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OPINIÓN | Desde el Pacífico
Columna
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Inviertan en ciencia y tecnología

La recesión afecta el sector de las tecnologías de la información y de la comunicación al igual que a todos los demás. Muchos analistas consideran, sin embargo, que es una oportunidad para modernizar el aparato productivo, hacer las cosas mejor y hasta invertir más en tecnología.

Para Steve Ballmer, presidente de Microsoft, el crecimiento de los últimos años se debió a tres factores: innovación, globalización y un uso desmesurado de la deuda privada y pública. Es hora de proceder a "un reajuste económico", una puesta a cero del sistema, declaró a principios de mes ante los congresistas demócratas.

Para sanear la situación, urge disminuir las deudas. No cabe duda, aunque "las compañías no podrán sortear la crisis sólo reduciendo gastos", dijo Ballmer. Hay que mantener las inversiones en ciencia y tecnología. Si por una parte Microsoft destruirá 5.000 empleos, por otra creará más de 2.000. "A pesar de la difícil situación económica -hasta podría decirse que por su causa-, seguiremos invirtiendo más de 9.000 millones de dólares al año en I + D porque pensamos que esa inversión nos permitirá permanecer fuertes. La gente me pregunta si soy optimista y les contesto que en lo referente a tecnología soy muy optimista".

Estamos en "el umbral de una nueva revolución" tecnológica, la de la "computación omnipresente", con la multiplicación de nichos cada vez más pequeños y cada vez más poderosos, afirmó. Permitirán "modelizar el clima, la población mundial y sus necesidades energéticas". Imaginó una infraestructura eléctrica inteligente que permitiera usar la electricidad cuando menos cuesta, un programa que su rival Google lanzó tres días después.

El profesor Alex Tabarrok, de la Universidad George Mason, ofreció el mismo día otra perspectiva alentadora en la conferencia Technology, Entertainment and Design (TED), la más fascinante del sector. Las predicciones más optimistas hechas antes de la crisis del 29, explicó, no hubieran podido vaticinar el crecimiento mundial de finales del siglo XX. No habían tenido en cuenta Internet y la globalización. El mundo avanzó (incluida África a partir de los noventa) porque cayeron las barreras. "Los mercados más grandes incentivan las nuevas ideas", estima. Tabarrok cree que si todo el mundo tuviera la riqueza de EE UU, "tendríamos cinco veces más de ingenieros y científicos". Las ideas alimentan el mundo y la red de redes facilita su circulación.

Ante cerca de 1.500 personalidades -entre ellas Al Gore, Tim Berners-Lee y Larry Page-, Chris Anderson insistió en su convicción de que la crisis climática, sumada a la recesión, llevará al surgimiento de tecnologías más inteligentes y limpias.

Kevin Surace, presidente de Serious Materials, explicó qué es Eco Rock, un material de construcción que se fabrica con el 80% menos de energía y reduce la emisión de CO2 el 90%. Esto revolucionaría el coste energético de la construcción y del mantenimiento de las casas.

Shai Agassi, fundador de Better Place, ansía dotar al mundo de coches eléctricos. Pero en vez de construirlos y después preocuparse por la infraestructura (dónde proveerse de energía cuando uno viaja), enfrenta el problema al revés: "La respuesta reside en separar la propiedad del coche de la propiedad de la batería", afirma. Los automovilistas compran el auto, no la batería, y se abonan a kilómetros recorridos a un precio razonable. Esto permite la instalación de una red automatizada de establecimientos donde "se puede cambiar la batería en menos tiempo que llenar el depósito".

El optimismo de Ballmer y de los participantes en la TED resulta estimulante, pero para que se materialice hace falta que el mundo siga abierto, que las ideas circulen libremente y que empresas y gobiernos sigan invirtiendo en ciencia y tecnología. ¿Será mucho pedir?

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