capaz de provocar la risa esté en el hipotálamo porque es una zona "donde se gestionan los desajustes, ya sean orgánicos o perceptivos".

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