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Reportaje:EL LIBRO DE LA SEMANA

Clara Sánchez cruza el umbral de los sueños

Presentimientos es una aventura onírica de alguien que lo ha perdido todo. Su protagonista se construye la vida que necesita para despertar de un coma

Clara Sánchez (Guadalajara, 1955) vivió sus primeros años de niña en una estación ferroviaria en medio de la estepa albaceteña, una vivencia singular que confiesa le marcó a fuego y que sin duda le puso en contacto con los dos mundos que más tarde serían la esencia de sus novelas. De un lado, el de la realidad ineludible que imponen las férreas vías, los horarios, los semáforos y señales de obligado cumplimiento. De otro, el misterioso y evocador de los trenes que llegan o se pierden en la lejanía con los pasajeros fugazmente vislumbrados a través de las ventanillas, tan pleno de sugerencias literarias. Y ambos, realidad minuciosa y ensoñación, son los ejes de Presentimientos (Alfaguara), su última novela, en la que la protagonista, sumida en un profundo sueño, un coma, sumerge al lector en una aventura onírica, a veces más real que la vida misma, en el escenario tórrido de un típico pueblo de veraneo de la costa mediterránea.

"Me apetecía vivir un sueño entero, contar cómo era la aventura de la mente de alguien que no para de soñar"
"Ahora estamos en la era del cerebro y de la mente, todo es mente. Y realmente es así, nuestro cerebro construye la realidad"
"Stevenson decía que 'Dr. Jekyll y Mr. Hyde' le vino en un sueño. Hay gente que se vuelve muy lúcida en ciertas fases del sueño"
"Siempre se acude a los sueños para explicar la realidad, pero yo en la novela lo hago a la inversa"
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El arte de la ficción

Con siete novelas publicadas y el Premio Alfaguara 2000 por Últimas noticias del paraíso, Sánchez parece sentirse, a sus 52 años, cómoda en la vida, más segura como escritora y como mujer, quizá porque ella que se ha considerado siempre "una persona frágil" empieza a comprender que es bastante más fuerte de lo que creía. "Nunca he tenido miedo a aceptar mi debilidad. No he tenido miedo a llorar, ni a decir esto me asusta, a aceptar que tengo miedo a ciertas cosas... Lo que me impone muchísimo son esos prototipos de fortaleza, de huracán que arrasa, me sobrecogen. No puedo vivir sin ilusiones y proyectos y eso me hace más fuerte. Y sí, tengo que reconocer que al cabo de los años y del tiempo soy más fuerte de lo que creía porque soy una persona ilusionada. Lo importante es tener ilusión, valentía y algo de osadía, porque para escribir es necesaria. Y también algo de vanidad".

PREGUNTA. Su nueva novela está dominada por el coma de la protagonista y la apabullante cotidianidad de la vida en un pueblo mediterráneo, apartamentos, supermercados, discotecas, playa...

RESPUESTA. Ese tipo de ambiente de los pueblos del Mediterráneo me inspira mucho, no estaría allí un mes pero unos días me gusta. No voy en plan antropológico para ver cómo vive la gente, pero mezclarme con ella me pone un poco al día. Además, yo también soy así y me sugiere muchas cosas. Recuerdo las últimas veces que estuve en un apartamento de ese tipo y empecé a ver toda la novela. Me dije: tengo que escribir algo uniendo todo esto y la sensación tan fuerte de pérdida, de que en un megasitio de apartamentos iguales me puedo desorientar y perder en cualquier momento. Fue un impulso muy fuerte.

P. ¿Y el coma? Usted dice que sus novelas siempre parten de una preocupación, ¿ese coma nace de alguna experiencia cercana o es sólo un pretexto para mezclar el mundo de los sueños y la realidad?

