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Reportaje:Primer plano

Brasil trata de apagar el fuego

La fuerza del huracán financiero obliga al Gobierno a adoptar medidas urgentes

Juan Arias

Brasil es uno de los países emergentes más blindados contra la crisis económica mundial, aunque no le ha sido posible evitar el roce de la embestida. El presidente Luiz Inácio Lula da Silva y su Gobierno intentaron en un primer momento minimizar los efectos de la crisis en el país, alegando que se trataba de una "crisis americana, de Bush". Confiaban en que la solidez económica de Brasil sería suficiente para quedar ilesos. No lo fue.

Cuando Lula se percató de que los efectos de la crisis mundial empezaban a golpear al país, sobre todo ante la falta de crédito, fue rápido en tomar medidas para apagar el fuego. A pesar de haberle echado la culpa de que la crisis acabara afectando a Brasil a las instituciones que pretendieron especular con el dólar, el Gobierno comenzó a tomar rápidamente toda una serie de medidas para frenar la crisis, entre ellas dos proyectos de ley con carácter de urgencia que entraron en vigor antes aún de ser discutidos y aprobados por el Parlamento.

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El Gobierno se asustó ante la evidencia de los números: las empresas brasileñas con acciones en la Bolsa de Valores de São Paulo (Bovespa) perdieron, desde inicios del año hasta el pasado 24 de octubre, 1,05 billones de reales (300.000 millones de euros), lo que supone una caída del 50% en su capitalización.

El sector de construcción fue el más perjudicado, con un bajón del 72,3% de su valor de mercado. Le siguió el sector de papel y celulosa, que perdió un 67,7% en el mismo periodo. Otro de los sectores en crisis fue el de finanzas y seguros, seguido por las compañías de minas. El sector menos afectado fue el de telecomunicaciones, que perdió sólo un 23% de su valor en acciones.

Junto a ello ha comenzado a sentirse la falta de crédito, sobre todo para las empresas e industrias, lo que ha llevado a las compañías automovilísticas, por ejemplo, a modificar con mayor severidad sus ofertas de ventas a plazos, acortando éstos y subiendo los tipos de interés.

De las dos medidas con carácter de urgencia emanadas por el Gobierno, la primera, que ampliaba los poderes del Banco Central, fue ya aprobada por el Parlamento, aunque con retoques. La más polémica es la 443, que sigue las huellas de las medidas formuladas por el Gobierno británico y que permite, entre otras cosas, al Banco de Brasil y a la Caja Económica Federal comprar bancos privados, aseguradoras y financieras. Ambos, BB y CEF podrán abrir libremente nuevas subsidiarias, algo hasta ayer prohibido. Al mismo tiempo, el Banco Central podrá realizar operaciones de swap con bancos centrales de otros países.

La medida va a ser muy debatida en el Parlamento y la oposición promete modificarla, aunque no echarla abajo. La oposición está muy preocupada por no aparecer como un freno de las medidas anticrisis.

Con todo ello, Brasil, sigue siendo uno de los países en desarrollo más preparados para afrontar la crisis mundial, que el Gobierno ya no minimiza. El propio ministro de Economía, Guido Mantega, eterno optimista, confesó el martes pasado que la crisis "no dejará de tener impacto en la vida real" y que se trata de una crisis "inédita para los de nuestra generación". Sin embargo, insistió en que no hay bancos quebrados en el país y que por ahora no se advierte un contagio de la crisis de los bancos extranjeros.

Brasil va a crecer menos (no llegará al 5% esperado, pero seguirá creciendo por lo menos un 2,5%). No habrá pues recesión. Los fundamentos de la economía brasileña son sólidos, sus reservas son de 200.000 millones de dólares, posee una exportación de productos totalmente diversificada, que depende sólo en un 20% de EE UU. Y con las nuevas medidas la falta de crédito será resuelta positivamente. -

Operadores del mercado de materias primas de São Paulo, durante una dura sesión.
Operadores del mercado de materias primas de São Paulo, durante una dura sesión.ASSOCIATED PRESS

Brasil

- Mercados. La Bolsa de São Paulo ha perdido la mitad de su valor en 2008.

- Sectores. Los más tocados son la construcción, el papel, las finanzas y la minería. Se salvan de la quema, por ahora, las telecomunicaciones.

- Medidas. Aumentan los poderes del Banco Central, que podrá comprar participaciones en bancos, aseguradoras y financieras.

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