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Editorial:Editorial
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Miedo a los 'soberanos'

La creciente presencia de los fondos soberanos (Sovereign Wealth Funds) en el accionariado de instituciones financieras y empresas de las economías desarrolladas despierta interpretaciones contradictorias y no pocos recelos en los gobiernos occidentales. Los fondos soberanos son los instrumentos de inversión creados por los países con gran excedente de liquidez, generado por su dominio en los mercados de materias primas -el petróleo es la más mencionada, pero no la única- o por la acumulación de reservas monetarias acumuladas por decenios de superávit comercial exterior, que sería el caso de China. En su origen, se constituyeron como un seguro contra catástrofes naturales, hundimientos de precios de las materias primas controladas en régimen de oligopolio internacional o de quiebras en los sistemas financieros nacionales. En los últimos años han rescatado de situaciones difíciles, por no decir quiebra, a grandes instituciones financieras en crisis, como Citigroup, UBS o Merrill Lynch. La potencia financiera de estos fondos es apabullante. La agencia de Abu Dabi, por ejemplo, dispone de una capacidad inversora de 630.000 millones de euros, la de Kuwait ronda los 200.000 millones y las que controla el Gobierno chino superan, en conjunto, los 1,3 billones.

Los gobiernos de Estados Unidos, Gran Bretaña, Suiza o Alemania desconfían de los soberanos porque en algunos casos están controlados por gobiernos dictatoriales o de escaso pedigree democrático. Suspiran de alivio cuando los fondos árabes salvan a Citigroup o UBS, pero al mismo tiempo alimentan el temor de que empresas estratégicas -las de defensa, energía o alimentación- queden bajo el control de países extranjeros y con intereses geoestratégicos hostiles. Este temor no es nuevo; es el que llevó a Margaret Thatcher a vetar la entrada de KIO, la agencia de inversión kuwaití, en British Petroleum. Lo que es nuevo es la esquizofrenia provocada por ese temor y la urgencia de encontrar inversiones nuevas para aliviar la sequía crediticia.

Nada impide que los gobiernos protejan legalmente, por el método Thatcher u otros mejor articulados, sus inversiones estratégicas de los riesgos de inversiones "poco democráticas". Pero conviene recordar que no todos los fondos soberanos responden al estereotipo de instituciones manejadas con criterios políticos desde gobiernos oscurantistas o grupos de teócratas en la sombra. Algunos operan con reglas de mercado muy estrictas y transparentes, como el noruego, y una gran parte actúan en empresas europeas, japonesas o estadounidenses como simples socios financieros. Más que declarar una situación de sospecha universal hacia los fondos musulmanes o asiáticos, poco verosímil desde el momento en que la desaceleración económica mundial obliga a buscar desesperadamente nuevos capitales, debería exigirse desde las autoridades financieras de cada país que los fondos soberanos expliquen públicamente cuáles son sus principios de inversión y los compromisos que adquieren en cada caso. Además, los escenarios financieros cambian con facilidad. Las enormes pérdidas cosechadas por los soberanos en los grupos quebrados europeos o estadounidenses auguran un enfriamiento de su entusiasmo inversor en el exterior. -

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