Otras traducciones para la nueva Europa
EL NOBEL otorgado al húngaro Imre Kertész en 2002 sirvió para recordar que hacía poco lo habían obtenido otros autores del antiguo bloque comunista. Era el caso de los polacos Ceslaw Milosz en 1980 y Wislawa Szymborska en 1996. Ambos han tenido buena suerte en España. Del primero pueden leerse: Poemas, Otra Europa, El pensamiento cautivo, El valle del Issa (todos en Tusquets), El poder cambia de manos (Destino) y Abecedario. Diccionario de una vida (Turner). De la segunda, Fin y principio (Hiperión) y Paisaje con grano de arena (Lumen).
De hecho, de la poesía polaca se ha ido traduciendo a autores tan importantes como Herbert Zbigniew, Informe desde la ciudad sitiada (Hiperión); Konstanty Puzyna, Guijarros (Huerga & Fierro), o Adam Zagajewski, del que acaba de aparecer el dietario En la belleza ajena (Pre-Textos). De la literatura polaca contemporánea que puede leerse en español también merecen mención autores como Andrzej Stasiuk, El mundo detrás de Dukla (Acantilado); Jerzy Pilch, Casa del Ángel Fuerte (Acantilado), y Gustaw Herling-Grudzínski, Variaciones sobre las tinieblas (Metáfora).
Queda claro que Polonia es, junto con Hungría, la mayor potencia literaria entre los nuevos miembros de la Unión Europea. Al tridente magiar formado por Nádas, Esterházy y el citado Kertész habría que sumar a Ádám Bodor, El distrito de sinistra (Acantilado); Attila Bartis, La calma (Acantilado), o Illyés Gyula, Gente de las pusztas (Minúscula). A la zaga le sigue República Checa, con autores como Egon Erwin Kisch, De calles y noches en Praga (Minúscula); Michal Viewegh, La educación de las chicas en Bohemia (Metáfora); Iva Pekárkova, El mundo es redondo (Metáfora), o el impagable poeta y médico Miroslaw Holub, Poemas (Cátedra). Entre sus vecinos y conciudadanos en los tiempos de la extinta Checoslovaquia destaca otro poeta, el eslovaco Milan Rufus, Campanas (La Poesía Señor Hidalgo).
"Entre la Muerte y la Vida han de existir lejanas praderas de ternura", dicen unos versos del último libro de Luis Antonio de Villena. Son de un poema dedicado al poeta y folclorista franco-lituano Oscar W. de Lubicz Milosz, del que puede leerse en castellano Los orígenes ibéricos del pueblo judío (Árdora).
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