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Desde el Pacífico
Columna
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Límites de la telefonía móvil: el caso de Brasil

UN APARATO para cada dos humanos. Una capacidadr de procesamiento cada vez más próxima a la computadora. La posibilidad de llevarlo siempre en el bolsillo. No paramos de alabar a la telefonía móvil como una herramienta privilegiada para el desarrollo. ¿Acaso no permite saltar etapas? ¿Los pescadores de Kerala (India) no lo usan para informarse sobre el mejor punto de venta de sus pescados, y así eluden a los intermediarios? ¿Los africanos no han inventado un banco cuya moneda es el tiempo de conexión? Es cierto, pero su generalización no parece inminente, al menos en Brasil.

Más del 60% de los casi 190 millones de brasileños tienen un móvil. Se registran unos 130 millones de esos aparatos, aunque una buena parte de la población activa usa más de uno teléfono o de una tarjeta SIM. Sergio Amadeu, profesor de la universidad Casper Libero sugiere quitar 20 millones a la primera cifra. Además, apenas el 3% de los móviles permiten acceso a las funcionalidades de Internet.

La comunicación con tarjeta prepago es una de las más caras del mundo. Sin embargo, el 80% de los brasileños han adoptado este sistema
A los suscriptores el minuto de conexión les cuesta un real (0,40 euros). Con tarjeta prepago pagan 1,4 reales. El salario mínimo es de 450 reales al mes
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Los abonados usan menos sus teléfonos de lo que podríamos pensar. El precio de las comunicaciones es demasiado elevado. En términos sencillos, el minuto de conexión cuesta un real (0,40 euros) para quienes tienen una suscripción, y 1,4 reales para quienes usa tarjetas prepago. El salario es de 450 reales al mes y casi la mitad de la población vive con menos de dos salarios. La comunicación con tarjeta prepago es una de las más caras del mundo y, sin embargo, ¡el 80% de los brasileños han adoptado este sistema! Consecuencia: si bien la mayoría tienen un móvil, el número de quienes realmente lo usan es muy reducido. Todos reciben llamadas, pocos llaman. Conservan su número al comprar cada tres meses créditos de 10 reales con los que sólo pueden hablar (poco) durante 20 días. Empresarios y abonados denominan al contrato "Pai de santo", referencia poética a quienes en la religión Candomblé, de origen africano, entran en trance al ser visitados por la deidad que "baja" desde el cielo.

El celular de la mayoría de los brasileños apenas funciona en un solo sentido (recibir llamadas). Muchos consiguen así gastar menos que con una suscripción, pero un número significativo acaba pagando más caro sin tener facilidad de comunicación real.

La primera razón, la voluntad de controlar sus gastos. "Recargo mi tarjeta cuando puedo, cuando tengo dinero en el bolsillo", me dijo un camarero. "Se comportan como ingenieros. Están atentos al más mínimo detalle y a las ofertas promocionales", explica Lea Kayano de Vivo, una de los tres operadoras más grandes. La precariedad del empleo es otro factor. "Muchos no sabemos si vamos a tener dinero por la duración del contrato impuesto por los operadores", explica Pedro Campos investigador en la Universidad de São Paulo.

Así que la mayoría de tiene un celular pero no pueden llamar cuando quiere. Las operadoras dicen soñar con un país donde todo el mundo tenga suscripción (ofrecen descuento en los aparatos). Una parte significativa de los sectores más pobres viven mejor desde hace algunos años, pero la situación no cambia: la proporción de aparatos con tarjeta prepago sigue siendo la misma.

Lo preocupante es que la actual estructura de precios parece limitar la penetración de las tecnologías y su potencial de cambio económico, social y político. El impacto sobre el desarrollo tardará en notarse. Entonces, la pregunta es si la limitación no es intencional. De la misma manera, vale preguntarse si los operadores no se satisfacen de una situación en que la gente habla poco pero paga muy caro cada llamada (Brasil tiene las tarifas más elevadas de América Latina y entre las más elevadas del mundo). Si así fuera, estima el profesor François Bar de la Universidad del sur de California, responsable de una investigación sobre el tema, "se equivocan porque los operadores del sureste asiático han demostrado que se puede hacer buenos negocios vendiendo muchas llamadas baratas a muchos clientes pobres".

"Debemos seguir el camino de la movilidad", estima Sergio Amadeu, "pero en Brasil el acceso a Internet se hace cada vez más por computadora". ¿Paradoja?

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