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Reportaje:

Hablar del suicidio para prevenirlo

Psiquiatras del hospital de Sant Pau proponen planes de información y ayuda para frenar el auge del cibersuicidio

Me quiero morir y he tratado de quitarme la vida, pero siempre me interrumpen, así que quiero que me recomienden algo para que me pueda suicidar a gusto". "He pensado en como sería mi muerte y algo que tengo claro es que no quiero agonizar". "Tengo una solución para una muerte sin dolor, contacta conmigo". Mensajes de este calado llenan páginas y páginas en la Red, un fenómeno que los especialistas han bautizado como cibersuicidio. Estos especialistas propugnan acudir a la Red para hablar del suicidio y contrarrestar estos mensajes con otros de prevención y ayuda.

El suicidio es una de las principales causas de muerte violenta en los países ricos, pero hablar de ello "es un tabú", según Carmen Tejedor, psiquiatra especializada en suicidología del hospital de Sant Pau de Barcelona. "Se cree que hablar del suicidio abiertamente es contagioso, lo mismo que se decía hace 20 años del sexo o las drogas". Por eso, la Red, sostiene, al ser un canal de información sin censura, se convierte en la válvula de escape donde muchas personas con ideas suicidas, especialmente jóvenes, exponen su dolor y sus preocupaciones. "Si no se habla del suicidio de forma normal, se hablará por otras vías", añade Clemente García, psiquiatra del mismo hospital.

El 80% de los menores de 30 años que han intentado suicidarse ha consultado Internet

Foros, chats y diarios personales (blogs) se convierten así en espacios de encuentro de "personas solas y desarraigadas, que no se sienten queridas". Allí exponen sus sentimientos y frustraciones, describen sus autolesiones, o detallan métodos para suicidarse. "Son páginas web hechas por gente con problemas que sienten la necesidad de comunicarse", indica García. El fenómeno apareció por primera vez, según Tejedor, en Japón en 2003 y desde entonces se ha extendido como la pólvora. "Ya a finales de los noventa observamos que Internet servía para intercambiar información sobre fármacos o sobre cómo escribir notas de despedida para amigos y familiares".

Los usuarios de estas páginas son sobre todo hombres y mujeres de entre 15 y 30 años. En esta franja de edad, el suicidio es la segunda causa de muerte, tras los accidentes de tráfico. Según los datos del equipo de psiquiatría del hospital de Sant Pau, un 80% de los menores de 30 años que ha intentado suicidarse ha consultado antes Internet.

Pero, ¿es posible hablar sobre el suicidio con naturalidad? El equipo que lidera Carmen Tejedor responde con un sí rotundo y por ello ha creado una página web (www.suicidioprevencion.com) cuyo propósito, explica Clemente, es que los internautas con pensamientos suicidas puedan acceder a un espacio de prevención, que contrarreste los muchos que hay de pedagogía del suicidio.

Tejedor también forma parte de un proyecto pionero en España: un plan para prevenir las conductas suicidas en un barrio de Barcelona, concretamente, en la derecha del Eixample. El plan no sólo se dirige a los profesionales sanitarios, sino que facilita información a otros colectivos, como voluntarios sociales, bomberos, líderes vecinales o farmacéuticos. "Aquí este plan es una excepción, pero en muchos países europeos este tipo de planes son frecuentes", afirma Tejedor.

Julio Bobes, coordinador de la Red Nacional para Estudio y Prevención de las Conductas Autolíticas y doctor en psiquiatría de la Universidad de Oviedo, recuerda que durante muchos años ha predominado la pasividad y el conformismo frente al suicidio, "se pensaba que no se podía hacer nada", pero los planes de prevención que se han aplicado en otras ciudades de Europa han logrado una disminución considerable de las conductas suicidas. Por ejemplo, en la isla de Cötland, en Suecia, un plan de formación y sensibilización sobre el suicidio dirigido a los médicos de cabecera logró reducir en un 20% el número de suicidios. "El suicidio es un marcador muy fiable de la eficacia de las políticas de prevención y promoción de la salud mental", concluye Bobes.

En enero de 2005 los ministros de Sanidad de los 25 países de la Unión Europea acordaron en Helsinki (Finlandia) "desarrollar la misma estrategia de salud mental hasta 2010", que incluye "promover y prevenir patologías, como el suicidio". El propósito de este plan es elevar la dotación presupuestaria de salud mental desde el actual 4% del presupuesto sanitario al 10%.

Según las estimaciones del equipo de psiquiatras del hospital de Sant Pau, en la derecha del Eixample, donde viven 120.000 personas, se suicidan cada año entre 10 y 12 personas. La mitad son mayores de 65 años, el 20% son jóvenes y adolescentes y el resto, adultos. Además, entre 200 y 300 personas intentan suicidarse cada año y un 10% de quienes acuden a consultas de salud mental tienen ideas suicidas.

Estos datos son sólo estimaciones porque, según Tejedor, el "tabú" sobre el suicidio es tal que ni siquiera hay buena información oficial al respecto. Bobes estima que los datos oficiales de suicidios sólo recogen alrededor del 60% de los casos, lo cual plantea la necesidad de "crear un observatorio a nivel nacional" que permita obtener información más fidedigna.

Prevenir el suicidio es posible si se establecen los medios de ayuda adecuados. "Si podemos prevenir un infarto, también podemos prevenir el suicidio", sostiene Tejedor. La acción preventiva debe centrarse en los colectivos de riesgo. Se consideran especialmente vulnerables los enfermos mentales, las personas que tienen ideas suicidas o que ya han intentado suicidarse, las que padecen una enfermedad crónica o con dolor, las que se sienten aisladas y desarraigadas, y aquellas que viven un acontecimiento que genera fuertes sentimientos de rabia, miedo o depresión.

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