R. Las dos cosas. He tenido gente cercana que ha estado así, pero sobre todo era un recurso para tener dormida a Julia, porque lo que quería era vivir de su mano un sueño entero. Nosotros recordamos de los sueños un máximo de un 10% y por eso son tan deslavazados, tan extraños. Y me apetecía vivir un sueño entero, contar cómo era la aventura de la mente de alguien que no para de soñar. Al mismo tiempo era una manera de dar un nombre a ese sueño profundo, a eso que le ocurría a la Bella Durmiente.

P. Pero su Bella Durmiente se construye una vida paralela muy vital y real.

R. La diferencia con otros escritos que hay sobre el coma es que aquí el sujeto activo es la persona que está dormida, es lo que más me sedujo a la hora de escribir. Yo lo que quería es que Julia, que es la durmiente, la persona que cae en coma y sueña, empezara a construir su vida con lo que tiene. Ahora estamos en la era del cerebro y de la mente, todo es mente. Y realmente es así, nuestro cerebro construye la realidad de lo que necesita para seguir viviendo con lo que sabe, y eso es lo que le pasa a Julia, que ha caído en un sueño profundo y tiene que despertar porque hay algo que le impulsa a ello, que es encontrar a su marido, a su hijo, su vida de nuevo. Y con lo que tiene, con sus recuerdos -una de las facultades que tiene el sueño es sedimentar los recuerdos- y con la información que va adquiriendo, porque como sabemos durante el sueño se percibe información, ella se construye una vida y una aventura que es la que necesita para poder despertar. Es la maravilla de la mente.

P. Aunque el coma dura unos días poco sorprende que sea tan poco dramático. Los personajes que rodean a la protagonista se mueven sin grandes angustias, ni tremendismos, pero el coma en realidad es algo muy duro y la familia lo suele vivir como una tragedia.

R. Yo no quería escribir una novela sobre el coma, tendría que haber tenido otro tratamiento muy distinto, es sólo un recurso para hablar del sueño y de cómo se relacionan los recuerdos con la realidad y como ésta influye en la mente. De todos modos, la gente también se tiene que adaptar a lo que hay, todo es una rutina. En este caso, el marido, Félix, tiene un hijo pequeño que cuidar y no se puede sumir ni en la tragedia ni en el dolor absoluto. Está un poco sorprendido de lo que le ha ocurrido, todavía no lo sabe muy bien, tiene que ir reaccionando. He hablado de esta situación con neurólogos y me daba cuenta de que si me metía a retratar un coma sería otro libro. En 1996 escribí una novela, Desde el mirador, que trata de un infarto cerebral que sufrió mi madre. Estuvo tres meses en el hospital, al principio en coma, y sé lo que es. Aquella novela abordaba el asunto y el hospital de una forma más realista, pero éste no es el caso y he huido de una realidad trágica.

P. Dice que se ha documentado sobre el coma y cita un método novedoso que se practica en Tucson (Estados Unidos), ¿es real?

R. Es una pura fantasía.

P. Pero al final lo que hace Félix es aplicar esa técnica Tucson, abre ventanas a Julia desde la realidad para hacer que vuelva.

R. Hay muchas clasificaciones de sueños y de todo lo que puede pasar en ellos, una de ellas se llama "interferencias externas", y me pareció sugerente para lo que yo quería hacer, una fábula. Nosotros asimilamos información incluso dormidos y esa información puede provocar modificaciones en lo que sueñas y en lo que estás viviendo en tu irrealidad, y es lo que le ocurre a Julia. La familia se arriesga a estimularla desde fuera, ella lo percibe desde su sueño y repercute en la aventura interna que sucede en él.

P. En algún momento ha dicho que la vida le parece una farsa y que hay un mundo paralelo, el de los sueños, que a veces no es más absurdo que el real. Esta novela es la plasmación de esa idea. ¿Sueña mucho?

