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Filtros solares

Las cremas o factores de protección solar no son sólo un moderno invento de la farmacopea. Constituyen la primera medida de protección en los baños de sol. Los primeros filtros solares aparecieron en 1928 en Estados Unidos y eran de tipo químico: el salicilato de bencilo y el cinamato de bencilo. Un año después apareció en Australia otro filtro químico, el salicilato de fenilo. En Europa fue Francia el primer país en fabricar filtros en 1943.Estos filtros actúan por absorción de los fotones de energía ultravioleta y transforman ésta en otras energías de diferente longitud de onda. Están sometidos a una estricta legislación, poseen una buena tolerancia dermatológica y absorben las radiaciones UVA y UVB.

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Los filtros físicos actúan por reflexión y dispersión de la radiación solar. Son básicamente el dióxido de titanio y el óxido de zinc. Poseen buena eficacia y tolerancia.

Ahora acaban de aparecer los filtros biológicos, que incorporan vitaminas en su composición para reforzar la acción tanto de los filtros químicos como físicos. Las vitaminas A, E y B5 incorporadas poseen efectos antioxidantes y actúan bloqueando la acción de los radicales libres, por lo que se convierten en agentes preventivos del fotoenvejecimiento y del cáncer cutáneo.

La vitamina A no sólo potencia la función de barrera de la piel, sino que además mejora su aspecto y elasticidad. También acelera el proceso de división celular en la epidermis, mejora la calidad enzimática y frena el adelgazamiento de la piel.

La vitamina E protege las membranas celulares de los efectos destructivos de los radicales libres procedentes de las radiaciones solares y forma un escudo para impedir que éstos penetren en el interior de las células. La vitamina B5 estimula el crecimiento epitelial cutáneo y ejerce un potente efecto antiinflamatorio y protector. Aporta a los filtros solares propiedades cicatrizantes, hidratantes y suavizantes.

Los dermatólogos aconsejan utilizar productos con factor de protección solar mínimo de 15 y aumentarlo conforme la piel sea más clara. Conviene que sean resistentes o impermeables al agua y que tengan espectro total, es decir, que protejan frente a las radiaciones ultravioletas A (UVA) y B (UVB). Deben aplicarse justo antes de la exposición al sol y después cada dos o cuatro horas, según la actividad.

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