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Premio Nobel de Medicina

Nobel a un mecanismo básico de la vida

Dos mujeres y un hombre, premiados por iluminar el cáncer y el envejecimiento

El Nobel de Fisiología o Medicina destaca este año un caso típico, en el que la investigación fundamental, que los científicos realizan por el estímulo de su propia curiosidad, sin ningún objetivo de aplicación concreta, resulta después directamente implicada en enfermedades -el cáncer- y en el proceso de envejecimiento. Incluso, un cuarto de siglo después del descubrimiento, ya está apuntando hacia alguna terapia. Los premiados son dos mujeres (por primera vez comparten un premio Nobel): Elizabeth Blackburn, Carol Greider y un hombre, Jack Szostak. Los tres trabajan en Estados Unidos y sus descubrimientos, que se remontan los años setenta, explicaron cómo los extremos de los cromosomas, los telómeros (y la enzima telomerasa), garantizan su integridad cuando se multiplican las células. La teórica vita eterna de las células cancerosas está relacionada con este mecanismo molecular.

Los telómeros garantizan la división íntegra de los cromosomas
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Un cronómetro molecular en la célula

"Es un premio esperado desde hace cuatro o cinco años, y bien merecido", comentó ayer María Blasco, la mayor experta española en telomerasa, del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), en Madrid. "Se ha tardado lo normal, alrededor de 20 años, en concedérselo, aunque el descubrimiento de los telómeros es anterior". Barbara McClintock, también premio Nobel por otro tema, los descubrió primero en el maíz. Blasco subraya que se trata de un mecanismo básico de la vida, aunque luego se hayan visto sus implicaciones en el cáncer y en el envejecimiento.

"No teníamos ni idea, cuando empezamos este trabajo, que la telomerasa estaría implicada en el cáncer, sencillamente teníamos curiosidad acerca de cómo los cromosomas se mantienen intactos", declaró ayer Greider, de 48 años, que cuando inició esta investigación era la alumna de Blackburn. Esta última, una científica combativa que fue expulsada en 2004 del Consejo de Bioética de la Administración Bush por estar en desacuerdo con la política gubernamental sobre células madre, ha rechazado siempre recibir reconocimientos y galardones por aquel trabajo que excluyeran a Greider. La entonces alumna, que ahora tiene 48 años, trabaja en la Universidad Johns Hopkins.

Blackburn, nacida en Tasmania (Australia), en 1948, en una familia de científicos, sigue en la Universidad de California, donde ellas dos realizaron los descubrimientos ahora premiados.

El tercer galardonado, Szostak, 57 años, nacido en Londres, se dedica ahora a intentar hacer proto-células y lograr que copien su material genético. "Eso es casi literalmente crear vida en tubo de ensayo", explicó ayer Jeremy Berg, del Instituto Nacional de Ciencias Médicas (EE UU), que subvencionó algunos de los trabajos sobre los telómeros. El premiado, en sus primeras horas, fue parco en declaraciones, más allá de un muy expresivo "Me voy de fiesta". Cada uno recibirá un tercio de los 975.000 euros de la dotación del Nobel.

El misterio que estos investigadores querían resolver era cómo los cromosomas (formados por las largas moléculas de ADN, los genes) se duplican al dividirse las células, se copian, sin errores porque sus extremos resultan protegidos. Esos extremos son los telómeros y la enzima responsable de su formación es la telomerasa, en cuya investigación se centró la tesis doctoral de Greider.

El mal funcionamiento de la telomerasa, por una mutación, provoca un acortamiento gradual de los telómeros y el envejecimiento celular prematuro. Por el contrario, las células cancerosas, que se dividen continuamente, son eternas porque tienen la telomerasa sobreactivada.

"La investigación en cáncer está bastante avanzada", recuerda Blasco, ya que hay un medicamento en fase 1 de ensayos clínicos, basado en un inhibidor de la telomerasa. La de envejecimiento está menos desarrollada pero existe un gran interés médico por ver si activar la telomerasa puede retrasar el envejecimiento general, no el celular. El CNIO demostró el año pasado que el gen que dirige la producción de la telomerasa es uno de los genes de longevidad, capaz de alargar en un 40% la vida de los ratones. Sin embargo, el área está mucho menos desarrollada en Europa que en Estados Unidos.

Elizabeth Blackburn (izquierda), junto a Carol Greider y un busto de Alfred Nobel en marzo de este año en Francfort.
Elizabeth Blackburn (izquierda), junto a Carol Greider y un busto de Alfred Nobel en marzo de este año en Francfort.EFE
Jack Szostak, ayer.
Jack Szostak, ayer.

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