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Análisis:
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Pensar globalmente, actuar localmente

Esta célebre frase, divisa del movimiento ecologista y utilizada también en el ámbito de la salud pública, particularmente en la lucha contra el sida, es una de las aportaciones de René Dubos (1901-1982) al acerbo cultural de la humanidad. Originalmente agrónomo, tras doctorarse en Microbiología, fue reclutado por el Instituto Rockefeller de Nueva York. El papel de Dubos en el desarrollo de los antibióticos fue determinante, tanto que según algunos merecía la distinción del Nobel concedida a Fleming, Chain y Florey. Se dice que a Florey le hubiera gustado compartir con él el galardón, porque suya fue la idea y el descubrimiento del primer antibiótico, la gramicidina, que, debido a su toxicidad, tuvo un limitado uso.

La eliminación de un tipo de microbio crea un nicho que ocuparán otros microorganismos

Entre el hallazgo de Fleming en 1929 y la primera demostración de su utilidad transcurrieron 11 años. Se cuenta que Dubos al coincidir en un congreso con Fleming en 1939 le preguntó qué había sido de la penicilina. La respuesta del escocés fue que era muy inestable y que no parecía tener futuro, explicación que no convenció a Dubos, quien le animó a persistir en el proyecto. Y más adelante facilitó el contacto del equipo de Florey con los laboratorios que producirían el antibiótico a gran escala.

Pero los salubristas tenemos muchas más deudas de gratitud con Dubos, quien desde la década de 1950 inició una actividad de divulgación científica reflexiva de gran alcance y de una extraordinaria calidad literaria, tanto que en 1968 obtuvo el Premio Pulitzer por su obra Este animal tan humano, en la que destacaba la existencia de una naturaleza humana que tantos filósofos, entre ellos Ortega y Gasset al que citaba, negaban, porque suponían que el ser humano es básicamente historia.

Entre las obras más sanitarias de Dubos destaca el Espejismo de la salud, que inspiró a Thomas McKeown la constatación empírica de que la influencia de la medicina no había sido tan importante como se presumía, debido a que el declive de la mortalidad por la mayoría de las causas de defunción durante el siglo XIX y buena parte del XX, sobre todo las enfermedades infecciosas, no puede atribuirse a tratamientos -curativos o preventivos- que simplemente no existían. El saneamiento, la nutrición y el control de la natalidad fueron, pues, los auténticos responsables del descenso de la mortalidad y de la denominada transición demográfica. Estudios que se reflejan en El crecimiento moderno de la población y en el más conocido El papel de la medicina: sueño, espejismo o Némesis.

Pero también debe mencionarse El hombre y su ambiente, una lección de ecología sanitaria que desarrolla la clásica concepción hipocrática mediante la idea de adaptación benéfica al ambiente y que aporta una sugestiva definición: "La salud es un estado físico y mental razonablemente libre de dolores e incomodidad que permite funcionar el mayor tiempo posible en el entorno elegido".

A partir de la década de 1970 la obra de Dubos se decanta decididamente hacia la defensa de la viabilidad del entorno y la reivindicación de nuestra responsabilidad como componentes de la biosfera. Con Barbara Wald fue autor en 1972 del informe preparatorio de la primera conferencia de las Naciones Unidas sobre el medio ambiente celebrada en Estocolmo y titulada No tenemos más que una Tierra, que fue el inicio del programa ambiental de la ONU.

Suya es esta crítica de 1965 a las intervenciones precipitadas sin tener suficientemente en cuenta la complejidad de las relaciones entre los seres vivos y el medio ambiente: "La eliminación de un tipo de microbio crea un nicho que ocuparán otros microorganismos. La ciencia reduccionista sólo se preocupa por los patógenos y no de su ecología. Igual que para los colonos que invadieron el oeste americano el único indio bueno es el indio muerto, una compañía de pesticidas afirma en un anuncio de la televisión que la única cucaracha buena es la cucaracha muerta".

El sistema sanitario actual puede beneficiarse como nunca de las dos facetas del legado de Dubos, ampliar el pensamiento más allá de los trillados caminos cotidianos y actuar, localmente por supuesto, con decisión y coraje.

Andreu Segura es profesor de Salud Pública de la Universidad de Barcelona. asegurabene@ub.edu

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