R. Sí, pero mi interés por los sueños es de un tiempo a esta parte, como unos 10 años. Me interesan porque es cierto que cuando la mente está en reposo, sin el ruido de la vigilia, encuentras claves sobre cosas de tu vida real. Eso que se dice de consultar con la almohada está muy bien. Graham Greene lo hacía, desarrollaba los argumentos de su novela y luego tenía por costumbre consultarlos con la almohada, porque decía que durmiendo le venían claves y revelaciones muy interesantes que podía aportar a la novela. Yo creo que son mecanismos neuronales o cerebrales que funcionan. Por ejemplo, Stevenson decía que Dr. Jekyll y Mr. Hyde le vino en un sueño. A mí no me ha pasado nunca, pero hay gente que se vuelve muy lúcida en ciertas fases del sueño. Y me parece muy bien al despertar rebuscar en los sueños para intentar clarificar algo de nuestra vida. Pero lo contrario me encanta, ¿por qué recordamos unas cosas y no otras?, ¿por qué las asociamos? Siempre se acude a los sueños para explicar la realidad, pero yo en la novela lo hago a la inversa.

P. La define como una novela de intriga psicológica, realidad cotidiana, supervivencia, humor y trasfondo científico. Veo mucha realidad cotidiana y supervivencia, cierto humor, y menos ciencia...

R. Más que base científica lo que hay detrás es documentación, muchas lecturas que han animado todo ese mundo de la mente que expongo. La información sobre motivaciones o de cómo se pueden combinar los recuerdos me la han dado múltiples autores, Pinker, Blackmore, y también contactos con neurólogos. He estado animada por esas lecturas y por un panorama en el que, ahora mismo, todo está recubierto por el interés por la mente, el cerebro y la ciencia en general es algo que se ha metido en nuestras vidas. Ha sido impresionante, hasta el punto de que la gente tiene en sus casas el Brain training, que es sólo un juego, pero se piensa que hay que entrenar ese músculo que es el cerebro.

P. Suele repetir que sus personajes le prestan ojos para ver el mundo. ¿Qué le ha prestado Julia?

R. Me ha hecho un poco más fuerte al recorrer de su mano esa aventura en la que lo ha perdido todo y tiene que recuperarlo. Me ha hecho un poco más optimista, porque no se necesita caer en un coma ni pasar por una situación tan rompedora, tan dramática, para salir de ciertas situaciones de letargo, depresión, o pocos deseos. En el fondo es una metáfora de esos momentos en que necesitas recuperar tu vida y quitar lastre. Y hay que ser valiente y no tener miedo a perder algo porque tenemos suficiente fuerza e imaginación para recuperarlo.

P. ¿No le fastidia que la cataloguen de escritora intimista?, es un adjetivo que, por lo general, sólo aplica a las mujeres.

R. Ya he dejado de luchar contra eso, desde que empecé estamos igual y me apetece pensar en otras cosas. Además, hay unas escritoras maravillosas como Carson MacCullers, Willa Cather, Monroe o Ginzburg, ¡qué maravilla!, ¡qué mujeres! No sé lo que es la literatura intimista porque todo sale de lo más intimo de uno, escribas lo que escribas, si no finges, ahí está tu sensibilidad y una dimensión moral de tu persona. La literatura es un espejo muy fuerte del escritor. A las mujeres nos meten en el mismo cajón y es una tontería porque el acto de la escritura es único y lo que vale es la singularidad.

P. Es una escritora que, cosa nada fácil, vive de la literatura. ¿Se imaginaba así cuando de niña correteaba por los campos de Guadalajara o Albacete?

R. Esto es una carrera de fondo y hasta que no llegas al final de tus fuerzas no sabes lo que has dado de sí. Yo siempre me sentí escritora, pero de eso a decidirte a publicar, a vivir la vida de escritora, es distinto. A los cuatro años viví en una estación y creo que allí me hice escritora. ¡No se puede imaginar aquella vida, la recuerdo como si fuera ayer!, era absolutamente increíble. Mi vida nunca ha tenido una línea seguida, lo único que en medio de todo ha sido fijo es la escritura, la literatura.

Clara Sánchez, sentada en el estudio de su casa madrileña.
Clara Sánchez, sentada en el estudio de su casa madrileña.SANTI BURGOS

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